El pasado 23 de julio asumió "algunas jurisdicciones constitucionales" de manera "temporal" después de que el jefe de Estado fuera hospitalizado.
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Nawaf al Ahmad al Jaber al Sabah juró este miércoles (30.09.2020) el cargo como nuevo emir de Kuwait ante el Parlamento del país, un día después del anuncio de la muerte de su predecesor, su hermanastro, el jeque Sabah al Ahmad al Sabah, que falleció ayer a los 91 años de edad en Estados Unidos tras meses de enfermedad.
"Juro respetar la Constitución y las leyes del Estado, proteger las libertades, los intereses y el dinero de las personas, y salvaguardar la independencia y la integridad territorial de la nación", dijo el nuevo emir en un breve discurso ante la Cámara baja de Kuwait.
Llamado a la unidad
Unos pocos parlamentarios con mascarilla y guardando la distancia entre ellos atendieron al discurso de toma de posesión de Nawaf, que destacó la "larga trayectoria" y los logros de su predecesor e hizo un llamamiento a la unidad nacional frente a los múltiples desafíos a los que se enfrenta este pequeño emirato petrolero.
"Hoy la nación se enfrenta a circunstancias delicadas y serios desafíos y no hay forma de escapar de sus consecuencias sin juntar filas y hacer esfuerzos concertados entre todos nosotros", dijo Nawaf con un semblante serio.
Nawaf había ocupado anteriormente puestos de poder en Kuwait, incluido el de ministro del Interior entre 1978 y 1988, y de nuevo entre 2003 y 2006, por lo que la Corte lo considera el "fundador real del Ministerio en su forma actual". Del Ministerio del Interior pasó al de Defensa en 1988, del que era titular en agosto de 1990, cuando el entonces dictador iraquí, Sadam Husein, invadió Kuwait.
Nawaf, de 83 años, era el príncipe heredero desde que Al Sabah ascendió al trono en 2006 y asumió algunas de las funciones del difunto monarca cuando éste se sometió a una operación en el reino y posteriormente viajó a Estados Unidos para recibir tratamiento médico el pasado mes de julio.
ee (efe/afp)
¿Reformistas o autócratas? Les presentamos a los monarcas árabes
Los monarcas del mundo árabe rigen sus países en tiempos de profundas transformaciones. Y actúan de distinta manera ante los nuevos retos del mundo moderno.
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Mohamed VI, el moderado
El rey de Marruecos está considerado como un monarca dispuesto a hacer reformas. Ha liberalizado el derecho de familia, ha impulsado las lenguas bereberes y, tras el autoritario reinado de su padre, instauró una Comisión de la Reconciliación. También reaccionó con templanza ante las protestas de la Primavera Árabe, en 2011.
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Salman y Mohamed, los autócratas
El rey Salman, de Arabia Saudí, ya ha decidido quién será su sucesor: su hijo, el príncipe Mohamed, quien apuesta por cautelosas reformas. El nombre del heredero ocupó los titulares internacionales tras el asesinato en Estambul del periodista saudí Khashoggi. A Mohamed se le acusa de, como mínimo, haber sabido del crimen.
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Mohammed al Maktum, el discreto
Discreto, pero decidido rige el emir de Dubái el destino de su emirato, en el que hay una cultura de tolerancia religiosa. Hace poco, su vida privada saltó a los titulares porque fue abandonado por su sexta esposa, la princesa Haya de Jordania.
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Jalifa bin Zayed Al Nahayan, el poderoso
Las tensiones con Irán, la guerra en Yemen, el boicot de Catar... El presidente de los Emiratos Árabes Unidos se enfrenta a numerosos retos. Lo hace con experiencia y decisión, algunas veces consultando a otras personas, y otras veces imponiendo sus propias decisiones.
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Tamim bin Hamad Al Zani II, el diligente
El emir de Catar guarda buenas relaciones con Irán, circunstancia que desaprueban los Estados vecinos de la península arábiga y boicotean a Catar. Lo acusan también de financiar a grupos terroristas del Cercano Oriente. Tamin bin Hamad Al Zani tiene buenos contactos con Hamás, en la franja de Gaza, y profundiza en otras relaciones, como la de Turquía.
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Qabus bin Said al Said, el sensato
Qabus bin Said al Said rige el sultanato de Omán de forma discreta y pacífica. Lleva desde 1970 en el trono, ha modernizado el país y lo ha llevado a un relativo bienestar. De puertas adentro, el país está en orden y es, en comparación con otros, liberal. En política exterior, juega el papel de mediador en varios conflictos, como el de EE.UU. e Irán.