Potencias nucleares reducen y modernizan arsenales
3 de julio de 2017
El informe del SIPRI resalta que el descenso continuado en los últimos años obedece sobre todo a que tanto Rusia como Estados Unidos, que acaparan el 93 % del armamento nuclear mundial, siguen recortando su inventario.
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El armamento nuclear mundial se redujo un 3 % en 2016 debido a la retirada de arsenal antiguo, aunque todas las potencias atómicas han impulsado programas de modernización, según un informe presentado hoy (03.07.2017) por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI).
Las nueve potencias nucleares –Rusia, Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, China, la India, Pakistán, Israel y Corea del Norte– poseían a principios de 2017 alrededor de 14.935 armas, frente a las 15.395 de un año antes.
Reducción de Estados Unidos y Rusia
El recorte en el número total de armas nucleares se explica ampliamente por las reducciones emprendidas por Estados Unidos y Rusia. Entre Washington y Moscú, ambos poseen 13.800 armas nucleares, cerca del 93 por ciento de la suma global.
Ambos países pusieron en marcha amplios programas de modernización, mientras Estados Unidos planea invertir 400.000 millones de dólares hasta 2026 en mantener y actualizar su arsenal nuclear. El experto del SIPRI Hans Kristensen analizó que "los incrementos propuestos en el gasto estadounidense" no son inesperados. "La actual administración estadounidense continúa los ambiciosos planes de modernización nuclear delineados por el (ex) presidente Barack Obama", indicó.
Los otros siete países con armamento nuclear, que tienen arsenales mucho más reducidos, también han empezado a desplegar nuevos sistemas o han anunciado su intención de hacerlo. Así, China ha iniciado un programa a largo plazo centrado en mejoras cualitativas, mientras que la India y Pakistán están expandiendo sus arsenales y desarrollando sus sistemas de lanzamientos de misiles.
FEW (EFE, dpa)
Cuatro décadas de movimiento antinuclear
Las manifestaciones antinucleares fueron las parteras del partido ecologista germano, el más influyente de su tipo alrededor del mundo, y allanaron el camino hacia el cambio energético en Alemania. Y la lucha sigue...
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Nace un movimiento
El movimiento antinuclear alemán surgió a principios de los setenta, cuando una multitud protestó contra la erección de una planta atómica en Wyhl, cerca de la frontera francesa. La Policía fue acusada de hacer uso desproporcionado de la fuerza contra los manifestantes pacíficos. En 1975, los planes para construir la planta fueron archivados.
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Desobediencia civil
Inspirados por el éxito de las protestas contra la planta de Wyhl, otras manifestaciones de desobediencia civil fueron orquestadas a finales de los setenta. Aunque no evitaron la construcción de los reactores en Brokdorf y Kalkar, se hizo evidente que el movimiento anti-nuclear era una fuerza creciente.
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“¡No a los desechos nucleares!”
Gorleben ha sido escenario de protestas intensas contra la industria nuclear desde 1977, cuando se anunció por primera vez que desechos atómicos serían almacenados en una mina de sal abandonada, situada en esa localidad. Los habitantes de Gorleben dejaron saber que no permitirían que material radioactivo fuera depositiado cerca de su hogares.
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El poder de la gente
Desde el principio, el movimiento antinuclear alemán unió a pacifistas, ecologistas, académicos, estudiantes, organizaciones religiosas, granjeros y asociaciones vecinales que veían un vínculo directo entre la energía nuclear y la bomba atómica. Por estar en el frente de la Guerra Fría, la amenaza de una conflagración nuclear inquietaba a muchos alemanes.
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De los márgenes al centro
A finales de los setenta, activistas antinucleares unieron fuerzas con ecologistas y defensores de la justicia social para formar el Partido Verde. Hoy, esa formación es una de las más importantes en el espectro político alemán –obtuvo sus primeros escaños en el Bundestag en 1983– y el Partido Verde más poderoso del mundo.
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La peor pesadilla se hizo realidad
En 1986, la explosión de un reactor en una central nuclear ucraniana puso a la opinión pública germana en contra de la energía atómica en Alemania. El desastre de Chernóbil y la nube radioactiva que éste posó sobre Europa obligó a muchos alemanes a evitar tomar leche, comer carne fresca o permitir que los niños jugaran con arena por temor a la contaminación nuclear.
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Legisladores verdes
En 1998, los ecologistas se aliaron con los socialdemócratas en calidad de socios menores para gobernar el país juntos. En 2002, el Ejecutivo “verde-rojo” aprobó una ley que prohibía la construcción de nuevas plantas nucleares y limitaba la vida útil de las existentes. Se pautó que la última de ellas debía ser desactivada en 2022.
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Una prórroga para la industria nuclear
La Unión Demócrata Cristiana –el partido de Angela Merkel– siempre se opuso a la ley que le puso fecha de expiración a las plantas nucleares alemanas. Cuando esa formación llegó al poder en 2009, prolongó la vida de las centrales atómicas. Ese fue un duro revés para el movimiento antinuclear.
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Fukushima lo cambió todo
En 2011, el Gobierno de Merkel vio en la explosión de un reactor nuclear japonés y sus secuelas una buena razón para cambiar de rumbo: pocos días después del suceso, la canciller aprobó una ley que ponía fecha –año 2022– a la desactivación de las plantas atómicas en Alemania. De hecho, ocho reactores germanos fueron apagados ese mismo año.
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La lucha continúa
Las metas del movimiento antinuclear alemán se han ido diversificando con el paso de los años. La apuesta por la energía renovable y la lucha contra los factores que causan el calentamiento global son parte de su agenda. La lucha continúa... Hace poco, un grupo de activistas logró detener al primer bote que transportaba residuos atómicos. Autor/a: Ruby Russell