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Por la vía rápida

2 de agosto de 2002

Tras 8 años, el gobierno estadounidense vuelve a tener autorización para negociar acuerdos comerciales por la vía rápida. Los expertos prevén positivas consecuencias para la reactivación económica y el comercio mundial.

Fast track: Bush logra uno de los mayores éxitos de su gobierno.Imagen: AP

Buenas noticias para el comercio exterior. El Congreso estadounidense accedió por fin a autorizar el fast track, por el que tanto luchó infructuosamente el ex Presidente Bill Clinton desde 1994. Este instrumento, que faculta al gobierno de Washington para llegar a acuerdos de comercio exterior por la "vía rápida" , promete desbloquear una serie de negociaciones y será pieza fundamental para llevar adelante los ambiciosos planes de crear una zona de libre comercio desde Alaska hasta Tierra del Fuego. Los primeros efectos se manifestarán probablemente en el caso de Chile, país con el que Estados Unidos sostiene negociaciones desde hace tiempo.

Efecto transatlántico

Pero las consecuencias no sólo se sentirán en América Latina. También en Europa se interpreta la medida como "una señal muy positiva para las relaciones transatlánticas", según señaló a DW-World Dagmar Boving, jefa de la sección de política europea de la Confederación alemana de Cámaras de Industria y Comercio (DIHK). A su juicio, el hecho de que el gobierno de Washington pueda actuar a partir de ahora con mayor agilidad, facilitará la búsqueda de soluciones a los conflictos comerciales que lo han enfrentado con la Unión Europea. Ejemplos no faltan, como la disputa en torno al banano y o la actual pugna sobre el acero.

El fast track no constituye un "cheque en blanco" para Bush, como se encargó de subrayar el jefe de la comisión de finanzas del Senado, el demócrata Max Baucus. Sin embargo facilita enormemente el proceso, ya que el Congreso sólo habrá de limitarse a aprobar o rechazar los acuerdos negociados por el gobierno, en un plazo de 90 días, y sin introducir modificaciones.

Aumenta la presión sobre Europa

Pese a que en Europa esto se percibe como una oportunidad para avanzar en materia de liberalización comercial, también existe conciencia de que la nueva situación dará ventajas a Washington en la disputa por mercados, por ejemplo en América Latina. Cierto es que los europeos van, de todos modos, a la zaga. Pero en los 10 últimos años se ha reforzado el interés por la región, como lo demuestran los acuerdos negociados con México o Chile y las conversaciones en marcha con el Mercosur. En opinión de Dagmar Boving, el fast track "aumentará ahora la presión sobre Europa".

Provisto ahora de estas facultades, el presidente estadounidense tendrá que demostrar en la práctica su compromiso con la libertad comercial, que ha quedado en entredicho debido a algunas medidas de los últimos tiempos.

En opinión del Financial Times, en su versión alemana, Bush ha tenido que pagar un alto precio para obtenerlas: convertirse en un proteccionista inmaculado. "El daño que ha ocasionado a la política comercial con los aranceles aplicados al acero o con el aumento de las subvenciones agrícolas, es enorme", indica el periódico, que destaca la fuerza de las tendencias proteccionistas en Estados Unidos. La aprobación del fast track constituye una derrota para dichos sectores, pero no implica que el problema se haya superado.

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