La comunidad mundial debate en Nueva York sobre las drogas. La declaración final apunta en la dirección correcta, pero se queda corta, opina Matthias von Hein.
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La comunidad mundial necesitó tomar carrera tres años para dar el salto. Ahora lo dio. Pero fue más bien un saltito… aunque en la dirección correcta.
En la tercera Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) sobre Drogas 2016 quedó claro que una fisura divide a la comunidad internacional: por un lado los países que quieren terminar con la “insensata guerra contra las drogas”, sobre todo en América Latina; por otro, países como China, Irán y Arabia Saudí, que penalizan delitos de drogas con la muerte.
El documento final, un acto de equilibrio entre ambos extremos, trae algunos progresos, pero no un nuevo enfoque con respecto a las drogas. Y un nuevo enfoque es urgentemente necesario: hay que terminar con la penalización, apostar por la política de salud pública y regular en lugar de prohibir.
Lo positivo: en el documento se subraya la importancia del fortalecimiento de los derechos humanos en relación con los drogadictos, las terapias de sustitución y los programas de cambio de jeringas. Importante es también que se exige un mejor acceso de los enfermos a medicamentos contra el dolor. Es inadmisible que millones de pacientes de cáncer vivan en agonía y para aliviar sus dolores tengan que recurrir a medicamentos solo un poco más fuertes que la aspirina.
Pero en el documento final aún se habla del objetivo de “un mundo sin drogas”. El mismo objetivo fue proclamado ya en 1998. En los 18 años pasados, el mundo no se ha acercado ni un palmo a esa meta. Por el contrario: hoy hay más drogas que nunca, disponibles a precios más bajos en cada vez más lugares. Nadie puede decir que no se lo haya intentado todo. En México y Colombia hasta lo militares fueron enviados a combatir a los narcotraficantes.
La “guerra contra las drogas” dejó de ser una metáfora para transformarse en una sangrienta realidad con miles de muertos. No obstante, las ganancias de los cárteles son cada vez mayores, lo mismo que el número de personas condenadas por delitos de drogas.
Pero los tiempos comienzan a cambiar. Ante la Asamblea General Especial, más de mil conocidas personalidades exigieron una opción a la represión. Entre ellas, expresidentes de México, Colombia, Brasil, Chile, Nigeria, Cabo Verde, Suiza, Portugal y Polonia. Y también el ex secretario general de la ONU Kofi Annan.
Unos 25 países experimentan actualmente con formas de despenalización de la posesión de drogas. El primer Estado en crear un mercado legal de cannabis fue Uruguay. Los resultados logrados hasta ahora son alentadores. Las catástrofes anunciadas por los augures que apuestan por la represión brillan por su ausencia. Hay que seguir en esa dirección.
Las Convenciones de la ONU sobre las Drogas permiten una interpretación flexible. Importante es dejar atrás el enfoque meramente represivo. Se dice que Albert Einstein definió así la locura: hacer siempre lo mismo, esperando llegar a resultados diferentes. Con su política de prohibición, eso es justamente lo que la comunidad internacional lleva a la práctica desde hace años.
Para aprender idiomas: el mismo texto en alemán aquí.
Laboratorios de drogas en Alemania
Mucho de lo que hoy día se produce en los oscuros laboratorios de drogas se remonta al empeño y espíritu inventor de científicos, militares y empresas alemanas.
Drogas para los soldados
Hitler envió a combatir a soldados dopados con psicoestimulantes a las campañas militares en Polonia (1939) y Francia (1940). Se estima que en la expedición militar contra Francia fueron repartidas 35 millones de píldoras de Pervitin. Esta anfetamina era conocida como “chocolate de tanque” o “píldora de Herman Göring”. No obstante, cabe señalar que también los aliados doparon a sus soldados.
Imagen: picture-alliance/dpa-Bildarchiv
Sin sueño, hambre o miedo
El milagroso remedio del Ejército alemán había sido fabricado por primera vez en forma líquida por un japonés. Químicos de la fábrica berlinesa Temmler lo desarrollaron, y en 1937 registraron la patente. Un año más tarde se comercializó como medicamento. El remedio ahuyentaba el cansancio, el hambre, la sed y el miedo. Hoy día, Pervitin se vende ilegalmente bajo otro nombre: crystal meth.
Hitler: ¿un adicto?
Los historiadores debaten si el mismo Adolf Hitler era adicto al Pervitin. Llama la atención que en las actas de su médico personal, Theo Morell, aparece muchas veces una X. Hasta hoy día no está claro qué remedio representa esta letra. Lo que es seguro es que a Hitler le fueron administrados medicamentos muy fuertes.
“Adiós a la tos gracias a la heroína”, rezaba un lema publicitario de finales del siglo XIX de la empresa alemana Bayer. En aquel entonces, la heroína era recetada para tratar la epilepsia, el asma, la esquizofrenia y las enfermedades del corazón, tanto a adultos como a niños. El único efecto secundario que señalaba Bayer era estreñimiento.
Químicos creativos
A Felix Hoffmann se lo conoce sobre todo como el inventor de la aspirina. No obstante, el químico alemán también hizo otro gran descubrimiento al experimentar con ácido acético: de la combinación entre ácido y morfina, derivada de la amapola, nació la heroína. Su producto fue declarado ilegal en 1971.
Cocaína para los oftalmólogos
Ya en 1862, la empresa Merck, con sede en Darmstadt, producía grandes cantidades de cocaína como anestésico para los oftalmólogos. El investigador Albert Niemann había experimentado con hojas de coca en Sudamérica, logrando aislar un alcaloide especial, que llamó cocaína. Niemann murió poco tiempo después de haber hecho su descubrimiento.
Imagen: Merck Corporate History
"Eufórico y con ganas de trabajar"
El neurólogo Sigmund Freud consumió cocaína para fines científicos. En su ensayo “Escritos sobre la cocaína”, Freud describió la sustancia como inofensiva. Uno se siente “eufórico, lleno de energía y con ganas de trabajar”. Tras la muerte de un amigo drogadicto disminuyó su entusiasmo por la cocaína. En aquel entonces, ésta también era recetada contra los dolores de cabeza y de estómago.
Imagen: Hans Casparius/Hulton Archive/Getty Images
La patente olvidada
El químico estadounidense Alexander Shulgin es considerado el inventor de la droga éxtasis. No obstante, solo la redescubrió. En 1912, la empresa alemana Merck solicitó la patente para un aceite de nombre 3,4-metilendioximetanfetamina o MDMA. En aquel entonces, los químicos habían calificado la sustancia de poco comercializable.
Imagen: picture-alliance/epa/Barbara Walton
La larga sombra
El espíritu descubridor de los químicos alemanes aún repercute -involuntariamente- en el presente. Según estimaciones de las Naciones Unidas, en 2013 cerca de 190.000 personas murieron como consecuencia del consumo de drogas ilegales.