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Sociedad

¿Por qué se quejan tanto los alemanes?

Bettina Baumann
10 de agosto de 2018

La sequedad y el calor de este verano alemán son muy agotadores para los germanos: habitaciones demasiado calientes, malas cosechas y árboles sedientos de agua. Se quejan de todo. ¿Por qué? ¿De qué sirve quejarse?

Symbolbild: Jammern
Imagen: Colourbox/G. Fornasar

Primero, la buena noticia: lamentarse es algo propio de la naturaleza humana. Nuestro primer llanto al nacer es, a menudo, un grito de desaprobación, explica el psicólogo Michael Thiel que, en 2011, publicó con su colega Annika Lohstroh el libro "Alemania, un país unido por las quejas". Y quejarse, continúa, es básicamente lo mismo: una forma de expresar el descontento.

La mala noticia es que los alemanes expresan su disgusto muy a menudo y en voz alta. Fieles al lema "quien busca, siempre encuentra", les gusta enfocarse en lo negativo en lugar de lo positivo, pero cuando regresan de sus viajes en el extranjero, siempre constatan decepcionados lo deprimente que es estar rodeado de compatriotas que se quejan permanentemente de pequeñeces y banalidades.

"Lamentaritis" a pesar de la satisfacción

Un estudio del año 2009, llevado a cabo entre pasajeros de diferentes nacionalidades, confirma esta impresión: los pasajeros alemanes fueron quienes más se sintieron molestos por ciertas cosas en el avión. Se podría argumentar que en 2009 no estaban tan satisfechos como ahora. Según un estudio del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW) del año 2017, desde la reunificación, los germanos están más satisfechos que nunca.

"Nosotros, los alemanes, llevamos dentro la insatisfacción, nuestra vida cotidiana es pesada", dice el sicólogo. Carecemos de la ligereza mental de los europeos del sur o de las personas de América Central y del Sur. Además, muchos alemanes siempre tienen un cierto miedo interno, el "miedo alemán", bautizado así por los estadounidenses, dijo Thiel. Y esto se justifica históricamente: en muchas formas de gobierno, las personas no fueron libres, sino esclavas. Además de la docenas de guerras, incluidas la Guerra de 30 los años y las dos guerras mundiales. La queja se transmite culturalmente, explica el psicólogo, y los trastornos como estos marcan a las personas de forma sostenible. Incluso los mejores literatos que escribieron en alemán, como Grimmelshausen, Goethe, Kafka, Brecht o Grass, no fueron inmunes. Todos ellos dotaron a sus héroes con una porción de melancolía.

Según el sicólogo Michael Thiel, el problema es cuando la gente se queja demasiado.Imagen: Fotolia/Bertold Werkmann

Quejarse no es malo

Especialmente los colegas extranjeros, como el periodista Jeremy Cliffe, de "The Economist”, publican una y otra vez artículos criticando lo mucho que se quejan los alemanes. A Alemania le va bien, así que ¿a qué vienen todas esas lamentaciones?, se pregunta Cliffe. La economía está en auge, las cifras de desempleo son bajas y la infraestructura es una de las mejores. "¡Anímense!", les pide el periodista a los alemanes.

Hasta cierto punto, estoy de acuerdo con Cliffe: las quejas de los alemanes no siempre son proporcionales y estar rodeado de personas que hacen un comentario negativo en cada ocasión, enturbia el estado de ánimo.

Sin embargo, lamentarse puede tener efectos positivos: por un lado alivia el alma, cree Thiel. Por otro lado, puede acercar a las personas entre sí, lo que se conoce como llanto de solidaridad, como por ejemplo, con el tema del clima. 

Sin embargo, quien obtenga demasiadas experiencias exitosas al quejarse, corre el riesgo de desarrollar un verdadero "automatismo de la queja". Esto podría conducir a una actitud más pesimista hacia la vida, que a su vez tiene un efecto negativo en el cuerpo, en la psique y puede causar enfermedades como la depresión o la hipertensión, explica Thiel.

¿Quizá podamos ponernos de acuerdo en que podemos quejarnos, pero con moderación?

 

Bettina Baumann (RMR/ER)

 

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