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Plantas invasoras: el recién llegado nos echa de casa

Vinagre, Emili19 de septiembre de 2008

Aunque son verdes, no vienen de Marte. La introducción de plantas en nuevos hábitats puede acarrear graves consecuencias económicas, medioambientales y para la salud.

La falsa acacia, un peligro para nuestros montes.Imagen: picture-alliance / OKAPIA KG

Como casi siempre, detrás de un fenómeno dañino para el medio ambiente, se esconde la acción del ser humano. Ya sea voluntaria o accidentalmente, el hombre ha provocado en las últimas décadas un cambio sin precedentes en los ecosistemas de todo el planeta, con la redistribución de especies vegetales y animales a hábitats donde hasta el momento su existencia era insólita.

Los motivos de esta "colonización" de nuevos horizontes son múltiples. Por un lado, el comercio de organismos vivos es una de las vías más importantes de introducción de especies exóticas. Plantas y animales que, en muchos casos, son "liberados" en un ecosistema nuevo que pueden acabar colonizando, con las consecuencias negativas que de ello se derivan. También la modificación de los ecosistemas por la acción humana -construcción de infraestructuras o deforestación, por ejemplo- pueden contribuir al fenómeno.

Finalmente, también hay causas accidentales que pueden explicar el fenómeno. Es el caso, por ejemplo, de sucesos meteorológicos extremos, como huracanes o inundaciones, que pueden trasladar organismos a través de grandes distancias.

Los invasores son verdes, pero no vienen de Marte

El tupinambo es una planta nativa de América.Imagen: picture-alliance / Hippocampus Bildarchiv

La situación es especialmente preocupante en lo que respecta al número de especies vegetales que en las últimas décadas han colonizado un nuevo hábitat. Según los datos de que disponen los científicos, sólo en Europa la cifra de plantas introducidas se ha multiplicado por tres en los últimos 25 años. Si en 1980 habían censadas "sólo" 1.568 tipos de plantas no autóctonas, en la actualidad dicha cifra se eleva a 5.789. De ellas, aproximadamente la mitad provienen de fuera del continente.


Son algunos de los datos que los ecólogos más prestigiosos de Europa han debatido en los últimos días en el marco del encuentro EURECO-GFOE 2008, celebrado en la ciudad alemana de Leipzig bajo el auspicio de la Federación Europea Ecológica (EEF) y de la Sociedad Ecológica de Alemania, Austria y Suiza (GFOE).


Según los datos de que disponen los científicos, la mayor parte de las plantas de nueva introducción se han localizado en República Checa, Bélgica y Gran Bretaña. Siempre distinguiendo entre especies introducidas y especies invasivas, aquellas que no solamente se han introducido en un hábitat nuevo, sino que se han convertido en una plaga en su nueva ubicación. Estas últimas pueden causar daños económicos, medioambientales e incluso a la salud humana.


Graves consecuencias medioambientales, pero también económicas


De entrada, la capacidad de adaptación de cada un creciente número de especies en hábitats que no son los suyos puede favorecer la extinción de las especies autóctonas, la pérdida de biodiversidad -por ejemplo, con la falsa acacia o "robinia pseudoacacia", que invade cada vez más rincones de los montes- e incluso la dispersión de enfermedades. Además, económicamente el fenómeno tiene efectos directos sobre las actividades agrícolas, con la necesidad que ello comporta de invertir dinero en la solución de los problemas.


Por último, los efectos sobre la salud no son para nada desdeñables. Por ejemplo, con la aparición de nuevos tipos de alergias. Un caso es el de la ambrosia, originaria de Norteamérica y que se ha expandido por gran parte de la geografía europea. Su polen se cuenta entre los más agresivos que existen. Un problema de salud que, en definitiva, se traduce en un problema económico.


La coniza es una especie problemática por su aparición en cultivos.Imagen: picture-alliance / Hippocampus Bildarchiv

El combate de las especies invasoras


La lucha contra la proliferación de nuevas especies invasoras resulta, en sí misma, un gran esfuerzo económico que no siempre da el fruto deseado. El mejor camino es, en este caso, el de la prevención. Consiste en evitar la entrada de nuevas especies invasoras y, al margen de la aplicación de programas de detección temprana, requiere la colaboración de los mismos ciudadanos. Recuerde, pues, que puede utilizar especies autóctonas para decorar su jardín o su balcón y que, en todo caso, si quiere disfrutar de una especia más exótica, procure no esparcir semillas por su bosque más cercano.

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