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Política exterior británica: entre Irán y Estados Unidos

30 de julio de 2019

Si EE. UU. y Gran Bretaña llegaran a coordinar sus operaciones en el estrecho de Ormuz para proteger de Irán no solo a sus respectivos buques mercantes, sino a todas las naves occidentales, ¿quién llevaría la batuta?

Symbolbild: US Marine im Persischen Golf
La Marina estadounidense ya hizo acto de presencia en el estrecho de Ormuz.Imagen: Reuters/U.S. Navy/D. Swanbeck

La embajada de Estados Unidos en Berlín informó que la Casa Blanca ya le pidió oficialmente a Alemania, a Gran Bretaña y a Francia que sumaran sus tropas a una misión naval para proteger de los iraníes a los buques mercantes en el estrecho de Ormuz, un brazo de agua de importancia estratégica para el comercio porque une al golfo de Omán con el golfo Pérsico. Es muy probable que los Gobiernos de Angela Merkel y Emmanuel Macron declinen la invitación; pero el nuevo primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, podría aceptar.

Estados Unidos y Gran Bretaña ya han enviado barcos a la región para evitar que los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica capturen más naves occidentales; se cree que el pasado 19 de julio, el tanquero Stena Impero, que navegaba con bandera británica, fue tomado por las fuerzas iraníes cuando éste estaba en aguas del emirato de Omán. De momento no hay coordinación entre ambas operaciones. "Nosotros escoltamos a nuestros barcos”, declaró el ministro de Defensa estadounidense, Mark Esper.

Hay resistencia en Europa a involucrarse en una misión naval liderada por EE. UU.Imagen: picture-alliance/U.S. Navy

Juntos pero no revueltos

"Los británicos escoltan a sus embarcaciones y supongo que otras naciones harán lo mismo con las suyas”, acotó Esper, subrayando que, por ser más grande y potente que otras, la marina de Estados Unidos ayudaría a sus aliados si éstos lo necesitaran y lo pidieran. Por su parte, el Secretario de Estado, Mike Pompeo, dice ver la misión naval europea que Londres ha propuesto formar como un posible complemento de la misión estadounidense. Washington envía una señal al otro lado del Atlántico, pero no se sabe qué respuesta recibirá.

Cuando Theresa May llevaba las riendas del Gobierno, Londres tenía en mente una misión naval europea totalmente separada de la estadounidense. La flota norteamericana es percibida por los diplomáticos comunitarios como parte de la estrategia de Donald Trump para ejercer "máxima presión” sobre los persas y obligarlos a renegociar el acuerdo firmado en 2015 con miras a limitar el desarrollo atómico iraní. Y, hasta ahora, tanto la Unión Europea como los británicos desean que el pacto nuclear siga vigente.

Boris Johnson, el nuevo primer ministro de Gran Bretaña.Imagen: picture-alliance/empics/B. Lawless

El factor Johnson

Pero, ahora que Boris Johnson ha tomado el timón en el Reino Unido, es posible que a Londres ya no le interese tanto mantener separados el asunto nuclear iraní y los incidentes recientes en el estrecho de Ormuz. El nuevo ministro de Exteriores británico, Dominic Raab, explicaba este fin de semana que, aunque aspiraba a la formación de una misión naval europea, ésta no podría sobrevivir sin el apoyo de Washington. Su homólogo alemán no tardó en responder que Berlín no se involucraría en una misión liderada por Estados Unidos.

A Johnson le convendría hacer concesiones para acercarse Washington. Una alianza Gran Bretaña-Estados Unidos más estrecha aceleraría la firma de un tratado de libre comercio entre ambos países después de un "brexit duro”. Johnson anunció que Gran Bretaña abandonaría al Club de los 28, cueste lo que cueste, el 31 de octubre de 2019 y, al hacerlo, se puso en curso de colisión frente a la Unión Europea. A nadie le extrañaría que su Gobierno decidiera darle la espalda al consenso europeo de cara al acuerdo nuclear con Irán.

¿Se pondrá Gran Bretaña del lado de Estados Unidos? Esa es la pregunta de rigor para los expertos de Bruselas. "Boris Johnson está en una posición muy difícil”, comenta Judy Dempsey, del instituto de investigación Carnegie. Por su parte, Jürgen Hardt, portavoz de los democristianos en el Bundestag para los asuntos exteriores, no cree que el Reino Unido haya cambiado de posición en lo que concierne al pacto nuclear con Irán. A sus ojos, los sucesos de las últimas semanas demuestran que el acuerdo en cuestión constituye un canal de comunicación diplomática, por muy imperfecto que ese convenio sea.

Es una pena que los estadounidenses hayan abandonado el pacto, dice Hardt. "Yo creo que los acontecimientos recientes demuestran que los socios europeos –Alemania, Gran Bretaña y Francia– están más convencidos que nunca de la utilidad del acuerdo”, añade el diputado democristiano.

(erc/ers)

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