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Declaración de Deberes es un instrumento de empoderamiento

31 de mayo de 2018

La escritora española Pilar del Río, presidenta de la Fundación José Saramago, habla de la urgencia de asumir deberes y obligaciones, como postula la Carta inspirada en el pensamiento del escritor José Saramago.

José Saramago
Imagen: AP

"Con José Saramago nos encontramos porque compartíamos una forma de estar en la vida. Juntos o por separado, no podríamos renunciar a ser lo que somos ni a trabajar en aquello en que consideramos que es la parte que nos toca”, dice la escritora y traductora Pilar del Río, viuda del autor portugués, en entrevista con DW. Compartió más de dos décadas de vida y trabajo con el escritor y premio Nobel de Literatura, tradujo sus obras al español y juntos pensaron caminos mejores para la sociedad.

Por su "defensa de los derechos humanos, la promoción de la literatura portuguesa y el intercambio de la cultura portuguesa, española y latinoamericana", Pilar del Río recibió el premio Luso-Español de Arte y Cultura. Ahora impulsa desde la Fundación José Saramago, la cual preside, la Carta Universal de Deberes y Obligaciones de las Personas. 

Las inquietudes y reflexiones del autor de Ensayo sobre la ceguera fueron la inspiración para esta iniciativa de ciudadanos de la sociedad civil con la Fundación Saramago, la Universidad Nacional de México y la Fundación World Future Society-México.

DW: ¿Qué aporte significa una carta como ésta en los tiempos que corren?

Pilar del Río: Aporta conciencia de que las personas somos importantes en la resolución de los asuntos públicos. Hemos conseguido derechos y estos son absolutamente inalienables. Ahora, junto a los derechos, queremos poner las responsabilidades que nos empoderan: los seres humanos somos importantes, individual y colectivamente, por eso esta Declaración Universal de Deberes es un instrumento de empoderamiento ante nosotros mismos y ante el huidizo y oscuro poder. 

Aquí hay temas como solidaridad, identidad, no violencia ni discriminación, responsabilidad social y respeto por el medio ambiente, que hablan de un diagnóstico sobre la sociedad actual...

El poder no está gobernando para los ciudadanos y para preservar el planeta. Ninguno de los dos enunciados -seres vivos, salud del planeta- son prioridades de los Gobiernos y de quienes los sostienen, depredadores y generadores de conflictos. A ese panorama tremendo solo se pueden oponer seres humanos conscientes de su papel y de sus responsabilidades, personas que votan, se expresan, no aceptan y se enfrentan a designios que no están motivados para el bien común.

¿Qué podrían conseguir los ciudadanos?
Con ciudadanías preparadas, los Gobiernos estarían integrados por personas con criterios éticos, para las que el servicio público no fuera esta patética tragedia de luchas hegemónicas y de repartos de poder y riquezas que es en estos momentos. Mapa que los ciudadanos vemos perplejos, si es que no estamos ya definitivamente anestesiados y, por eso, resignados o indiferentes.

¿La Declaración de Derechos de la ONU no es suficiente para que éstos sean respetados?

 ¿En qué planes de enseñanza se estudia la Declaración de Derechos Humanos, todos los Derechos, como normas exigibles e irrenunciables? Si las personas no conocen sus derechos, ¿cómo los van a reclamar? ¿Y qué hacen los Gobiernos? Ocultan que existe esa declaración o la relacionan con activistas más o menos trasnochados. El cinismo de unos, del poder, es proporcional a la falta de conocimientos de otros, la inmensa mayoría de ciudadanos. Falta de conocimientos que no es inocente, por el contrario, es canalla y tal vez sea criminal. 

Pilar del Río, escritora y traductora, viuda del escritor José Saramago. Imagen: Rodrigo Benatti

Esta Carta se inspira en el pensamiento de José Saramago y su discurso de recepción del Nobel, ¿cómo nació esta idea?

Para José Saramago era inadmisible que se pudiera llegar a la luna y no atender la miseria en que malviven millones de personas. No es que no haya que llegar a la luna, que sí, es que también hay que resolver la extrema pobreza de la Tierra, porque gobernar sin investigación es malo, pero gobernar sin respeto por los contemporáneos, todos, también lo es. Y dijo José Saramago que si los Gobiernos no se ocupan de defender los derechos, que lo hagamos nosotros, los ciudadanos. Y luego, desde la responsabilidad, eso lo añado yo, a ver qué Gobiernos ponemos… Seguro que muchos de los que ahora se pasean insolentes declarando guerras y condenas, generando conflictos para vender armas, destruyendo para luego construir, no existirían. De sociedades sanas y activas políticamente no pueden nacer Gobiernos insanos instalados en el conflicto y en la corrupción. 

¿En lo personal, qué espera que suceda con esta Carta?

Que llegue a las conciencias de los ciudadanos y para eso tiene que estar en los planes de estudio de los países. Claro que este objetivo es difícil, pero la vida no es fácil. Lo importante es que, desde ya, cada uno de nosotros vayamos asumiendo nuestras responsabilidades y reclamando la difusión de estos textos, Derechos y Deberes. La conciencia clara de nuestras responsabilidades y poderes nos hará más conscientes de nosotros mismos y más libres. De un estado de opinión acerca de la importancia de estos documentos puede venir que los Gobiernos los asuman como forma de estar en el mundo. Y la ONU la promulgue. 

¿Cómo explica este compromiso de Saramago más allá de las letras, si es posible separar ambas cosas? 

José Saramago decía que donde fuera el escritor estaría el ciudadano. El ser humano que escribía era el mismo que miraba el mundo. No hacia propaganda, nunca, era un intelectual, por eso mismo no podía ignorar el tiempo en que vivía y donde.

¿Cuál diría que es su mayor legado, lo que a usted más la conmueve?

Su obra, que es de una belleza fascinante. Fue capaz de narrar con voz propia y con una poética singular los dolores y los sueños de los seres humanos que somos. Su obra, insisto, literaria, refleja el humanismo imprescindible que nos distingue y ensalza.

Victoria Dannemann (MS)

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