Hace dos años, el Partido Ley y Orden de Jaroslaw Kaczynski ganó por mayoría en Polonia. Desde entonces, el gobierno usa el pleno poder casi sin miramientos. Pero cumple las promesas electorales.
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Muchos médicos no fueron ayer (2.10.2017) a trabajar en Cracovia para apoyar a sus colegas en Varsovia, donde desde el 2 de octubre casi 25 asistentes médicos comenzaron una huelga de hambre. Con esta medida desesperada quieren exigir un aumento de sueldo, 550 euros más.
El Gobierno polaco, fiel a su línea dura, se muestra dispuesto a negociar tras tres semanas de protestas, pero por menos dinero. Polonia es el país con menor cantidad de personal sanitario de Europa debido al éxodo laboral: solo 2,2 médicos por 1.000 habitantes, el índice más bajo de la UE.
El partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS), de Jaroslaw Kaczynski, prometió a los polacos un aumento masivo en gastos sociales además de una profunda reestructuración estatal, llamada el "buen cambio”. Dos años después han podido cumplir las promesas sociales: las familias reciben por primera vez desde 1989 un subsidio por sus hijos. La edad de jubilación para las mujeres descendió de 67 a 65 años.
Sin embargo, también cumplen con promesas electorales que afectan profundamente las estructuras democráticas. Las cadenas de radio, televisión y la agencia de prensa PAP públicas se han sometido hasta ahora a los intereses del PiS.
La libertad de prensa está por ello en peligro, aunque el país cuenta tradicionalmente con una fuerte televisión y radio privadas. Los puestos de trabajo públicos se conceden teniendo en cuenta la pertenencia al partido. Lo mismo sucede con las empresas estatales. La UE ha abierto una causa legal contra Varsovia, pero el gobierno del PiS no ha reaccionado al respecto, porque sabe que puede contar con el veto de Hungría, donde los ultraderechistas están en el poder desde 2010.
Opinión sobre política
Entretanto, el PiS ha restringido la libertad de reunión, lo que ha originado más protestas. En octubre de 2016, los polacos salieron en masa a la calle contra la prohibición del derecho al aborto (octubre 2016) y la reforma judicial (julio 2017). Según las encuestas del instituto de estadística IBRiS, el gobierno polaco contaría ahora con más apoyo de la población que hace dos años, el 38,4%.
Por el contrario, el instituto de estadística CBOS cuestiona estos resultados. Según los encuestados en marzo de 2017, el 58% de los polacos piensa que es mejor no opinar sobre su orientación política. Solo el 37% cree que lo puede hacer sin ningún problema. En 1993, fue al revés. El 60% estaba convencido de poder expresar su opinión política.
¿Reestructuración en el Gobierno polaco?
Aunque el PiS parece contento con el resultado de las encuestas, se rumorea desde ahce semanas que el Gobierno planea una reestructuración desde noviembre. Se trata de medidas "cosméticas”: el Ministro de Infraestructuras y la primera ministra, Beata Szydlo, podrían estar en la lista negra, aunque Szydlo se ha mostrado como una leal gerente del jefe de partido. Por lo que no tendría sentido que dejase formar parte del Gobierno polaco.
Paul Flueckinger (RMR/CP)
Lech Walesa, ícono de "Solidaridad"
Consiguió doblegar al comunimo en Polonia. Hoy puede mirar hacia atrás consciente de que su liderazgo sindical ayudó a cambiar el mundo.
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Rebelde, premio Nobel y expresidente
El antiguo líder del sindicato Solidaridad y posteriormente presidente de Polonia consiguió doblegar al comunismo polaco. Lech Walesa ha recibido incontables reconocimientos por sus logros políticos. El 29 de septiembre (de 2013) cumplió 70 años.
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Instigador
Cuando en el verano de 1980 se disparó el precio de la carne, se desató una oleada de huelgas por toda Polonia. Walesa, que había trabajado como electricista en un astillero de Gdansk desde 1967 y que había pasado un tiempo en la cárcel por su activismo a favor del sindicalismo libre, estaba fichado por las autoridades. Aún así, el 14 de agosto se convirtió en líder del movimiento Solidaridad.
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Solidaridad
Tras ocupar los astilleros de Gdansk, trabajadores de toda Polonia probaron suerte con esta táctica. Walesa era el único que negociaba con el Gobierno en nombre del recientemente fundado sindicato Solidaridad. Esta movimiento de trabajadores, sin parangón hasta entonces, pronto se convirtió en una organización independiente con más de 10 millones de miembros.
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Con la bendición de la Iglesia
Tras décadas de gobierno comunista, la mayoría de los polacos seguía manteniendo su fe en la Iglesia católica, resistiéndose a adoptar el ateísmo promovido por el Estado. La influyente Iglesia polaca apoyó desde el principio las movilizaciones obreras. El obispo Henryk Jankowski se codeaba con Walesa, que había sido educado en la fe católica.
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Una larga lucha
El 31 de agosto de 1980 concluyeron las huelgas masivas con un acuerdo entre el comité sindical y la delegación de Gobierno. Se pactó el derecho legal a la huelga, la fundación de un sindicato independiente, mejoras en el sistema social y la liberación de prisioneros políticos. En noviembre, un tribunal de Varsovia legalizó el movimiento Solidaridad.
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De líder a prisionero
Hasta diciembre de 1981, Walesa dirigió el Comité de Coordinación Nacional de Solidaridad. Cuando, ese mismo mes, el líder del partido comunista y primer ministro Wojciech Jaruzelski decretó la ley marcial, Walesa fue encarcelado durante casi un año en una prisión cercana a la Unión Soviética.
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1983: Premio Nobel de la Paz
En 1982, la revista Time declaró a Walesa como el "hombre del año". Tras esta distinción, llegaron otros reconocimientos. Cuando se anunció a Walesa como destinatario del Nobel de la Paz en 1983, el líder sindicalista pensó que el Gobierno comunista no le dejaría entrar de nuevo en el país si asistía a la ceremonia de entrega. Su esposa y su hijo de 13 años recogieron el Premio en Oslo.
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Dona el dinero del Premio Nobel
Cientos de creyentes fueron testigos de cómo Walesa dedicó el Premio Nobel a la Virgen Negra, en la ciudad de Częstochowa, al sur del país, uno de los lugares más importantes de peregrinación de la Iglesia católica. Walesa donó el dinero del galardón sueco a una fundación de ayuda a los necesitados.
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Pulso al Gobierno
En 1983, Walesa pidió permiso para volver a los astilleros de Gdansk, pero debió permanecer bajo arresto domiciliario hasta 1987. El movimiento Solidaridad continuó convocando huelgas en minas, astilleros y sector transportes entre 1981 y 1988.
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El Papa
Walesa conoció al papa Juan Pablo por primera vez en julio de 1983, durante una visita del prelado a su país. Ocho años después, Walesa besó la mano del pontífice convertido en el primer presidente de la Polonia postcomunista. Lo hizo mientras sostenía en la mano la primera edición de la Constitución polaca, de 200 años de edad.
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Retirarse con dignidad
A finales de 1995, Walesa había perdido el apoyo del pueblo polaco y no fue reelegido presidente. Pero todavía disfrutaba del aprecio del resto del mundo, incluyendo al Dalai Lama, que se arrodilló ante el hombre que logró grandes cambios en Polonia.
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Amistad germano-polaca
En Alemania se considera que Walesa allanó el camino de la reunificación. En el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, Walesa acudió como símbolo de la reconciliación entre Polonia y Alemania.
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Un icono decadente
Hoy día se mira a Lech Walesa con actitud crítica, entre otras razones, por sus declaraciones discriminatorias contra los homosexuales. Una película del famoso director Andrzej Wajda, proyectada este año en el Festival de Venecia, presenta al exlíder no exento de defectos.
Imagen: Labiennale
Multitud de reconocimientos
El camino de Lech Walesa desde electricista a premio Nobel y presidente de Polonia ha sido largo. Actualmente cuenta con doctorados honoríficos y distinciones. Puede echar la vista atrás y recordar cuando, hace más de tres décadas, lideró a quienes buscaban un cambio político en Polonia.