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Premio Paul Ehrlich: "Cuando las células se suicidan"

Aitziber Romero Bengoetxea14 de marzo de 2006

La española Ana Martín Villalba, ganadora del Premio Paul Ehrlich 2006, descubrió que inhibir la muerte celular programada facilita la regeneración neuronal.

Ana Martín VillalbaImagen: picture-alliance / dpa/dpaweb

Un nuevo descubrimiento contribuye a reactualizar el dogma que se creó en tiempos de Ramón y Cajal de que el sistema nervioso no regeneraba. Ahora otra española es quien ha realizado un importante hallazgo para la neurobiología de las próximas décadas.

Se trata de Ana Martín Villalba, quien recibe el Premio Paul Ehrlich 2006 otorgado a los jóvenes investigadores, en el área de la neurociencia. La científica española de 34 años trabaja en el Centro de Investigación para el Cáncer de Heidelberg, donde ha investigado el papel que juega la muerte celular programada en enfermedades y lesiones neurodegenerativas. Para ello ha demostrado en ratones que la parálisis puede ser reversible mediante el bloqueo de este proceso bioquímico. El galardón dotado con 60.000 euros será entregado este 14 de marzo de 2006 en la iglesia Paulskirche de Fráncfort.

Centro de Investigación para el Cáncer en HeidelbergImagen: DKFZ

En Alemania, 250.000 pacientes al año sufren un infarto cerebral y 1.500 una lesión medular, recuerda Ana Martín Villalba. Las cifras en España, por ejemplo, son más bajas, 37.225 personas padecen un infarto cerebral pero demuestran no obstante que la incidencia en la sociedad actual es elevada (Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas de España, datos de 2003).

La parálisis, en forma de paraplejia o tetraplejia, es normalmente el resultado de lesiones traumáticas de la médula espinal pero también puede ser provocada por tumores. Cuando hay un corte o lesión en la médula, la información que es enviada desde el cerebro no es capaz de llegar a las extremidades, de modo que los miembros se paralizan. Después del daño, se desarrollan una serie de procesos biológicos en las células afectadas tales como la muerte celular programada, conocida por los científicos como apoptosis.

¿Por qué se suicida la célula?

Hasta un millar de células mueren diariamente. Si se acumularan, "tendríamos 8 gramos al día" dice la joven investigadora. En este aspecto la muerte programada de las células o apoptosis desempeña un papel esencial en el buen funcionamiento del organismo. Cualquier célula que esté dañada, haya perdido su función o esté infectada, utiliza este mecanismo para desaparecer de la circulación sanguínea: la célula "se suicida".

Sin embargo, algunas veces esta muerte programada causa desgracias: en el caso de enfermedades neurodegenerativas como son el Alzheimer y el Parkinson; así como en el SIDA por poner un ejemplo: las células T del sistema inmunitario mueren por apoptosis en forma excesiva, y ello provoca un debilitamiento del sistema inmunológico.

Retrato del médico alemán Paul Ehrlich (1854-1915)Imagen: dpa

En cuanto a la médula espinal, el resultado clínico de una lesión depende en parte de la extensión del daño secundario que se produzca, al cual contribuye la apoptosis. Este suicidio celular está controlado por un sistema de señales que ya era conocido y que los biólogos llaman CD95.

Anteriormente, los investigadores trabajaron con ratones modificados genéticamente a los cuales se les había suprimido el sistema CD95. Los resultados demostraron que el infarto cerebral se reducía entonces en un 60%.

Un hallazgo revolucionario para la neurobiología de las próximas décadas

El equipo de Ana Martín Villalba ha demostrado en ratones que bloqueando la actividad del sistema CD95 con anticuerpos (componentes defensivos del cuerpo), se evita el suicidio de muchas neuronas y de otras células, oligodendrocitos, encargadas de acelerar la transmisión del impulso nervioso. Y que además, los ratones con una lesión medular tratados recuperan de la misma forma el movimiento de las patas traseras tras cuatro semanas de tratamiento (ver vídeos cedidos por la científica).

Ensayo clínico: optimismo y cautela

El siguiente paso que aspiran a dar los científicos es el ensayo clínico. Sin embargo, la doctora insiste en que a pesar de que el potencial del descubrimiento es muy importante y ve su aplicación en humanos, a corto plazo no es de esperar que la parálisis pueda ser curada. Añade que la lesión medular es un tema muy complejo y que habría que tratarlo desde muchos aspectos. Es decir, sería necesario bloquear la actividad CD95 y simultáneamente tratar a la persona con un cóctel para promover el crecimiento de las células nerviosas.

Pero también se muestra esperanzadora. Recuerda una cita de Ramón y Cajal con respecto a las células nerviosas "Todo puede morir, nada puede ser regenerado. Queda para la ciencia futura cambiar, si es posible, este severo decreto" ("Estudios sobre Degeneración y Regeneración del Sistema Nervioso", 1928). Ana ha contribuido ha poner al día este dogma y agrega "si en los últimos diez años se ha llegado a hacer posible que las neuronas regeneren. Se puede ser optimista y pensar que se llegará alguna vez también a poder tratar o mejorar la situación del enfermo con lesión medular".

Los científicos de Heidelberg intentan ahora producir la sustancia para sacarla al mercado. Una compañía ya ha sido fundada con este objetivo. El fármaco permitirá tratar no sólo el infarto cerebral o la lesión medular, sino también el infarto cardíaco o el rechazo de transplantes. Sin embargo, para poner en marcha estudios clínicos y que llegue realmente a ser un tratamiento en pacientes se puede tardar otros diez años.

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