La feria bienal Photokina ha cambiado de aspecto, con drones volando por los pasillos y todoterrenos que muestran qué es lo que les gusta fotografiar a los amantes de las cámaras, muchas de las cuales se fabrican para su uso en condiciones extremas por los más aventureros. ¿Son impermeables? ¿Resistentes a los golpes? ¿Se conectan a la red? Esas son las preguntas más escuchadas.

La principal razón para estos cambios no se menciona en el programa, pero está clara para todos los visitantes. La llevan en el bolsillo: el teléfono inteligente. Los 'smartphones' han sacudido el mercado en los últimos años.

Los tiempos cambian

Esto no pasó de la noche a la mañana. "Muchos jóvenes tienen hoy una idea de la fotografía distinta: cuando yo era joven, se necesitaba una cámara para tomar fotografías. Yo no tenía una, por lo que no podía hacer fotos", dice a DW Ove Bengtsson, gerente de productos de la firma sueca Hasselblad. Esta firma, sin embargo, es de esos fabricantes que no sufren demasiado la competencia de los teléfonos inteligentes. Sus productos de alta tecnología, con precios que rondan los diez mil euros por cámara y objetivo, van destinados a los profesionales.

Tampoco las compañías de impresión digital tienen nada que temer a los 'smartphones', antes al contrario. "Cualquiera puede encargar productos fotográficos con las imágenes tomadas con su teléfono, eso es genial para nosotros", celebra Thomas Mehls, de la firma Cewe, de Baja Sajonia, dedicada a la impresión de álbumes de fotos a través de un software sencillo que permite maquetar fácilmente las imágenes digitales.

¿Gastar papel? ¿Eso no es poco ecológico? "Compensamos el CO2 emitido promoviendo un proyecto forestal en un área de Kenia que sería como dos veces Berlín", dice Thomas. "Si tienes fotos de tu boda o de un gran crucero, la gente quiere tenerlas en un álbum de fotos, y no pudriéndose en un disco duro".

Las preguntas no formuladas

Volviendo a los fabricantes, el desarrollo técnico, por supuesto, continúa. Y se presenta en Colonia: más resolución o mejores estabilizadores de imagen. Algunos se centran en el público más joven, con cámaras acoplables al casco de esquiar o de moto, para hacer fotos desde un 'dron' o para grabar desde el instrumental del auto un viaje en carretera. Pero aquí sólo interesa superar las dificultades técnicas. Si estos aparatos vulneran la privacidad o no son seguros, ni se plantea.

Otra respuesta al desafío que supone el 'smartphone' es integrarlo en nuestra tecnología o viceversa. Zeiss presenta en la Photokina sus 'ExoLens', que convierten el iPhone en una auténtica cámara fotográfica. Algo similar hace Hasselblad con sus objetivos que se acoplan magnéticamente al teléfono. "Queríamos averiguar qué podíamos lograr con Motorola y Lenovo y hemos integrado nuestra tecnología óptica y de procesamiento de imágenes en sus 'smartphones", nos explica Bengtsson. "Se trata de complementar nuestra oferta, no de sustituir a las cámaras", aclara.

Es un camino del que Bengtsson está seguro de que merecerá la pena para Hasselblad. El ve como una oportunidad la irrupción del teléfono inteligente: "Basta con que una pequeña parte de esos jóvenes quiera sacar posteriormente fotos profesionales; necesitarán mejores herramientas… y verán de lo que es capaz una verdadera cámara".