No sólo descubrió la llamada "partícula de Dios", sino que previó su existencia décadas antes de que ésta se comprobara. El escocés ganador del Premio Nobel de Física es un científico temperamental.
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Cámaras gigantes para micropartículas
Aquí se demostró la existencia del bosón de Higgs: en el acelerdor de hadrones (LHC), los iones colisionan entre sí a la velocidad de la luz. Así surgen las partículas elementales más pequeñas.
Imagen: DW/F.Schmidt
Premio Nobel de Física 2013: la partícula de Dios
Hace casi 50 años, el físico Peter Higgs describió una partícula de importancia decisiva. Es la que mantiene unidas a las partículas elementales que componen la materia. Peter Higgs y su colega François Englert solo predijeron teóricamente su existencia. Recién en 2012 fue comprobada en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN).
Imagen: 2012 CERN
El microcosmos
Aquí se demostró la existencia del bosón de Higgs, con el detector Atlas del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN). ATLAS es una gigantesca cámara digital, capaz de fotografiar las partículas más pequeñas del universo. Este mural da una idea solo aproximada del tamaño de ATLAS. El original se encuentra a una profundidad de unos 90 metros y es un poco más grande.
Imagen: DW/F.Schmidt
Casco obligatorio
Cuatro cámaras-detectores se encuentran a lo largo del LHC, el acelerador de partículas del CERN. Sus nombres son ALICE, ATLAS, CMS und LHCb. Quien quiera verlas, debe descender a las profundidades de la Tierra en los Alpes. Allí es obligatorio el uso de cascos.
Imagen: DW/F.Schmidt
Imágenes del mundo del big bang
Así se ven las imágenes captadas por los detectores. Al colisionar protones o iones de plomo a la velocidad de la luz, se liberan las partículas elementales más pequeñas. Así se encontró el bosón de Higgs. Se trata de las partículas que conformaban nuestro universo en el primer billonésimo de segundo tras el Big Bang.
Imagen: 2011 CERN
A la velocidad de la luz
En este tubo se aceleran iones de plomo y protones de hidrógeno, a través de un canal al vacío. La fuerza electromagnética los mantiene en su curso. El tubo tiene 27 kilómetros y está ubicado bajo tierra, entre Suiza y Francia. Los cuatro grandes detectores dan acceso al sistema de tuberías. Allí se producen las colisiones de partículas.
Imagen: DW/F.Schmidt
El mayor refrigerador del mundo
Los imanes que mantienen al haz de partículas en su curso constan de bovinas de supraconductores. Los cables son enfriados a -271,3 grados Celsius, de modo que ya no tengan resistencia eléctrica. Para eso se requiere helio líquido, que fluye por las cañerías. El CERN tiene así el mayor refrigerador del mundo.
Imagen: DW/F.Schmidt
Precisión magnética
El LHC no es un círculo preciso sino que consta de tramos rectos, interrumpidos por curvas en las que el haz se desvía de forma electromagnética. Los magnetos son muy precisos y dirigen el haz de manera que con gran probabilidad dos protones puedan chocar. La colisión se produce justo en medio del detector.
Imagen: DW/F.Schmidt
8000 imágenes por segundo
El detector ALICE, abierto: cuando está en funcionamiento, colisionan en su centro haces de iones. Las partículas que así se generan vuelan en diversas direcciones a través de varios chips de silicio, a semejanza de los sensores de las cámaras digitales. Los chips y otros sensores registran la trayectoria de las partículas.
Imagen: DW/F. Schmidt
A la caza de muones
El detector Atlas tiene sensores muy especiales, como el espectómetro de muones. Como grandes alas, se encuentran fuera del núcleo del detector. Con ellos se puede capturar muones, unas partículas que son muy difíciles de detectar porque solo existen durante dos millonésimas de segundo.
Imagen: DW/F.Schmidt
A prudente distancia
Todos los detectores tienen salas de control como ésta, de ATLAS. Cuando el acelerador de partículas está funcionando, nadie puede permanecer en las instalaciones subterráneas.Un rayo de protones fuera de control podría derretir 500 kilos de cobre. Una fuga de helio podría causar congelamiento o ahogo. Además, el haz de partículas puede generar radioactividad.
Imagen: DW/F. Schmidt
Marea de imágenes
Los cuatro detectores entregan datos 40 millones de veces por segundo. Dado que no todas las colisiones son de interés para los científicos, los datos se filtran; quedan unas 100 colisones relevantes por segundo. Y eso equivale a unos 700 Megabytes por segundo. Todos los datos van a parar primero al centro computacional del CERN.
Imagen: DW/F.Schmidt
Veinte kilómetros de CDs
El CRN produce al año tantos datos, que formarían una torre de CDs de 20 kilómetros de altura. Los archivos no dan abasto. Por eso, los datos se distribuyen por todo el mundo. Más de 200 universidades y centros de investigación han formado con el CERN una enorme red computacional.
Imagen: DW/F.Schmidt
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El verano de 2012, cuando se hizo evidente que la partícula conocida como “bosón de Higgs” existía en realidad, creció el furor de los medios en torno de Peter Higgs, un físico escocés que ya en la década de los sesenta había pronosticado la existencia de la citada partícula.
Científicos de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) fueron quienes localizaron el “bosón de Higgs” a través del acelerador de partículas. A Higgs esto no lo hizo muy feliz. “Cada vez que la gente del CERN daba a conocer un indicio acerca del bosón, la prensa se me echaba encima lanzándome una avalancha de preguntas”, dijo el hoy Premio Nobel de Física a su colega Simon Hands, en 2012.
Nobel de Física para Englert y Higgs
01:12
Un físico por vocación
Alan Walker, científico de la universidad de Edimburgo, aconseja a los periodistas que traten de hablar con Higgs. Éste, dice Walker, “prefiere hablar con quienes entienden de física, porque pueden informar de manera más precisa y apegada a la realidad”.
Peter Higgs ha sido profesor emérito desde 1996, pero hasta nuestros días se muestra como un físico de profunda vocación. Rechaza especular acerca de acontecimientos futuros. Anuló su membresía a la organización Greenpeace cuando ésta comenzó una campaña en contra de la ingeniería genética. Y cuando alguien le pregunta acerca del “bosón de Higgs”, de inmediato lanza una disertación científica. Las explicaciones sencillas no son lo suyo.
Ensayo trascendente
En 1964, Peter Higgs impartía cátedra en el Tait Institute de Edimburgo, donde por primera vez esquematizó la idea que lo haría mundialmente famoso y, además, merecedor del Premio Nobel de Física. Higgs sostuvo que debía existir una partícula, aún no descubierta, que explicaría por qué la materia tiene masa. Hasta ese momento, la física no había explicado satisfactoriamente esto. “A mí me pareció obvio”, dijo el científico en una conferencia de prensa.
El ensayo científico en el cual expuso su teoría constó de tan solo una página. “No estaba consciente del impacto que causaría, pero sí sentí que era lo mejor que había hecho yo hasta ese momento”, aseveró más tarde. “Me sentí muy decepcionado cuando la segunda versión de mi estudio fue rechazada”.
La revista Physics Letters, en efecto, se negó a publicar el ensayo. Quizá la teoría era demasiado revolucionaria. Pero Peter Higgs persistió. Añadió una conclusión a su ensayo y consiguió publicarlo en una revista rival editada en Estados Unidos.
Estragos del tiempo
Un óleo con la imagen de Peter Higgs cuelga en la Universidad de Edimburgo, y un acrílico, en la Galería Nacional de Escocia. Pero el tiempo deja sus huellas en este científico. Higgs a veces tiene dificultades para hablar, oye mal, y sus manos suelen temblar.
Sus colegas usan el Power Point para sus presentaciones, mientras el escocés se aferra al proyector de diapositivas y a las notas hechas a mano.
El cénit de su carrera científica se produjo apenas unos años después de haber publicado el famoso ensayo. No fue él mismo, sino otros físicos quienes lograron avanzar a partir de la teoría de Higgs.
Cuando periodistas le preguntaron para qué podría servir el “bosón de Higgs”, la respuesta estuvo cargada de honestidad: “No tengo idea. No se me ocurre cómo aplicar estos conocimientos de modo práctico”.
El hoy Premio Nobel de Física detesta el término “partícula de Dios”. Higgs nunca ha usado ese término, ni piensa hacerlo. “No soy creyente, pero me parece fuera de tono usarlo porque podría ofender a algunas personas”, dijo alguna vez.
¿Y qué opina el científico sobre los recientes logros alcanzados en el CERN de Ginebra? Aquí la respuesta es igual de elocuente. “Me sorprende que todo esto haya sucedido estando aún yo en vida. Pero a veces se siente muy bien saber que uno ha tenido razón”.