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Sajárov a Tohti: premio al entendimiento intercultural

Hans Spross
25 de octubre de 2019

El científico uigur encarcelado en China recibe el principal reconocimiento del Parlamento Europeo, que elogió sus esfuerzos para "fomentar el diálogo y el entendimiento entre los uigures y los pueblos de China".

China Peking | Uigure Regimekritiker Ilham Tohti
Imagen: picture-alliance/AP Photo/A. Wong

El uigur Ilham Tohti fue sentenciado a cadena perpetua en septiembre de 2014 por el Tribunal Popular Intermedio en Urumqi, Región Autónoma de Xinjiang, tras dos días de juicio por "incitación al separatismo". Tohti nació en 1969 en la pequeña ciudad de Artush, en Xinjiang. Sus estudios lo llevaron, tras varias escalas, a Pekín, donde se convirtió en un respetado economista. En la Universidad de Minzu, construida en la capital china especialmente para estudiantes de minorías étnicas, Tohti pasó varios años investigando la situación social de los uigur en Xinjiang. Llegó a la conclusión de que están en desventaja en muchos aspectos en comparación con los chinos Han trasladados allí. Tohti criticó en repetidas ocasiones la política del gobierno central hacia los uigures.

En 2006, Tohti fundó el sitio web "Uyghur en línea" para abordar las preocupaciones de los uigures. Dos años más tarde, el sitio fue cerrado por las autoridades chinas y Tohti fue arrestado bajo la acusación de promover el separatismo uigur. En la capital provincial de Urumqi, estallaron graves disturbios a principios de julio de 2009 y murieron más de 150 personas, la mayoría de ellos chinos han. Tothi fue arrestado nuevamente por incitación a la insurrección. Fue puesto en libertad pocas semanas después debido a la presión internacional.

Veredicto de culpabilidad como formalidad

"Las tensiones entre los chinos Han y los uigures ya existían de antes", dijo en septiembre de 2009 Tohti a DW, después de los disturbios, "pero nunca se había extendido el odio mutuo". "Pero creo que la confianza mutua entre la minoría uigur y los chinos Han ha sido destruida y se ha instaurado en su lugar el odio étnico: y si el gobierno de Pekín no lo controla y continúa comportándose como un poder colonial, entonces se darán tragedias como esta una y otra vez".

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A raíz de los sangrientos ataques y enfrentamientos en Xinjiang, Ilham Tohti estuvo bajo arresto domiciliario en varias ocasiones. Tras ser arrestado en Pekín en enero de 2014, fue llevado a Urumqi, a 2.500 kilómetros de distancia, donde el fiscal presentó cargos contra él, que entonces tenía 44 años. La acusación contra era "separatismo e incitación al odio racial". El veredicto fue, en opinión de los expertos de China occidental, una mera formalidad.

Mediador entre culturas

La acusación es considerada un montaje, explica Ulrich Delius, de la Sociedad para los Pueblos Amenazados: "El 'separatismo', es decir, el intento de separación violenta de un territorio perteneciente al Estado de este en su conjunto es, precisamente, lo que él nunca ha hecho", dice a DW. Y continúa: "Tohti dijo 'yo soy uigur, pero enseño aquí en la Universidad de Nacionalidades de la capital y trato de hacer de mediador entre las dos culturas, es decir, le explico a la mayoría de la población china cuáles son las preocupaciones de los uigures, por qué están tan molestos, por qué están exigiendo sus derechos y por qué no se les conceden... ¿Por qué no darle la ley de autonomía a Xinjiang?'. Tohti era también un defensor y un mediador entre culturas, y por esa misma razón le parecía tan peligroso a las autoridades chinas que pasaron meses investigándolo y obligando, en mayor o menor medida, a sus estudiantes a hacer declaraciones para ponerlo tras las rejas", concluye.

La experta en China Krisitin Shi-Kupfer ve en la excesiva condena a Tohti una clara señal de advertencia de las autoridades chinas a todos los críticos del país: "Tohti estaba muy bien conectado, incluso con intelectuales chinos Han y activistas de derechos civiles, y según sus propias declaraciones, también dentro del aparato estatal chino con políticos de diferentes niveles". La experta del Instituto MERICS de Berlín ve "paralelismos" con el caso de Liu Xiaobo, "que también estaba bien conectado y trató de forjar alianzas con líderes moderados del aparato estatal chino y con otros activistas de derechos civiles en China". Y eso, concluye en entrevista con DW, es algo que "el gobierno central chino no puede o no quiere tolerar".

Juego de roles en prisión

La hija de Tohtis, Jewher Ilham, residente en Estados Unidos, explica a DW que a los miembros de la familia se les permitía visitar a su padre cada tres meses en prisión hasta 2017. Luego ya no más. Había perdido mucho peso, pero parecía estar mentalmente estable. Se enteraron por alguien que vio a Tohti en la cárcel de que permanecía sentado en una celda aislada frente a un televisor que emitía constantemente propaganda del partido. Los reclusos de la prisión a veces jugaban a juegos de rol en los que diferentes equipos desempeñaban el papel de cuadros del partido. Tohti tuvo que decidir, como jurado, qué equipo resultaba el más convincente.

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Jewher Ilham explica a DW que su madrastra y sus dos hermanos menores están en Pekín. Su madrastra trata de llevar, hasta donde puede, una vida lo más normal posible y mantenerse al margen de la polémica. La hija dice que sus contactos a través de las redes sociales con otros miembros de la familia en Xinjiang fueron bloqueados.

Reconocimientos previos

En 2016, Tohti recibió el Premio Martin Ennals para Defensores de los Derechos Humanos. En la ceremonia de entrega le rindieron homenaje diez reconocidas organizaciones, incluidas Human Rights Watch y Amnistía Internacional, además de la Ciudad de Ginebra (Suiza), por hacer campaña en defensa de los derechos humanos "con gran riesgo personal". En 2017 recibió el Premio de Derechos Humanos de la Ciudad de Weimar y, en 2019, el Premio Vaclav Havel de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.

(lgc/cp)

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