Su hijo, Juan Carlos Galván, tenía 23 años cuando desapareció en junio de 1976. En entrevista con DW, Pepa Pussek de Galván cuenta su historia, su lucha y su presente en Alemania.
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Su nombre es Josefa, pero todos la conocen como Pepa, y así le gusta que la llamen. Está a las puertas de su cumpleaños número 92, y mantiene su semblante amable y su sonrisa en los ojos. Pese a todo. Porque la suya es una vida de lucha y de búsqueda incansable de justicia.
Allá por 1976, su hijo Juan Carlos -Pelusa para ella- fue secuestrado en la larga noche de la dictadura argentina, y desde entonces permanece desaparecido.
Así, su dolor comenzó aquel día, y nunca terminó.
"Un chico tan bueno…”, se lamenta, atónita aún hoy. "Se lo llevaron en la mitad de la noche”, relata Josefa a DW.
"Él vivía con Leti, su mujer, en la parte de atrás de mi casa”, explica. "Y entró una tropilla de animales para llevarse a un chico dormido”, se indigna.
Fue el 15 de junio de 1976. Juan Carlos Galván tenía 23 años y trabajaba como tornero en el área de mantenimiento de la tradicional empresa láctea argentina SanCor. Allí participaba de las reuniones del sindicato y era miembro de la comisión interna de la empresa. Probablemente, para sus desaparecedores, razones suficientes para hacerlo desaparecer.
Búsqueda incansable de Justicia
Así comenzó entonces para Pepa el peregrinar, junto a otras madres y familiares de desaparecidos en la provincia argentina de Córdoba, con más preguntas que certezas, con más incertidumbre y miedos que respuestas, para buscar a su hijo, para denunciar su desaparición, para exigir justicia, para entender lo siniestro.
Cada jueves estuvo en las rondas de la Plaza San Martín, exigiendo justicia y memoria. "Yo sentía que ahí estaba Pelusa”, abre su corazón.
Sin descanso, recorrió dependencias del Estado, policiales, de las Fuerzas Armadas, iglesias y organismos de derechos humanos. Se sumó a"Familiares de desaparecidos y detenidos por razones políticas", organismo que había nacido ese mismo año en la provincia mediterránea y luego se extendió a todo el país.
"Perdí las piernas buscando a mi hijo”, le dice a esta periodista, y sus palabras estremecen.
A su lado, siempre, Jaime, su hijo menor, sostén y compañero de lucha. Su primer marido, y padre de Juan Carlos Pelusa, había fallecido cuando el pequeño tenía apenas 5 años. También enviudó muy pronto de su segunda pareja, padre de Jaime.
Pero ella siempre siguió adelante, sin concebir siquiera otra posibilidad. Más de 30 años –"31 años”, aclara orgullosa- trabajó en la Parroquia de su ciudad, en Córdoba capital. "También tejía: unos escarpines de todos colores, viera qué lindos”, cuenta con mirada iluminada.
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Nueva vida en Alemania
Su nuevo hogar desde hace casi 3 años es una residencia para mayores en el casco antiguo de la ciudad alemana de Colonia, ciudad adonde emigró su hijo Jaime.
"Mi papá era alemán, y se fue en los años 20 a la Argentina”, relata, como quien siente que, de alguna manera, está volviendo.
Pero, sobre todo, con ella ha traído sus recuerdos, su historia y su lucha. Fotos y retratos, -amarillentos y en vivos colores-, pueblan las paredes de su habitación. Perfectamente conservados están también los dibujos del colegio hechos por Pelusa. "Mire qué bien que dibujaba”, apunta.
En la charla, repasa con detalle varias generaciones de la historia familiar. Casi al pasar, explica que su bisabuela era "Guevara”, tía directa del célebre Che, quien, efectivamente, pasó largas temporadas en la provincia de Córdoba.
También la acompañan el infaltable mate y el termo con agua tibia. El "andador” que -se supone- la ayudaría a caminar, prefiere usarlo para apoyar sus libros. Allí reposan "Memoria de mis putas tristes”, de García Márquez, y "La Argentina robada”, de Mario Cafiero.
A través de la ventana, ve llover. "Justo que hoy iba a salir”, se ríe irónica. Ya no tiene tantas ganas de hacerlo. Allí está bien.
Sí salió días atrás, para recibir el reconocimiento "Juana Azurduy” del Gobierno argentino, de manos del Embajador en Alemania, instituido especialmente para homenajear a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
Porque "iniciaron en plena dictadura cívico militar un movimiento por la defensa de la Verdad y la Justicia y, a lo largo de más 40 años, se han transformado en un ejemplo global del modelo ético de lucha por la dignidad de los pueblos del mundo", según consigna el comunicado oficial.
Tan lejos y tan cerca. A casi 12.000 kilómetros de su tierra natal, pero con lo indispensable en su equipaje. Pepa sabe que hizo todo lo que podía hacer por la memoria de su hijo.
Pelusa fue visto por testigos en el campo de concentración La Perla. Permanece desaparecido.
(ms)
Megajuicio a represores: un hito en la historia de Argentina
La dictadura argentina (1976-1983) fue duramente juzgada en una megacausa que condenó por crímenes de lesa humanidad a 48 militares.
Imagen: picture-alliance/AP Photo/E. di Baia
El golpe
El general Jorge Rafael Videla (centro) jura como presidente de la República Argentina, el 24 de marzo de 1976, acompañado por el almirante Emilio Massera (izq.) y el brigadier Orlando Agosti (der.), miembros de la cúpula militar que derrocó a la entonces presidenta democrática Isabel Perón, esposa de Domingo Perón. Todos los que posan en la foto fueron condenados por crímenes de lesa humanidad.
Imagen: AP
Cuando empezó el horror
Dos soldados del ejército leen un periódico en la Plaza de Mayo, en el corazón de Buenos Aires, el día en que las Fuerzas Armadas tomaron el poder. Durante los siete años (1976-1983) que duró el gobierno militar, las fuerzas armadas emprendieron una campaña contra opositores políticos y movimientos culturales. Los grupos de derechos humanos elevan la cifra de desaparecidos a 30.000.
Imagen: AP
Nunca más
La CONADEP fue una comisión creada por el ex presidente Raúl Alfonsín en 1983, tras el advenimiento de la democracia en Argentina, que investigó violaciones a los DD. HH. durante la dictadura bajo la dirección del escritor argentino Ernesto Sábato. Su informe final "Nunca más" dio paso a los primeros juicios a los jefes militares, entre ellos Rafael Videla y Emilio Massera (ver primera foto).
Imagen: picture-alliance/dpa
"Perdón" a los represores
Apenas asumió en 1989, el ex presidente Carlos Menem (der.), anunció una serie de decretos que indultaron a los responsables del golpe, librándolos de toda posibilidad de juzgamiento. El beneficio extendió el “perdón oficial” a los jefes militares procesados no favorecidos por las leyes de “Punto Final” y “Obediencia Debida”, promulgadas por el expresidente Ricardo Alfonsín (izq.) en 1986 y 1987.
Imagen: Daniel Garcia/AFP/Getty Images
Juicios en marcha
El entonces presidente Néstor Kirchner promulgó, el 2 de septiembre de 2003, la ley 25.779 que declaró la nulidad de las leyes de “Obediencia Debida” y “Punto Final”, que hasta ese momento frenaban los juicios de lesa humanidad. A su tiempo y en un decisión histórica, la Corte Suprema de Justicia habilitó el juzgamiento de cientos de represores que habían sido indultados en los 80.
Imagen: picture alliance/dpa
Madres y Abuelas de Playa de Mayo
Las Madres de Plaza de Mayo, primera organización en denunciar los crímenes de la dictadura junto con las Abuelas de Plaza de Mayo, marchan con una pancarta con retratos de desaparecidos por la conmemoración, en 2015, del 39° aniversario del golpe. Los jueves de cada semana de todo el año, desde 1977, realizan su emblemática marcha alrededor de la Pirámide de Mayo frente al Palacio de Gobierno.
Imagen: Getty Images/AFP/J. Mabromata
El "Ángel de la Muerte"
Alfredo Ignacio Astiz, conocido como el Ángel de la Muerte, fue un capitán de la Armada Argentina y operó durante la dictadura militar argentina como infiltrado en las organizaciones de derechos humanos. Este jueves (30.11.2017) fue condenado a cadena perpetua por la desaparición de las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Dumont y la muerte de la sueca Dagmar Hagelin, entre otros crímenes.
Imagen: picture alliance/dpa/picture-alliance
Arrojadas al mar
Alice Domon, apodada Caty, fue una monja católica francesa secuestrada durante la dictadura argentina y arrojada desde un avión militar entre el 17 y 18 de diciembre de 1977 en el mar argentino, cerca de la localidad de Santa Teresita, junto con Léonie Henriette Duquet, compañera de Domon en la congregación. El caso de ambas es mundialmente conocido como el de "las monjas francesas".
Imagen: Getty Images/AFP
El día de su muerte
Léonie Henriette Duquet fue una monja católica francesa detenida-desaparecida durante la dictadura militar. Al producirse el golpe militar, ella y Domon empezaron a participar en las organizaciones de DD. HH., algo que definió su participación en una solicitada crítica al gobierno militar publicada por el diario La Nación el 10 de diciembre de 1977, el mismo día de su desaparición.
Imagen: Getty Images/AFP
Los NN
Personal del Equipo de Antropología Forense (EAAF) trabaja en una exhumación de cadáveres en el cementerio de San Vicente en Córdoba, Argentina, en 2003. El EAAF es una ONG científica argentina creada en 1984 con el fin de ayudar a identificar restos de personas vinculadas a crímenes de la dictadura. Desde el año 1986 trabajó en más de 30 países, incluidos Bosnia, Angola, Kosovo y Sudáfrica.
Imagen: picture-alliance/dpa
El papa Francisco
El Premio Nobel de la Paz argentino, Adolfo Pérez Esquivel, habla con medios después de una reunión privada en el Vaticano con el Papa Francisco, en Roma, el 21 de marzo de 2013. Esquivel defendió a Francisco contra numerosas acusaciones en su contra por complicidad con las Fuerzas Armadas que gobernaron argentina aludiendo a una “diplomacia silenciosa”.
Imagen: Reuters
Reencuentro
Estela de Carlotto (der.), presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, abraza a su nieto Guido, el hijo de su hija Laura desaparecida en 1976 y la persona 114 identificada por el grupo, en Buenos Aires, el 8 de agosto de 2014. Ignacio Hurban, secuestrado durante la dictadura, nació en realidad como Guido Montoya Carlotto, hijo de un prisionero político asesinado por el régimen militar.
Imagen: Getty Images/AFP/L. La Valle
Frente al tribunal
En una vista general de la audiencia de sentencia, los 52 soldados y los dos civiles que fueron sentenciados el miércoles (29.11.2017), escuchan el veredicto del tribunal por los llamados “vuelos de la muerte” y otros crímenes cometidos en el centro de tortura Escuela de Mecánicos de la Armada (ESMA).
Imagen: Getty Images/AFP/J.G. Toledo
Obama presente
El ex presidente de EE. UU., Barack Obama (izq.), y el actual presidente argentino, Mauricio Macri (der.), arrojan flores al río desde el Parque de la Memoria en el 40º aniversario del golpe de Estado de 1976. Desde que Macri asumiera el gobierno, más de 50 represores condenados fueron beneficiados con la prisión domiciliaria, según la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad.
Imagen: Getty Images/AFP/N. Kamm
Hollande por la memoria
El ex presidente francés, François Hollande (der.), también visitó el Parque de la Memoria, el 25 de febrero de 2016, para arrojar flores al Río de la Plata en memoria de los desaparecidos durante la dictadura. Lo acompaña la presidenta de Abuelas de la Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, movimiento que busca niños secuestrados por el régimen militar para regresarlos a sus familias legítimas.
Imagen: picture-alliance/dpa/D. Fernandez
Visita de Steinmeier
El entonces ministro de Relaciones Exteriores de Alemania y actual presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier (der.), y la directora de la ONG Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto (izq.), tienen flores en sus manos antes de arrojarlas el río para honrar a las víctimas de la dictadura argentina, en el Parque de la Memoria en Buenos Aires, Argentina, el 3 de junio de 2016.
Imagen: picture-alliance/dpa/V.R.Caivano
El Megajuicio
El ex capitán de la armada Jorge Eduardo Acosta (izq.), el ex espía Alfredo Astiz (segundo a la izq.), apodado "el Ángel de la Muerte"; y otros miembros de las Fuerzas Armadas esperan la sentencia del Tribunal Oral Federal N° 5 en Buenos Aires, este miércoles (29.11.2017). Acosta y Astiz fueron sentenciados a cadena perpetua junto con otros 46 represores, que también fueron condenados.
Imagen: picture-alliance/AP Images/V.R. Caivano
Esperanza
Al cumplirse 40 años del último golpe de Estado de la historia argentina, el 24 de marzo de 2016, se hicieron públicos datos de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad de Argentina, informando que hasta entonces habían sido condenados 703 represores en 156 sentencias. Sin embargo, el informe también alertó que “únicamente el 25% de las personas condenadas tiene su sentencia firme".