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¿Por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos?

Antonia Dittrich
28 de septiembre de 2019

Que te hagan cosquillas es terriblemente incómodo y muy divertido a la vez. Pero, ¿por qué no es igual si nos hacemos cosquillas a nosotros mismos? Una nueva investigación en ratas muestra por qué.

Imagen: picture-alliance/dpa/H. Wolfraum

Hacerle cosquillas a alguien más y que te hagan cosquillas es divertido. Entonces, ¿por qué no es divertido hacernos cosquillas a nosotros mismos? Como muestra una nueva investigación en ratas, falta un factor importante cuando las manos que te hacen cosquillas son las tuyas.

Los neurocientíficos de la Universidad Humboldt de Berlín descubrieron que las ratas reaccionan de manera muy similar a los humanos cuando les hacen cosquillas.

Los investigadores encontraron, por ejemplo, que las ratas se comportaban de manera diferente al rascarse o acicalarse que cuando les hacían cosquillas. La parte del cerebro responsable de la vocalización o la risa estaba inactiva.

Pero cuando los investigadores les hicieron cosquillas a las ratas, la parte de su cerebro que reconoce el sentido del tacto, el llamado sistema somatosensorial, estaba activa y las ratas emitieron un sonido.

 

Tocarse a uno mismo... no es lo mismo

El neurocientífico Michael Brecht, uno de los autores principales del estudio, dijo que esto sucede porque "la inhibición asociada con el toque propio previene el cosquilleo". Como se ha encontrado que la respuesta humana al cosquilleo es bastante similar, esto significa que nosotros tampoco asociamos ningún tipo de "autotacto" con la sensación de cosquilleo y, por lo tanto, no tenemos la misma reacción que cuando alguien más nos hace cosquillas.

"Si nos hacemos cosquillas a nosotros mismos, el cerebro (nuestro centro de reacción cognitiva) interpreta el sentido del autotacto como no amenazante y lo considera poco importante", explica el psicólogo Michael Titze, de la asociación terapeútiaca HumorCare en Alemania.

"Nervenkitzel"

Entonces, debido a que no somos lo suficientemente amenazantes para nosotros mismos, para que las cosquillas sean efectivas necesitamos algo de Nervenkitzel (mezcla de nervios y cosquillas).

Las ratas en el estudio mostraron un comportamiento de congelación y tensión cuando participaron voluntariamente en cosquilleos. Los niños se comportan de manera similar. A menudo, su reacción a un ataque de cosquillas es contradictoria: mientras sus risas indican diversión, al mismo tiempo no pueden soportar la sensación y tratan de escapar del "cosquilleador".

Eso es porque asociamos las cosquillas con un "ataque" simulado amistoso. "Psicológicamente hablando, el cosquilleo conduce a la interferencia de los impulsos opuestos de cercanía y escape. Neurológicamente hablando, sentimos lujuria y dolor simultáneamente, lo que conduce a la tensión que se libera con una risa incontrolable", dice Titze.

Imagen: picture-alliance/Everett Collection

¿Pero por qué nos reímos?

A veces, la sensación de cosquilleo puede indicar peligro para nuestro cuerpo. Especialmente para las partes del cuerpo que tienen más neuronas, como el estómago, las axilas y la ingle. Ahí es donde somos más "cosquilludos".

Pero tan pronto como el cerebro reconoce que el ataque de cosquillas no es una amenaza, liberamos la tensión a través de la risa, a veces hasta terminar llorando. La risa es un alivio natural del estrés para restablecer el equilibrio y el bienestar.

La risa anticipatoria también es parte del cosquilleo. Incluso la sola idea de que nos hagan cosquillas puede hacernos reír. El estudio encontró que la misma parte del cerebro de las ratas que se activa cuando se les hace cosquillas también se estimula cuando las anticipan.

Los científicos creen que reírnos con anticipación en el contexto de una pelea de juego indica una invitación positiva para el ataque amistoso. Por lo tanto, trate de no reírse la próxima vez que alguien tenga la intención de hacerle cosquillas, y tal vez no descubran cuál es exactamente su punto débil de cosquillas.

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