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Portugal: de la crisis al crecimiento económico

Jochen Faget
30 de mayo de 2018

Primero, alumno modelo. Luego, país en crisis. Ahora, ejemplo de superación: a Portugal le han puesto estas y otras etiquetas. Pero, ¿qué es lo que está pasando realmente en este país en el margen occidental de Europa?

Imagen: picture-alliance/dpa/S. Stache

La cifra de desempleo bajó a un 7,4 por ciento en Portugal, que además terminó de pagar una gran parte de las deudas a la troika formada por la Comisión Europea (CE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE). Su déficit está en el límite del 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) que requiere el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea. El Portugal que visita ahora la canciller alemana, Angela Merkel, es muy distinto al que visitó en 2012, año de la crisis.

En lugar de manifestaciones de protesta, a Merkel la espera esta vez un primer ministro seguro de sí mismo, que ha logrado un pequeño milagro. António Costa, secretario general del Partido Socialista (PS), no solo pudo convencer a los portugueses de que aceptaran sus medidas de ahorro, contra las que antes habían protestado, sino que su gobierno minoritario recibe incluso el apoyo de dos partidos de izquierda.

"Portugal le ha mostrado a Europa que hay otro camino”, dijo, orgulloso, el diputado socialista Joao Galamba a DW. "Gracias a que terminamos con la política de austeridad, el país va ahora por el camino correcto. La gente está mejor”, añadió.

António Costa, primer ministro de Portugal.Imagen: DW/C. Vieira Teixeira

A primera vista podría pensarse que esto es así. Se volvió a ascender, después de muchos años, a los funcionarios públicos, y también hubo aumentos mínimos de sueldo en las empresas. Se suspendieron los impuestos especiales introducidos durante la crisis y se aumentó el salario mínimo en 23 euros, a 580. A los jubilados se les paga entre 6 y 10 euros más por mes. Si bien todavía no está todo como debiera ser, opina Galamba, "les devolvimos la esperanza y la autoestima a los portugueses”.

Dudas sobre sostenibilidad de las medidas

Si se observa este fenómeno con cuidado, sin embargo, se puede poner en duda el "milagro portugués”. Según el economista Joao Duque, la recuperación se debe, sobre todo, a una coyuntura global favorable, a la política de cero intereses del BCE, y a un auge turístico nunca antes visto. "Bajo esas condiciones es fácil disminuir el déficit. Pero nuestra deuda aumenta todos los meses, e incluso si bajase porcentualmente, gracias al crecimiento económico, de algún modo hay que pagarla. Si vuelven a aumentar los intereses, tendremos un verdadero problema”, explica el experto.

De hecho, el endeudamiento de Portugal se redujo de más del 130 por ciento al 125,7 por ciento del PIB, pero aún es uno de los más altos en Europa y, en cifras absolutas, está en continuo aumento. Es decir, que el panorama de las finanzas estatales no se ve nada bien.

El faro en Cabo de San Vicente, en la región del Algarve, Portugal.Imagen: picture alliance/Bildagentur-online/Fischer

La población lo está sintiendo en carne propia: "El gobierno apuesta a obtener ingresos, sobre todo, del consumo privado”, critica el profesor Duque. El resultado es que el dinero sobrante que los portugueses, con suerte, tienen en el bolsillo gracias a la devolución de impuestos, el Estado se los quita a través de impuestos indirectos, por ejemplo, a la gasolina y a la electricidad, que aumentaron. El Impuesto al Valor Agregado (IVA), sigue, con pocas excepciones, en un 23 por ciento. "Gano más, pero a fin de mes sigo sin tener dinero”, se queja un cliente en una gasolinera. Esto no sorprende, ya que el sueldo promedio en Portugal sigue siendo de menos de 1.000 euros, mucho más bajo que la media de la UE.

A eso se suma que muchos porugueses se ven obligados a trabajar en negro o tienen contratos temporales porque, desde la crisis, la legislación laboral protege a las empresas. Eso es algo que los partidos de izquierda, de cuyos votos dependen los socialistas para seguir gobernando, quieren cambiar. "Estoy convencido de que las mejoras sociales se llevaron a cabo gracias a la influencia del partido comunista y del bloque de la izquierda”, subraya José María Castro Caldas, del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra. Pero si piden demasiado, el primer ministro Costa podría, como ya sucedió, remplazar sus votos por los de los liberales de derecha de la oposición, del Partido Social Demócrata (PSD).

En cuanto al boom del turismo, es una espada de doble filo, ya que, junto con las ganancias, promueve puestos de trabajo no calificados, por tiempo limitado y mal pagados. Y provoca que muchos portugueses apenas puedan sobrevivir en las regiones turísticas, ya que los alquileres son muy caros o casi imposibles de pagar. El electorado está descontento, según encuestas recientes. Si bien los socialistas todavía van a la cabeza, con un 39 por ciento de intención de voto, perdieron cerca de 20 puntos en comparación con 2017, ante sus rivales del PSD, que cuentan ahora con un 28 por ciento. En 2019 se elegirá un nuevo Parlamento. Hasta ese momento, muchas cosas pueden cambiar. Pero al menos una no cambiará: la nueva autoestima de los portugueses, que ya no se sienten los chivos expiatorios de Europa.

Autor: Jochen Faget, desde Lisboa (CP/ERS)

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