Investigando denuncias de Unicef sobre explotación infantil en el cultivo y cosecha de amapola y marihuana en el llamado Triángulo Dorado -donde confluyen los Estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango, en el norte de México, hoy una región impenetrable por los niveles de violencia en la guerra entre los cárteles-, fue como la periodista mexicana Anabel Hernández, colaboradora de Reporte Índigo, se percató del entorno social que permitió que surgieran en México los actuales grandes capos de la droga.

“Me di cuenta de que el Chapo Guzmán fue uno de esos niños y que Arturo Beltrán Leyva, otro de los grandes capos, había tenido una infancia similar y hasta el propio Ismael “El Mayo” Zambada. Todos ellos son hijos de campesinos, gente sin educación, que se dedicaban al cultivo de droga porque no tenían otra cosa de qué vivir, y ahora son grandes capos del narcotráfico en México”, indica.

Joaquín “El Chapo” Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, es ahora el principal traficante de drogas y uno de los hombres más acaudalados del mundo, cuya fortuna se cifraba, según la revista Forbes, en unos 1.000 millones de dólares en 2009. Desde su fuga de una prisión de alta seguridad en 2001 es el hombre más buscado por el FBI e Interpol, tras la muerte de Osama bin Laden.

Los Señores del Narco

La periodista publicó el año pasado su último libro “Los Señores del Narco”, donde revela el sórdido mundo de mentiras, traiciones y dinero en el que están involucrados narcotraficantes, políticos y empresarios en México. Durante una Conferencia Internacional organizada en Berlín por la Fundación Heinrich Böll, cercana al Partido de Los Verdes, la periodista, que integra el panel de expertos de distintas disciplinas que discuten sobre la criminalidad organizada y el futuro de un mundo democrático, habló sobre la difícil labor de los periodistas investigativos en México.

Anabel Hernández sostiene que desde el sexenio del presidente Luis Echeverría (1970-1976) hasta el de Ernesto Zedillo (1994-2000), los cárteles de la droga convivían en paz y para todos hubo protección del Gobierno federal. Sin embargo, con la llegada de Vicente Fox (2000-2006), se privilegió exclusivamente al Cártel de Sinaloa y se declaró la guerra a todos los demás y eso explica en buena manera la escalada de violencia en el país. “La protección al Chapo Guzmán ha perdurado hasta hoy en día”, asegura.

Hernández sostiene que el cártel de Sinaloa es entre tanto la organización criminal más poderosa del mundo, por encima de la mafia rusa, de la Camorra y de la Drhangetta italiana y eso se ve por las rutas de la cocaína que pasan forzosamente por México. Afirma que la gente que lava dinero en México son empresarios poderosos que son también los que financian las campañas políticas y citó a una acaudalada familia propietaria de medios de comunicación, hoteles y hospitales que guardaban en su hangar los aviones de “El Chapo “ Guzmán.

Protectores de El Chapo

En su libro Anabel Hernández da detalles sobre las poderosas figuras que protegen a Guzmán Loera y su clan del Cártel de Sinaloa. Entre ellos Genaro García Luna, actual Secretario de Seguridad Pública en el gabinete de Felipe Calderón. Por investigar la figura del funcionario, la periodista se ha convertido en blanco de amenazas constantes contra ella, su familia y compañeros periodistas que han sufrido detenciones y atropellos. “Me enteré, por una de mis fuentes que García Luna estaba ofreciendo mejores salarios y puestos a cambio de que me mataran”, dice. “Sigo viva pero ha habido atentados contra mi familia, amenazas de gente encapuchada que llega en vehículos con armas largas. Ha sido una pesadilla. Me han dicho que es hora de que me vaya de México”, dice.

La periodista, portadora del Premio Nacional de Periodismo 2002 por revelar los excesivos gastos del entonces presidente Vicente Fox en la Residencia de Los Pinos, escándalo conocido como “Toallagate”, señala que la mejor manera para protegerse de las amenazas es publicándolas: “La experiencia que hemos aprendido en medio de toda esta violencia los periodistas, en un país donde han sido asesinados 66 informadores los últimos años, es que cuando hay advertencias o amenazas hay que hacerlas públicas. Ésa es la mejor manera de hacer visible lo invisible y aumentar el costo político de quien pretende concretar algo así”, concluye.

Autora: Eva Usi
Editora: Emilia Rojas