Los pueblos originarios suponen un cuarto de la población peruana, pero afrontan una realidad de discriminación estructural e incluso violencia. Y esto, pese a ejercer a menudo de guardianes de la naturaleza.
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Cuando Alejandro Toledo se convirtió en el primer presidente indígena del Perú, muchos quizás pensaron que era imposible volver atrás, que la utopía de un país sin discriminación contra los pueblos originarios era cuestión de tiempo, de muy poco tiempo. La idea del progreso lineal es esperanzadora, pero también una peligrosa compañera.
Ahora que el exmandatario está encarcelado en Estados Unidos, pendiente de que se resuelva su caso de extradición, parece evidente que ese sueño era ingenuo. El 25,6% de la población peruana es indígena, pero ninguno de los 130 escaños del Congreso está ocupado por un miembro de estos pueblos originarios. Recientemente, varias organizaciones han presentado un proyecto de ley para que haya 32 escaños reservados a los sectores indígenas.
"En el Perú nunca ha surgido un movimiento indígena a nivel nacional que tenga la fuerza o cobertura que han tenido los movimientos en Bolivia o Ecuador”, dice a DW Leonidas Wiener, especialista legal de la ONG CooperAcción. A nivel gubernamental, añade, las reivindicaciones indígenas de Toledo fueron "simbólicas” y su gobierno "siguió siendo manejado por una élite tecnocrática limeña”. Ni siquiera cuando los peruanos tuvieron un presidente indígena estuvieron estos grupos nativos cerca del poder.
Uno de cada cuatro peruanos, por tanto, vive la realidad de un país completamente diferente al resto. Para Alicia Abanto, adjunta para cuestiones medioambientales e indígenas de la Defensoría del Pueblo peruana, "la discriminación racial, la exclusión, la pobreza, la desigualdad y las amenazas a sus modos de vida y sus territorios son algunos de los principales desafíos que afrontan los pueblos indígenas en el Perú”. A esto añade cuestiones de no menor importancia, como el acceso a la educación básica regular o a servicios de salud de calidad, y la erradicación de la violencia contra la mujer.
Según este órgano constitucional autónomo, al menos 14 líderes o lideresas indígenas han perdido la vida en episodios de violencia "en los que el conflicto sobre tierras ha sido la principal causa de estos lamentables sucesos”.
No obstante, hay importantes diferencias entre los indígenas andinos y amazónicos. Los primeros están mucho más influenciados por la colonización española, subraya Wiener, mientras que "los amazónicos tienen un sentido de pertenencia étnica mucho más arraigado” que se explica por el mayor aislamiento respecto a la sociedad occidental a lo largo de la historia.
Los últimos guardianes de la selva
Los sobrecogedores incendios en la región amazónica en los pasados meses de agosto y septiembre pusieron el foco de atención internacional en los conflictos medioambientales y por la tierra que amenazan la existencia de muchos de sus pueblos indígenas. El pulmón verde del planeta avanza a pasos agigantados hacia un grado irreversible de degradación, y estas pequeñas comunidades parecen ser, en muchos casos, los últimos guardianes de su sostenibilidad.
En Perú el panorama no es más esperanzador. "El 9 % de la cuenca amazónica peruana tiene concesiones de minería, el 12% las tiene de hidrocarburos”, advierte Luis Hallazi, abogado del Instituto de Bien Común. "A eso hay que añadirle el problema del narcotráfico, la minería ilegal, la tala ilegal, además del avance de los monocultivos, la contaminación de tierras y ríos por los derrames de petróleo y el avance desordenado de la agricultura de pequeña escala que va deforestando”.
Amazonía Uchunya: un especial multimedia de DW
La corrupción, que en los últimos años ha extendido sus tentáculos a numerosas ramificaciones del Estado peruano, es un cáncer especialmente perjudicial para los pueblos originarios. "Quienes han introducido la corrupción entre los líderes de las comunidades son las empresas extractivas”, denuncia Lelis Rivera, director ejecutivo del Centro de Desarrollo del Indígena Amazónico.
Uchunya: la lucha por la tierra y el medio ambiente
04:00
Esto, unido a la "ausencia total del Estado fortaleciendo las capacidades de las comunidades”, ha facilitado la propagación de casos de tala ilegal y de enajenación de las tierras indígenas, sostiene Rivera. La política predominante ha sido la inversión en proyectos extractivos, en detrimento de los ecosistemas y modos de vida tradicionales. En Perú, cree el investigador Hallazi, "se sigue viendo a los pueblos indígenas como obstáculo al ‘desarrollo'".
Al otro lado del océano, en Madrid, líderes mundiales y científicos se reúnen en estos días para tratar de buscar una solución a la principal amenaza global: el cambio climático. La Amazonía y los peligros que amenazan su futuro están en el centro de los debates. Pero hablar de la selva amazónica implica hablar de sus habitantes, escucharlos, sentencia Rivera: "La lucha por conservar sus territorios y su biodiversidad los pone en la cima de los luchadores contra el cambio climático”. Corre el reloj. ¿Llegó el momento de que tomen la palabra?
(cp)
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Santa Clara de Uchunya, un pueblo en lucha en la Amazonía peruana
Los uchunya, una comunidad indígena del pueblo shipibo ubicada en Ucayali, se enfrentan a una empresa de palma aceitera que opera en sus tierras ancestrales. DW los visitó para retratar su vida cotidiana.
Imagen: DW/L. García Casas
Nuestro hogar, la selva amazónica
Santa Clara de Uchunya está situada a pocos kilómetros de Pucallpa. Esta comunidad indígena de la Amazonía peruana forma parte del pueblo shipibo y habita a orillas del río Aguaytía, afluente del Ucayali. Desde hace años, sin embargo, se han visto involucrados en un conflicto territorial con una empresa de palma aceitera.
Imagen: DW/L. García Casas
El reto de liderar una comunidad en lucha
Efer Silvano es el jefe de la comunidad uchunya, un cargo que se renueva cada tres años y se elige por votación. Aunque no hay veto alguno a las mujeres, en la práctica, ninguna ha sido escogida aún para ser jefa. En la imagen, el actual líder viste las ropas tradicionales de este pueblo que, no obstante, han sido excluidas de la indumentaria cotidiana del lugar.
Imagen: DW/E. Anarte
Imagen paradisíaca, realidad más compleja
La cabaña de la imagen da una idea de cómo son las viviendas de Santa Clara. El suelo tiene que estar elevado porque las inundaciones pueden convertir el claro en el que está construida la población en un lago. La elección del techo es muy importante a la hora de hacerse un hogar: la chapa puede proteger mucho mejor de la lluvia, pero también puede producir un calor insoportable.
Imagen: DW/E. Anarte
Un coche para la selva
En la selva amazónica peruana también hay vehículos a motor. Los “motocars” como el de la imagen son esenciales para la movilidad entre las poblaciones más aisladas de la región, especialmente si llueve, porque los caminos se vuelven intransitables para otros medios de transporte. Eso sí, la contaminación de la gasolina y el ruido que producen son el precio a pagar, y difícil de pasar por alto.
Imagen: DW/E. Anarte
La “cocha” es la respuesta a todo
El lago Uchunya, al que los locales se refieren como “la cocha”, es una pieza clave de la organización económica de la comunidad. Cuando no tienen agua corriente, vienen aquí a bañarse o a lavar la ropa. Además, de sus aguas obtienen el pescado que tanto les gusta desayunar. Por supuesto, también es un agradable lugar para pasar su tiempo libre.
Imagen: DW/L. García Casas
Bien acompañado se trabaja mejor
Aunque cada uno tiene sus tierras (las "chacras"), en muchos sentidos la vida aquí requiere de colaboración. Las redes familiares de apoyo son de vital importancia, pero también la cooperación entre miembros de la comunidad. En la imagen, varios uchunya -mujeres, hombres e incluso menores- pelan yuca conjuntamente.
Imagen: DW/E. Anarte
Plátano para desayunar, almorzar y cenar
El plátano no es solo una fruta o un complemento para la ensalada en estas latitudes. La banana es la base de la dieta local y se come en multitud de formas, a menudo frita o machacada. Por eso muchas de las tierras que cultivan los uchunya están repletas de los árboles que dan estos frutos, los cuales resisten muy bien el calor de la zona.
Imagen: DW/L. García Casas
Las reglas del partido son las mismas
El deporte también está enormemente presente en el día a día de la comunidad. Cada tarde, al terminar las labores, se organizan partidos de fútbol masculino entre los vecinos. Las mujeres, mientras tanto, juegan al vóleibol, aunque algunos hombres también se les unen. Como en Europa, el fútbol femenino en igualdad de condiciones sigue siendo un asunto pendiente.
Imagen: DW/E. Anarte
Una iglesia vacía en medio de la selva
Hace años que la comunidad carece de un líder religioso cristiano. De acuerdo con los locales, el último misionero, de nacionalidad estadounidense, abandonó la población por problemas de alcoholismo. En la actualidad, los uchunya no tienen un credo oficial, aunque algunos de sus miembros profesan el cristianismo a título individual.
Imagen: DW/E. Anarte
Soldando bajo el calor amazónico
Neiser es el único mecánico de la comunidad. Aunque la mayoría de los hombres uchunya son autosuficientes y saben construir su casa, cazar, cultivar y pescar, el desarrollo de nuevas necesidades, como la de reparar los motocars, fomenta una relativa especialización del trabajo en esta población indígena.
Imagen: DW/E. Anarte
Frontera y fuente de vida
El río Aguaytía es clave para la economía local, ya que es una importante fuente de pescado. Al otro lado, donde se encuentra en esta imagen el comunero Walter, están las tierras ancestrales donde opera la empresa de palma aceitera. Como consecuencia de la disputa, los uchunya ya no pueden obtener tantos alimentos de la caza como antes.
Imagen: DW/E. Anarte
Arte para comer
La popular artesanía shipibo también está presente en Santa Clara de Uchunya, aunque todos dicen que mucho menos que en el pasado. Cuencos cuidadosamente elaborados como los de la imagen se utilizan para comer y beber, además de ser motivo de orgullo local.
Imagen: DW/L. García Casas
La mejor arma: la sonrisa de un niño
Aunque los uchunya llevan años enfrentados a la empresa que, dicen, les ha arrebatado parte de sus tierras ancestrales, la alegría es un don que nadie ha logrado robarles aún. Tampoco la ilusión de los más pequeños, que pronto tendrán que decidir si continuar con el modo de vida tradicional o intentar estudiar y tomar caminos que los llevarán, al menos a corto plazo, lejos de la comunidad.