Política regional de la UE: ¿ejemplo para América Latina?
14 de octubre de 2011¿Puede la política regional de la UE servir de inspiración para países de América Latina? “Sí”, respondió a DW Jorge Máttar, presidente del Instituto Latinoamericano y el Instituto Caribeño para Planificación Social y Económica, en el marco de un seminario sobre cooperación en política regional entre la UE y América Latina.
Grandes divergencias a pesar de crecimiento
Según los especialistas que participaron en el encuentro, para los países latinoamericanos y caribeños cabría decir que las disparidades territoriales son considerables. A pesar del éxito exportador de ciertos países y ciertos productos y el consiguiente crecimiento económico, se detecta una concentración de la riqueza y el desarrollo en las zonas centrales y de producción.
Chile, un país de crecimiento económico ejemplar en las últimas dos décadas, ejemplifica bien la disparidad: “El 47,7 por ciento de producto interno bruto está concentrado en una sola región”, expone Cristóbal Leturia, directivo de la Subsecretaría de Desarrollo Regional.
Peor que Europa hace 50 años
Estas divergencias regionales existían también en Europa. “Piense en España, Portugal, Grecia e Italia hace tan sólo 30 años”, dice Máttar, quien explica que si hoy en día la divergencia ha disminuido -tanto entre países como en los países mismos- se debe a las transferencias de la UE y a los esfuerzos por la cohesión regional.
“En el caso europeo partimos de disparidades mucho menores que las que tenemos hoy en día en América Latina. Para mí, el reto sudamericano es mucho mayor, pues las diferencias de ingreso que hay entre el 10 por ciento de la población más rica y el 10 por ciento de la población más pobre son mucho mayores (en términos de ingreso, desarrollo humano, acceso a salud) que las que había en Europa hace 50 años”.
Cuestión de prioridades
Según estudios de CEPAL, de los países latinoamericanos sólo en tres se detecta una cierta preocupación por el desarrollo de regiones no centrales. Éstos son Colombia, Chile y Brasil. El que en otros países no exista esta preocupación por acortar las disparidades regionales, se entiende por la concentración en ciertos productos o materias primas.
La visión que subyace, afirma Máttar es que "en las otras regiones no hay nada que explotar". Se descuida el desarrollo de infraestructuras, la inversión en capital humano e instituciones regionales, condiciones mínimas para atraer (más) inversión, según propone Máttar.
De los tres países latinoamericanos que cuidan del desarrrollo regional, dos de ellos cooperan con la UE. El modelo europeo "más que un ejemplo es una referencia", dice el especialista.
Efectivamente, el nuevo enfoque de la política regional de la UE -que por definición está orientada a desarrollar las regiones del Viejo Continente- ahora incluye el aspecto de cooperación con países no miembros.
De América Latina, especialmente Brasil –por ser vecino de la europea Guyana- y Chile han optado por ello. Fruto de esta joven cooperación en ese campo es, por un lado, la pronta inauguración del puente sobre el río Oyapock, que une el norte del Brasil con Guyana; por otro, el inminente comienzo de RED, un programa de descentralización en Chile.
“Chile es un país muy largo y muy heterogéneo; hay regiones mineras que tienen una producción tremenda, hay una región metropolitana , y ambas tienen un nivel de servicio único en Chile. El resto son regiones con bastantes carencias”, reconoce Leturia que se muestra optimista de los logros que pueda tener RED, proyecto cuyo costo en la primera fase asciende a los 18,6 millones de euros, solventados conjuntamente. ¿La meta? “Tener un crecimiento homogéneo, no sólo en las regiones centrales”, dice Leturia a DW.
¿Una cuestión de dinero?
Una pregunta es, entonces, ¿a los países con mayores disparidades regionales les ayudaría una mayor cooperación internacional, en este caso europea? El especialista es escéptico y pone el ejemplo de Centroamérica, una región a la que la UE dedica muchos fondos. “A pesar de su pequeño tamaño, al salir de las capitales, hay niveles de pobreza acuciante. Esto no sólo se explica con que las regiones fuera de los polos de producción estén abandonadas. Hay razones étnicas para ello", afirma.
Haití es otro ejemplo de que el flujo de fondos internacionales no necesariamente lleva a buen fin: "¿Cuánta cooperación ha llegado a Haití? ¿Y cómo está? A falta de un Estado que organice la cooperación, es la cooperación la que organiza al Estado. Los fondos no han sido lo más provechoso para Haití”.
En resumen, ¿puede servir la experiencia europea de inspiración y apoyo para los países de América Latina? "Sin duda", afirma Laturia. "Depende de los países", responde a la misma pregunta Máttar, para quien, que las disparidades regionales se reduzcan, depende más de la visión de desarrollo que tengan los Estados en cuestión, independientemente del monto de la cooperación o de las cualidades del modelo europeo.
Autora: Mirra Banchón
Editor: Enrique López