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Política simbólica en el Senado argentino

17 de agosto de 2018

Expertos desestiman que las fricciones entre el oficialismo y el peronismo kirchnerista en el Senado terminen vulnerando el Estado de derecho en Argentina. “Esos son los mismos jueguitos de siempre”, dice uno de ellos.

Argentinien Senat in Buenos Aires
Imagen: Reuters/M. Brindicci

En Argentina, el oficialismo y la oposición se acusan mutuamente de vulnerar el Estado de derecho con fines electoralistas. Un segmento nada desdeñable del peronismo alega que su posible candidata presidencial, la senadora Cristina Fernández de Kirchner, está siendo perseguida por magistrados con agendas políticas inconfesables, para evitar que la exmandataria (2007-2015) compita en los comicios de 2019. Por su parte, el partido de Gobierno les achaca a sus adversarios la intención de obstaculizar la labor de la Justicia con miras a impedir la comprobación de las corruptelas atribuidas a la predecesora de Mauricio Macri en la Casa Rosada. 

Desde hace dos semanas, el Senado argentino trata de someter a voto el allanamiento de las viviendas de Fernández de Kirchner, solicitado por el juez federal Claudio Bonadio en el marco de la investigación de las coimas que ésta presuntamente recibió durante su gestión como presidenta y la de su esposo, Néstor Kirchner (2003-2007). Pero la discusión no ha tenido lugar por falta de quórum en la cámara alta del Congreso: decenas de legisladores peronistas estuvieron ausentes en la última sesión (15.8.2018); al menos seis de ellos estaban en el Palacio Legislativo y la boicotearon, aseguró la macrista Gabriela Michetti, presidenta del Senado.

La senadora Fernández de Kirchner, en la mira.Imagen: Reuters/M. Acosta

Business as usual

A juicio de Peter Birle, director científico del Instituto Ibero-Americano (IAI) de Berlín, no será este tipo de fricciones lo que haga tambalear la institucionalidad democrática en ese país. “Lo que vemos en Argentina es business as usual, dice Birle. Klaus Bodemer, exdirector del Instituto de Estudios Latinoamericanos (ILAS) de Hamburgo, lo secunda, subrayando que lo único llamativo del actual forcejeo entre macristas y peronistas kirchneristas es la espectacularidad con que fueron recopilados los datos que comprometen a los Kirchner y la inminencia de elecciones. “En Buenos Aires se están jugando los mismos jueguitos de siempre”, acota.

“En Argentina es fácil instrumentalizar políticamente el quórum –como Gobierno y como oposición, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado– porque en ambas cámaras se requiere la presencia mínima de la mitad más uno de los legisladores. En Brasil y Chile, el quórum es mucho más fácil de alcanzar; en México y Costa Rica, más difícil. Por otro lado, boicotear sesiones parlamentarias es un recurso que sólo sirve para retrasar mociones, no para bloquearlas del todo, porque ausentarse injustificadamente o sin permiso de ellas puede ser castigado con la retención de las dietas respectivas u otras penas”, explica Birle.

Mauricio Macri, presidente de Argentina.Imagen: Reuters/M. Brindicci

Trapos sucios

El experto del IAI agrega que, como los peronistas kirchneristas, también el oficialismo está haciendo política simbólica, jugando los “jueguitos” aludidos antes por Bodemer. “Todo el mundo sabe que del registro de las viviendas de Fernández de Kirchner no va a salir nada que pueda ser esgrimido en su contra en los tribunales. Ella no es tan tonta como para esconder evidencias comprometedoras en sus casas y mucho menos cuando el allanamiento de sus propiedades ha sido anunciado con tanta antelación”, señala Birle. Tampoco Bodemer cree que la ex jefa de Gobierno termine siendo condenada por los delitos de corrupción que se le endilgan; pero eso no inhibirá al oficialismo de continuar desacreditando al kirchnerismo en los meses que vienen.

“Cada bando aprovechará la campaña presidencial de 2019 para exhibir los trapos sucios de las facciones rivales; nadie sabe cómo terminará esa contienda. La actual oposición la va a tener difícil porque buena parte de los denunciados por corrupción están en sus filas, fueron funcionarios de los Ejecutivos kirchneristas. Sin embargo, el kirchnerismo y sus aliados peronistas se esmerarán en llamar la atención hacia el miserable desempeño económico de Macri y hacia el índice de riesgo país de Argentina, que ha subido setenta puntos en dos semanas y ya se parece al de Turquía”, comenta el exdirector del ILAS.

Birle aprovecha para disipar la impresión de que la actual clase política argentina sólo gravita hacia dos extremos. “Puede que exista polarización en el país, pero su mapa político es bastante heterogéneo. Hay peronistas que defienden a Cristina Fernández de Kirchner e incluso parecen estar dispuestos a apoyar una nueva candidatura presidencial de la exmandataria, pero hay un sector grande del Partido Justicialista –heredero de la formación fundada por el general Juan Domingo Perón en 1946– que se mantiene distante de ella. Lo mismo se puede decir de los grupos oficialistas y de sus grados de proximidad con Macri. Eso salta a la vista al considerar la composición de la Cámara de Diputados y del Senado; allí no hay dos frentes monolíticos”, enfatiza Birle. Eso hace aún más impredecible el resultado de los comicios venideros en Argentina.

Evan Romero-Castillo (ERS)

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