Piden renuncia del presidente hondureño por presunto fraude
30 de agosto de 2018
Centenares de hondureños pidieron la renuncia del presidente, Juan Orlando Hernández, porque habría sido reelegido mediante fraude en 2017. Los manifestantes exigen además, la libertad de 22 “presos políticos”.
Publicidad
Durante una marcha pacífica que salió de un bulevar que cruza frente a la estatal Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) en las inmediaciones de la Casa Presidencial, en Tegucigalpa, los manifestantes expresaron su rechazo a la reelección de Hernández el 26 de noviembre de 2017.
Los manifestantes, convocados por el movimiento Convergencia Contra el Continuismo, que aglutina a más de una docena de organizaciones, exigieron "la recuperación del Estado de derecho y la renuncia inmediata del dictador Juan Orlando Hernández, impuesto en el poder mediante fraude electoral en las elecciones del 26 de noviembre del 2017", según un comunicado.
Asimismo, pidieron la instalación "inmediata de una Asamblea Nacional Constituyente, Incluyente, Popular y Participativa", y que sean puestos en libertad "22 presos políticos".
La Alianza de Oposición contra la Dictadura, cuyo candidato presidencial en los comicios de noviembre pasado fue Salvador Nasralla, no reconoce a Hernández como presidente reelegido y ha venido exigiendo que el gobernante salga del poder.
"Criminalización de defensores de derechos humanos”
Portando banderas con el azul y blanco del país, y en rojo y negro del partido Libertad y Refundación (Libre), cuyo coordinador general es el depuesto expresidente Manuel Zelaya, los manifestantes exigieron el cese a la "criminalización" de los defensores de derechos humanos y que se "aplique una protección efectiva para su vida e integridad".
María Elena Méndez, de la Convergencia Contra el Continuismo, dijo que la movilización se convocó contra "la dictadura militar, patriarcal y racista". "Estamos en pie de articularnos en contra de este modelo neoliberal" que ha provocado "el despojo violento de nuestros bienes naturales, la privatización de los servicios públicos", subrayó Méndez. Además, se manifestaron contra "la impunidad y la corrupción" en Honduras, dos flagelos que no son nuevos en el país centroamericano, añadió.
Los manifestantes también exigen justicia para las "34 (personas) asesinadas" durante la crisis derivada del presunto fraude electoral, cuyas muertes, según los manifestantes, fueron perpetradas por la Policía Militar del Orden Público.
Además que se esclarezca "la desaparición forzada" del hondureño Manuel de Jesús Salvador el 3 de diciembre de 2017, durante el toque de queda impuesto en el marco del estado de excepción que se declaró el primer día de ese mes.
También la "reparación de la deuda histórica para los mártires durante el golpe de Estado de 2009" contra Manuel Zelaya, y justicia para los "detenidos (y) desaparecidos de la década de los (años) 80 durante la implementación de la doctrina de Seguridad Nacional que dejó 184 víctimas documentadas por el Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh)".
Asimismo, justicia para la ambientalista Berta Cáceres y la defensora de Derechos Humanos Margarita Murillo, asesinadas en 2016 y 2014, respectivamente, pese a que tenían medidas cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Los manifestantes también pidieron declarar "libre" el territorio hondureño de "concesiones mineras, hidroeléctricas, eólicas, fotovoltaicas, geotérmicas y ciudades modelos". Además, consideran que es "urgente la desmilitarización" de la seguridad pública, ya que ello "provoca apología del odio, violencia y fomenta la guerra".
JOV (efe, laprensa)
Refugiados hondureños arriesgan sus vidas para llegar a EE.UU.
Los refugiados de Centroamérica intentan llamar la atención sobre los abusos y ataques que sufren cuando intentan llegar a Estados Unidos. Sanne Derks los documentó en un albergue en Apizaco, México.
Imagen: Getty Images/D. McNew
En movimiento
La mayoría de los inmigrantes centroamericanos viajan en el techo de los trenes de mercancías. Los oficiales de migración controlan con más frecuencia los buses. Cruzar la frontera americana es un reto. En caso de que no puedan permitirse un "coyote", un traficante de personas, muchos transportan drogas para pagarse el trayecto hasta la frontera, controlada por los carteles del narcotráfico.
Imagen: DW/S. Derks
Jugándose la vida
Un tren en marcha puede ser peligroso. Alex García, granjero de profesión, perdió una pierna al tratar de bajarse de un tren en movimiento. Se está recuperando en un centro de acogida de refugiados y no sabe qué será de su vida después de haberse curado.
Imagen: DW/S. Derks
No llamar mucho la atención
Según Miguel Ángel (en la imagen), el peor riesgo en el camino es ser secuestrado por una banda de crimen organizado como, por ejemplo, los Zetas. La mayoría de los inmigrantes no tienen celulares o un portátil en caso de que sean atrapadados o extorsionados.
Imagen: DW/S. Derks
Un alivio tras el arriesgado viaje
Los inmigrantes tratan de encontrar cobijo a lo largo de la ruta en uno de los 52 albergues o centros de acogida en México. En Apizaco, pueden descansar 24 horas a excepción de cuando han resultado heridos o han sufrido accidentes. Los cuatro hombres de la imagen tienen permiso para quedarse por más tiempo, porque recibieron disparos o fueron heridos durante el viaje.
Imagen: DW/S. Derks
Esperando horas y horas
A veces, los inmigrantes tienen que esperar días para tomar el próximo tren. Delmín Flores (centro) y sus primos, Alejandro Deras y Luis Deras, están sentados al sol durante horas en frente del albergue. Se vieron obligados a abandonar la región cafetera en Honduras tras el desplome de los precios del café. De noche, corren el riesgo de ser atacados o asesinados por los traficantes de órganos.
Imagen: DW/S. Derks
Trepando para encontrar la seguridad
Muy pocos niños o mujeres realizan el viaje en tren. El riesgo de caer en mano de traficantes o ser violados es muy alto. Esta mujer y su hijo realizan el viaje acompañados de su marido, quien ha intentado cruzar la frontera más de 17 veces.
Imagen: DW/S. Derks
Heridas de balas
Herdín Varga cuenta cómo fue disparado por un guardia sobre el tren. Las balas lo hirieron en el brazo y en la garganta. Si la bala hubiera entrado un centímentro más a la derecha, hoy estaría muerto. Recibió el permiso de recuperarse en el albergue y seguir el viaje temporalmente por México en autobús
Imagen: DW/S. Derks
Rezando y pidiendo seguridad
El albergue fue fundado y financiado por el cura católico Ramiro Sánchez en 2010. Luego se convirtió en una organización civil, independiente del gobierno. Antes de que se sirva la comida, los refugiados rezan juntos. Muchos son creyentes y piensan que Dios los protegerá durante su viaje.
Imagen: DW/S. Derks
Fuera del albergue
Si han dejado el albergue, los inmigrantes no pueden volver a pasar la noche en él. Esta regla se aplicó para proteger la seguridad de los empleados, quienes temen que los inmigrantes puedan haber estado en contacto con los traficantes de órganos.
"El albergue es para la ayuda humanitaria, no para que la gente haga negocios", dijo Sergio Luna, empleado del albergue, a DW.
Imagen: DW/S. Derks
Todo en vano
Este grupo de inimigrantes abordó el único tren que pasó ese día, pero paró inmediatamente después de haber dejado la estación de trenes. Se vieron obligados a recorrer el camino de vuelta hacia el albergue y esperar a tener más suerte la próxima vez.