Por qué Europa tiene tan poca influencia en Oriente Medio
24 de junio de 2025
Cuatro palabras le bastaron a Trump el pasado viernes para demostrar la impotencia de sus socios europeos: "Eso no sirvió de nada”, dijo el presidente de EE.UU. en referencia a las conversaciones en Ginebra entre los ministros de Exteriores de Francia, Alemania y Reino Unido con su homólogo iraní. "Irán no quiere hablar con Europa. Quieren hablar con nosotros. Europa no juega ningún papel en este asunto”, comentó camino a una cena de recaudación de fondos en su club de golf en Bedminster, Nueva Jersey. Para entonces, ya estaban en marcha los preparativos para ataques aéreos estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes en la madrugada del domingo.
"Ni los países europeos por separado ni la UE en su conjunto desempeñan un papel relevante en la diplomacia de Oriente Medio”, afirma Jan Techau, director europeo del grupo de análisis Eurasia Group. "Desde hace tiempo, ni Israel ni EE.UU. los consultan ni los informan con antelación. Y los europeos, al parecer, lo han aceptado”.
Influencia menguante
Durante años, la UE se posicionó como actor diplomático, especialmente en el acuerdo nuclear con Irán (JCPOA), firmado en julio de 2015. Pero desde que EE.UU. se retiró en 2018 y fracasó el mecanismo financiero INSTEX, le falta a la UE un instrumento económico contundente frente a Teherán. INSTEX fue concebido como una sociedad instrumental internacional para facilitar el comercio con Irán.
La guerra iniciada el 13 de junio de 2025 con ataques selectivos de Israel contra instalaciones nucleares iraníes ha dejado clara una amarga realidad para la UE: actualmente no es ni fuerza motora ni mediadora. La lógica militar la dictan Israel y EE.UU.; Rusia y China defienden sus intereses en el Golfo. Europa queda al margen.
"Europa no tiene capacidad para proyectar poder en la región”, analiza Techau. "Su fuerza económica y comercial no es relevante para las potencias en guerra, y sus limitadas capacidades militares no pesan. Europa no puede obligar ni proteger a nadie allí”.
Merz, Macron, Kallas: muchas voces, poco efecto
Pese a ello, Europa intenta encontrar su papel. El canciller federal alemán Friedrich Merz (CDU) se alineó firmemente con Israel: "Esta es el trabajo sucio que Israel hace por todos nosotros”. A la vez, advirtió al primer ministro Benjamín Netanyahu contra una escalada del conflicto y pidió a Teherán volver a la mesa de negociación.
También los ministros de Exteriores de la UE urgieron el lunes 23 de junio en Bruselas a iniciar negociaciones rápidamente, un llamado que Merz, el primer ministro británico Keir Starmer y el presidente francés Emmanuel Macron ya habían hecho el día anterior. En una declaración conjunta —que también evidenció que los tres países tienen visiones distintas sobre la crisis—, volvieron a instar a Irán a negociar. Los líderes europeos reaccionaron con escepticismo ante las nuevas señales desde Washington, según las cuales Trump respaldaría la exigencia israelí de derrocar al régimen de los mulás.
En la región no hay, por ahora, un deseo genuino de mediación europea. En su lugar, se perciben las divisiones internas europeas: Polonia, Hungría y los países bálticos adoptan posturas claramente proisraelíes, mientras que Irlanda, España y Bélgica critican duramente al gobierno de Netanyahu. Una política exterior común de la UE para la región no está a la vista. La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, suena casi resignada cuando repite: "La diplomacia será siempre, a largo plazo, la mejor vía para abordar el programa nuclear iraní”.
Causas de la pérdida de influencia
Además de carencias estructurales, Techau ve errores de análisis por parte de los europeos: "Desde la guerra de Irak en 2003 han hecho evaluaciones equivocadas. No comprendieron que el temor a un Irán agresivo y armado nuclearmente era desde hace tiempo la cuestión de orden decisiva en la región, no la situación de los palestinos”.
Europa también subestimó durante mucho tiempo el impacto existencial que causó en Israel el 7 de octubre de 2023 y sus consecuencias. Así como la nueva situación estratégica de Irán, derivada del debilitamiento de Rusia, la caída de Asad y la casi total destrucción de Hamás y Hezbolá. "La diplomacia europea se basó en su mayoría en premisas obsoletas”, sostiene Techau.
Aunque actualmente Europa tiene escasa influencia en el curso de los acontecimientos, ya siente las consecuencias: precios del petróleo más altos y una posible interrupción en el estrecho de Ormuz amenazan las cadenas de suministro y podrían volver a disparar la inflación en el continente. Antes de eso, muchas empresas ya habían evitado comerciar con Irán por temor a sanciones estadounidenses. El proyecto europeo INSTEX se quedó en papel mojado.
Dónde Europa aún puede actuar
La UE no está completamente sin opciones, como mostró la visita del jefe de la diplomacia iraní, Abbas Araghchi, la semana pasada a varios ministros europeos en Ginebra. Si se abren las negociaciones con Irán, como desean los europeos, la UE podría ofrecer incentivos económicos y apoyo diplomático. También es concebible su participación en intentos de mediación entre Teherán y Estados árabes como Catar o Jordania, y en el ámbito humanitario Europa sigue estando muy presente en Oriente Medio.
Por ahora, sin embargo, los llamados europeos a la diplomacia se pierden en el lenguaje de la geopolítica. ¿Qué tendría que cambiar? Europa debe reforzar su capacidad de acción militar y repensar su enfoque diplomático, sostiene el analista Techau. "Apostar únicamente por la solución de dos Estados e insistir en negociaciones no impresiona a nadie en la región”. Y mucho menos al presidente estadounidense Trump.
(gg/el)