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Peor que Guantánamo

4 de julio de 2004

La organización Human Rights First denuncia la existencia de centros secretos de reclusión, donde estarían detenidos un número indeterminado de sospechosos de terrorismo, sin posibilidad alguna de defensa.

Un detenido en Guantánamo.Imagen: AP

Los prisioneros de Guantánamo comienzan a ejercer su derecho a defenderse ante los tribunales. Un derecho que les había estado vedado desde su captura y que recién el lunes pasado les reconoció la Corte Suprema estadounidense. Los abogados presentaron el viernes recursos contra la detención de nueve extranjeros, entre los que se cuenta también el turco-alemán Murat Kurnaz, procedente de Brema. El primer paso consiste en exhortar al gobierno a exponer ante los jueces los motivos del encarcelamiento de los sospechosos en Guantánamo. Los defensores califican además de arbitraria e ilegal la detención indefinida, y demandan que se establezca si sus representados han sufrido daños psicológicos como resultado del prolongado aislamiento.

"Cárceles fantasma"

Los prisioneros de Guantánamo aún no han podido ver a sus abogados. Pero, al menos, en su caso ha comenzado a ponerse en marcha el aparato legal. Bastante peor es la situación de aquellos sospechosos de terrorismo que se encuentran en cárceles secretas. Según la organización Human Rights First, existen más de una docena de recintos de ese tipo en Irak, Afganistán, Paquistán y otros lugares. De esos detenidos nada se sabe.

Dichas "cárceles fantasma" son mantenidas por la CIA, el Pentágono o servicios secretos extranjeros. Nadie sabe cuántas personas están recluidas en ellas, por qué, ni en qué condiciones. Poco es lo que se logra saber, a través de retazos de información que esporádicamente aparecen en la prensa. Son sólo piezas de un mosaico, que no permiten hacerse un cuadro general de la situación.

Algunos casos

Lo único seguro es que el gobierno estadounidense guarda silencio acerca del lugar de reclusión de líderes de Al Qaeda, como algunos autores intelectuales de los atentados del 11 de septiembre del 2001, el jeque Khalid Mohammed y Ramsi Binalshib. Según Deborah Pearlstein, directora del Programa de Derecho y Seguridad de Human Rights First, su situación es relativamente buena, porque al menos se sabe que están detenidos. Y expone algunos casos: "por ejemplo, hay una mujer, cuyo marido paquistaní vivía desde hace largo tiempo en Estados Unidos y desapareció en un viaje de negocios a Bangkok. Semanas después, la mujer recibió noticias de él a través de la Cruz Roja: está detenido en el aeropuerto militar estadounidense de Bagra, en Afganistán."

No es el único caso. También se sabe de un canadiense de origen sirio que, según su propio relato, fue detenido en Nueva York, interrogado por la CIA y luego entregado al servicio secreto sirio. Durante casi un año fue torturado en Damasco, sin que se presentaran cargos en su contra. A comienzos de este año, el presidente de la Cruz Roja Internacional se presentó ante el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, y la asesora de Seguridad, Condoleezza Rice, para tratar el tema de las cárceles secretas y demandar acceso a los prisioneros. Hasta el día de hoy espera una respuesta.

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