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Perú: terroristas de Sendero Luminoso con un pie en la calle

Camilo Toledo-Leyva
30 de agosto de 2017

Tras cumplir su condena de 25 años de prisión, muchos de los terroristas de la organización Sendero Luminoso están a punto de salir en libertad. ¿Se han arrepentido? ¿Está la sociedad peruana dispuesta a perdonarlos?

La integrante de la organización terrorista peruana Sendero Luminoso, Maritza Garrido Lecca (derecha), que pronto saldrá en libertad, y el líder de la organización, Abimael Guzmán, condenado a cadena perpetua.
La integrante de la organización terrorista peruana Sendero Luminoso, Maritza Garrido Lecca (derecha), que pronto saldrá en libertad, y el líder de la organización, Abimael Guzmán, condenado a cadena perpetua.

Asesinatos, coches bomba, torres de suministro eléctrico destruidas y apagones eran comunes en el Perú de fines de los años 80 y comienzos de los 90. El grupo terrorista Sendero Luminoso, liderado por Abimael Guzmán, pretendía llegar al poder mediante una denominada "lucha armada" para instaurar su ideología "marxista, leninista y maoísta" en el país andino. Empezaron en las provincias, luego siguieron en Lima, donde el 12 de septiembre de 1992 fue capturada la cúpula terrorista.

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En los próximos días, muchos de los autores de estos hechos violentos, como Maritza Garrido Lecca, Marta Huatay y otros siete senderistas, se alistan para salir en libertad tras cumplir su condena de 25 años de prisión. Algunos como Abimael Guzmán fueron condenados a cadena perpetua.

La bailarina bajo la sombra

Más de 12 mil personas fueron asesinadas o desaparecidas por Sendero Luminoso, sobre todo en las provincias andinas de Perú.Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Meija

Durante años, los agentes del Grupo Especial de Inteligencia del Perú (GEIN) estaban tras los pasos del líder senderista Abimael Guzmán. En 1992, por su continuo contacto con presuntos senderistas, una joven bailarina de ballet, Maritza Garrido Lecca, llamó la atención de los agentes del GEIN.

En su casa de tres plantas en el barrio limeño de Surquillo, vivía la joven de 23 años con su pareja, el ingeniero Carlos Incháustegui. En el primer piso de esa casa, donde aparentemente vivían solos, tenían una academia de baile. Tras meses de vigilancia y disfrazados de jardineros, carteros e incluso de basureros, los agentes policiales confirmaron que allí se escondía Guzmán. Las luces prendidas y sombras en las ventanas, cuando la joven pareja no se encontraba en casa, el flujo extraño de personas y los deshechos examinados delataron al cabecilla de Sendero. Así, el 12 de septiembre de ese año, los agentes del GEIN decidieron intervenir la casa y capturaron allí a Guzmán, alias Camarada Gonzalo, junto a su esposa Elena Iparraguirre. La joven bailarina y su esposo también fueron arrestados.

Afiche de la organización peruana marxista, leninista y maoísta Sendero Luminoso que era distribuido por todo el país.Imagen: picture-alliance/CPA Media Co. Ltd

En un principio, Garrido Lecca aseguraba desconocer que Guzmán se escondía en su casa. Un "Tribunal sin rostro" condenó a cadena perpetua a todos los senderistas por traición a la patria. Pero en 2002, la sentencia de Garrido Lecca fue anulada y tras un nuevo proceso en 2006, el Tribunal Supremo estableció 25 años de prisión para ella, el cual vence el próximo 11 de septiembre. La misma suerte corrieron otros senderistas como Marta Huatay, directora del Comité Central de Socorro Popular, organismo dependiente de Sendero Luminoso, cuya función era realizar los atentados por todo el país que dictaban los líderes terroristas.

Reconocen guerra, pero no se arrepienten

Así fue trasladado Abimael Guzmán en septiembre de 1992 a la Base Naval del Callao, donde cumple su condena.Imagen: picture-alliance/dpa

Consultado por DW, el expresidente de la Sala Penal Antiterrorista de Perú, Marcos Ibazeta, admite que es inevitable que los senderistas salgan pronto en libertad por error del Estado y advierte que "Sendero Luminoso aún está vivo, pero de forma clandestina. Ellos siguen siendo un peligro para la sociedad. Esta organización terrorista nunca se rindió, ni arrepintió".

En este último aspecto, el experto en casos de terrorismo del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), Dynnik Asencios, señala que para los senderistas, "la necesidad de defender a la organización y no arrepentirse, le da justificación a los años de carcelería" y añade que dentro de esa ideología, el arrepentimiento no está concebido.

Y así lo ha manifestado en una entrevista desde prisión la propia Maritza Garrido Lecca hace unos años: "No tengo nada de qué arrepentirme, porque el arrepentimiento es la cuestión más baja moralmente. No me considero terrorista. Soy una prisionera política, una prisionera de guerra". Allí, frente a la cámara y con el puño derecho en alto arengó de forma religiosa: "Defender el marxismo, leninismo, maoísmo pensamiento Gonzalo", que era como veneraban a su líder Abimael Guzmán, alias Camarada Gonzalo.

La tarea del Estado: "Seguir y no perseguir"

Sin embargo, el problema, para el especialista Asencios del IEP, "no está en que ahora los senderistas salgan de prisión, el problema está en qué hace el Estado y qué hacemos nosotros como sociedad para reinsertarlos. El Estado tiene que hacer su trabajo de inteligencia y seguirlos, pero no perseguirlos". Una persecución provocaría, según el experto, que los senderistas opten por ingresar a movimientos políticos afines a Sendero como el Movadef, el Movimiento por la Amnistía y Derechos Fundamentales. "Otra mala estrategia sería censurar al Movadef. Que sus ideas son incorrectas, no hay duda, pero hay que enfrentarlas, confrontarlas y derrotarlas. Un trabajo que deberían hacer los partidos políticos. De otro modo se van a victimizar", asegura Asencios.

En la actualidad, Guzmán sigue afrontando diversos juicios en Perú.Imagen: picture-alliance/AP Photo/M. Mejia

Al respecto, el jurista Ibazeta se muestra en contra: "El error del Estado es que hasta ahora no los ha proscrito y no modificó el marco normativo antiterrorista. Eso ha permitido que organizaciones fachada sigan apareciendo". Ibazeta propone crear una comisión interinstitucional y multidisciplinaria de sociólogos, políticos, economistas, juristas y especialistas en seguridad, "porque se necesita un diagnóstico actual para establecer la magnitud del desafío".  

Según el informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), alrededor de 12.564 personas fueron asesinadas o desaparecidas por el grupo terrorista. "También se debería ahora impulsar una cultura de la memoria entre los jóvenes para recordar y no olvidar, para que sepan lo que hizo Sendero", dice el experto del IEP y añade que las heridas siguen abiertas en la sociedad peruana. Una sociedad que, al parecer, todavía no está dispuesta a perdonar a Sendero Luminoso. 

Autor: Camilo Toledo-Leyva (VT)

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