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¿Pende la UE del hilo del referéndum irlandés?

Mirra Banchón11 de junio de 2008

Aunque lo ratificaran los otros 26, bastaría que el no ganase en el referéndum del 12 de junio en Irlanda para que el Tratado de Lisboa no pueda entrar en vigor. La incertidumbre cunde.

Un bus de propaganda por el Sí en Dublín.Imagen: picture-alliance/ dpa

Tiene que ser ratificado por los 27 países para poder entrar en vigor: el Tratado de Lisboa –acuerdo pensado para agilizar la vida comunitaria de la Europa de los 27 y que se logró con mucho y arduo trabajo después que Francia y Holanda rechazaran la Constitución por voto popular- se somete el 12 de junio a referéndum en Irlanda. Aunque según diversas encuestas el sí lleva una decorosa ventaja, el 40% de indecisos tiene en vilo al futuro inmediato de la UE.

Un solo no basta

Dado que, según los acuerdos vigentes, todos los países tienen derecho a veto, aunque 26 de 27 digan sí, basta que uno diga no para que el lío se arme. El referéndum en Irlanda para ratificar el Tratado de Lisboa hace castañear los dientes comunitarios. Si gana el sí, todos felices y el proceso de ratificación seguiría su cauce. Por el contrario, las opciones de lo que pasaría en caso de que ganara el no tienen en un extremo de su espectro un gran bing bang para la Unión Europea y, en el otro, una exclusión de Irlanda del club europeo. Una repetición de la convocatoria a las urnas es otra opción; una marcha a dos tiempos –algo así como 26 más 1- también sería posible, dicen los entendidos. Aunque, en realidad, se prefiere no hablar de los posibles planes en caso de que los irlandeses se opusieran una vez más –ya lo hicieron con el Tratato de Nizza en junio de 2001- al curso de los acuerdos europeos.

Propaganda a favor del no en Dublín.Imagen: picture-alliance/ dpa

¿Motivos?

Pero, ¿por qué habría de ganar el no? ¿No es Irlanda uno de los países que más ha sacado provecho de esta sui géneris unión económica que pretende llegar a ser una unión política? Desde que en 1973 ingresó a la UE, la pequeña isla norteña se ha convertido en el Tigre Celta: en 35 años, de un país modestamente agrario pasó a ser una nación modelo por su prosperidad y avances tecnológicos. Sin embargo, ésa no es la pregunta de este referéndum. Según Alioth Martin de DW-Radio, no se trata de cuestionarse si “los irlandeses han sacado provecho de la UE, o si les ha ido bien con esta unión, tampoco si quieren seguir siendo miembros de ella. A todo ello, sin duda, contestarían positivamente”.

Es decir no es con la Unión Europea, es con el Tratado de Lisboa, con lo que los irlandeses tienen sus problemas; y éste se ha convertido en la plataforma donde salen a danzar los temores más variopintos. La pérdida del comisario irlandés y la desaparición del derecho a veto a favor de una doble mayoría se ven como desventajas. Por otro lado, pesan en la población también ciertos fantasmas irracionales: la legalización del aborto o la supuesta llegada masiva de profesionales del continente. Aunque dudar es legítimo, el fracaso del Tratado sería un gran impedimento para la configuración del futuro inmediato de todos los otros. “Para que Europa deje finalmente de estudiar su propio ombligo, los irlandeses deben ratificar ese tratado. Lo que no significa que sea una obra maestra”, opina Alioth.

Una cuestión de lealtad

“Los otros miembros de la UE han brindado mucho apoyo y solidaridad a Irlanda. En retribución, cabe esperar lealtad”, aduce por su parte Jo Leinen, miembro del Parlamento Europeo encargado de asuntos constitucionales, quien como muchos otros hace hincapié en los beneficios que le ha traído la UE: entre ellos, la tasa de desempleo es la menor de toda la UE y, en estos 35 años, el producto interno bruto se ha triplicado. A ello se suma el notable incremento de las exportaciones.

Dublín.Imagen: AP

Sin embargo, no se trata de ello, sino de un Tratado, que según estadísticas la mayoría –los indecisos- ni siquiera sabe de qué se trata. Y ése es el campo perfecto para todo tipo de euroescéptico, sean insulares o continentales, que han volcado sus esfuerzos en nutrir el no. “Los referendos sobre tratados europeos siempre han conllevado un gran potencial de riesgo”, explica Leinen y añade: “todos los que se sienten mal de alguna manera, quieren darle una cachetada a la política y en los asuntos europeos eso es especialmente fácil pues la UE parece bastante lejana”.

Soluciones insulares versos supranacionales

Y parece más lejana aún, cuando se vive en los linderos de la UE´: “Cuando se proviene de una isla, siempre existe el peligro de tener un pensamiento insular”, aseveró ante la emisora Deutschlandfunk por su parte el inglés Graham Watson, líder de la fracción Liberal en el Parlamento Europeo, quien –aparte de la desinformación- no ve motivos para oponerse al Tratado de Lisboa: “¿Cuáles son los tres más grandes problemas de todo gobierno en Europa? El crecimiento demográfico y la presión de la migración; el cambio climático y la seguridad energética. Y tercero: el crimen organizado y el terrorismo. Los tres son problemas supranacionales, para los cuales hay que encontrar soluciones supranacionales. Para ello necesitamos a Europa”. Así de claro como lo ven los políticos, lamentablemente no lo ve la población… la incertidumbre cunde, y ésta se disipará un viernes 13.

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