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Poca ganancia, mucha pérdida: Orbán y su política prorrusa

17 de agosto de 2022

Viktor Orbán sigue sosteniendo buenas relaciones con Moscú, a pesar de todo. Imperturbable, a menudo actúa como portavoz del Kremlin. Pero el costo político para Hungría es alto, tanto dentro como fuera del país.

El presidente ruso, Vladimir Putin, y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, en Budapest, el 30.07.2019.
El presidente ruso, Vladimir Putin, y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, en Budapest, el 30.07.2019.Imagen: Kremlin Press Office/Anadolu Agency/picture alliance

En un discurso en el balneario rumano Baile Tusnad, en los Cárpatos, en julio de 2022, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, criticó la mezcla de "razas” europeas y no europeas. En su opinión, eso conduciría a la desaparición de los pueblos de Europa, así como a la formación de sociedades "mixtas”, en un mundo "posoccidental”.

La terminología usada por Orbán, que recordaba al lenguaje nazi, causó controversia internacional. Menos controversia causaron las declaraciones de Orbán sobre Rusia y la guerra rusa contra Ucrania. Pero también merecen atención. El mandatario húngaro actuó en Baile Tusnad como un verdadero portavoz del Kremlin. Aludió al rechazo de Rusia de una posible membresía de Ucrania en la OTAN, lo que describió como "comprensible”, aunque no fuera un justificativo para la agresión.

Y repitió también las amenazas del ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, sobre que Rusia desplazará el frente de combate más hacia el oeste. Desembozadamente, Orbán aludió a la responsabilidad de Occidente, en especial de Estados Unidos, en la guerra, ya que ignoró las objeciones de Rusia en cuanto a seguridad, y apeló a que se llevaran a cabo negociaciones de paz de inmediato. Estas deberían realizarse entre Rusia y EE. UU., ya que este último es el que tendría que abordar las preocupaciones de Moscú, según dijo.

Veto contra sanciones de la UE

El hecho de que Orbán diera preferencia en su discurso a la narrativa rusa encaja a la perfección con el proceder del Gobierno húngaro desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, a fines de febrero de 2022. Este da prioridad a mantener relaciones fluidas con Moscú y ha desafiado abiertamente la política de sanciones contra Rusia de la Unión Europea. En junio pasado, por ejemplo, el Gobierno de Orbán incluso amenazó con vetar la aprobación del sexto paquete de medidas, solo para eliminar al patriarca ruso Kirill de la lista de sanciones de la UE. Eso, luego de que Hungría negociara con éxito una exención del embargo de la UE sobre el petróleo ruso.

Peligra la política social de Orbán

Mientras la UE llama a reducir la dependencia del gas ruso de los países miembros, el ministro de Relaciones Exteriores húngaro, Peter Szijjarto, se reunió en julio con su homólogo ruso para negociar la entrega de 700 millones de metros cúbicos adicionales de gas natural ruso a Hungría. Orbán ya había negociado con Putin en febrero, a fin de que Rusia suministrase a su país 1.000 millones de metros cúbicos adicionales de gas natural, además de los 4.500 millones anuales, con la esperanza de un acuerdo antes de las elecciones parlamentarias de abril de 2022 en Hungría. Pero eso fracasó.

El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, y el líder del Partido Ley y la Justicia (PiS), de Polonia, Jaroslaw Kaczynski, en Varsovia, el 22 de septiembre de 2017.Imagen: Pawel Supernak/PAP/dpa/picture alliance

Sin embargo, hace pocos días, aparentemente, se llegó a un acuerdo, aunque este no cumplió con las expectativas húngaras. Rusia prometió a Hungría en agosto solo 52 millones de metros cúbicos de gas. Y tampoco le entregaría la cantidad acordada por contrato debido a limitaciones en las entregas. Con ello, la política social de Orbán para poner coto al aumento de los costos de energía y vivienda corre peligro. Con su postura hacia Rusia, Hungría incluso se ha alejado de su aliado más importante, el Gobierno de derecha nacionalista de Polonia.

El fracaso de las relaciones entre el partido ultraconservador nacionalista Fidesz (Unión Cívica Húngara) y al polaco PiS (Ley y Justicia), también de ultraderecha, ha minado las aspiraciones de Orbán de formar una nueva alianza de extrema derecha en la Unión Europea. Esta abarcaría al Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos, liderados por el PiS, y al grupo Identidad y Democracia, encabezado por Agrupación Nacional (Rassemblement National), de Francia y la Liga (Lega), de Italia. No obstante, Fidesz continuará alimentando estos lazos con la esperanza de que esos partidos lleguen al poder. El discurso de apertura de Orbán en la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) en Texas, EE. UU., el 4 de agosto de 2022, en el que expresó su apoyo al expresidente Donald Trump y a su regreso al poder en 2024, demuestra que está comprometido con la cooperación internacional de las fuerzas radicales de derecha a largo plazo.

Juguete útil de las fuerzas antioccidentales

Una salida de Hungría de la UE, y en particular de la OTAN, no está a debate, ya que eso no es del interés de Orbán. Pero sus lamentos sobre el declive de Occidente y sus gestos benévolos hacia los enemigos de Occidente -principalmente a Rusia, pero también a China- seguirán siendo parte del conjunto de herramientas de política exterior de Hungría al que deben adaptarse los socios occidentales.

A pesar de eso, mientras que el enfoque de Orbán busca ampliar el margen de maniobra de Hungría, el efecto resultante es justamente el contrario. Luego de socavar la posición de Hungría como socio confiable en Occidente, sus políticas hacen de ese país un juguete útil para las fuerzas empeñadas en debilitar sus alianzas.

Zsuzsanna Vegh es investigadora de la Universidad Europea Viadrina e investigadora visitante del German Marshall Fund de Estados Unidos (GMF). El artículo refleja únicamente la opinión de la autora y no de las instituciones en las que realiza la investigación.

(cp/ers)

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