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Premios de periodismo: ¿oxígeno para la libertad de prensa?

Enrique Anarte
25 de septiembre de 2017

Ante la proximidad del Festival Gabo, DW preguntó a cuatro periodistas iberoamericanos por la importancia de estos premios para promover y defender la libertad de expresión.

Mexiko Demonstration gegen Journalistenmorde
Imagen: Reuters/E. Garrido

"Aunque se sufra como un perro, no hay mejor oficio que el periodismo", decía el maestro de periodistas Gabo. Con el objetivo de promover sus ideales respecto de la profesión, la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) entregará en unos días los galardones de la quinta edición de su Premio Gabriel García Márquez de Periodismo.

Este reconocimiento es el más importante en el contexto de los países latinoamericanos y la península ibérica. Sin embargo, existen multitud de otros premios que persiguen no solo el reconocimiento de la excelencia en el ejercicio del periodismo, sino también dar un impulso a nuevos talentos y plumas alternativas que de otra forma lo tendrían difícil para poder siquiera vivir de un oficio complicado.

¿Qué significa para un periodista recibir un galardón de tanto renombre como el de la FNPI? "Te da mucha visibilidad y te permite tener un diálogo con colegas de toda la región e incluso de Europa", responde a DW el argentino Javier Sinay, condecorado en la categoría Texto en la edición de 2015. Este porteño que escribe habitualmente en el diario La Nación cree, además, que trabajar teniendo en mente el concurso contribuye a poner el máximo empeño en la calidad de la pieza.

Legitimidad y visibilidad

Pero la importancia de estos premios va más allá de la dimensión personal. "El hecho de que un concurso reconozca a medios pequeños, críticos e independientes es una forma de legitimarnos", argumenta en una entrevista con DW June Fernández, que impulsó y hoy coordina la que probablemente sea la revista feminista más importante de España, Pikara Magazine. La periodista vasca ha recibido premios españoles y europeos por coberturas relacionadas con el machismo y la intersexualidad, entre otras cosas. A su juicio, estos premios (así como las nominaciones a estos) demuestran, en su caso, que el enfoque de género que da sentido a esta publicación no es en el fondo otra cosa que "periodismo de calidad".

Además de la legitimidad, la visibilidad es otra de las grandes ventajas, señala a DW Antonio Martínez, editor de Horizontal, medio digital independiente con base en Ciudad de México. En un país en el que ejercer el periodismo puede costar la vida, la nominación al García Márquez de 2017 de una investigación que publicó Horizontal sobre los trabajadores de la industria hotelera de la Riviera Maya ha logrado que la historia cruzase las fronteras: "Gracias a esto, muchas personas de América Latina se enteraron de lo que sucede cuando vacacionan en Cancún".

Sin embargo, el mexicano y la española coinciden en que a menudo se trata de historias que los grandes medios tienen reticencia a publicar. Martínez cita el caso de la corrupción institucional y política en su país. El resultado es que muchas veces dependen de ONG o fundaciones internacionales que financian la cobertura de temáticas como la desigualdad, los derechos humanos o el medio ambiente. "Al visibilizar estas historias, estos premios ayudan a que este financiamiento fluya", explica el mexicano. El trabajo de Horizontal en el paraíso caribeño, por ejemplo, fue auspiciado por la Fundación W. K. Kellog.

En el caso de países como Cuba, Sinay destaca cómo los premios de periodismo están reconociendo el trabajo de jóvenes periodistas, especialmente en el ámbito digital, que "en su propio país se enfrentan con la falta de recursos y de apoyo, además de probablemente con algún tipo de presión". Muchos de ellos han recibido galardones regionales o internacionales en los últimos años, dando voz así a las historias de la isla.

No es oro todo lo que reluce

Aun así, no todo el mundo tiene buenas palabras para este tipo de premios. "Los premios son una medición arbitraria, subjetiva, interna y corporativa de la calidad del trabajo y en eso se quedan", critica el periodista español Alberto Arce, que ha recibido diferentes galardones y ha trabajado para medios de prestigio internacional como Associated Press o el diario The New York Times. El día de mañana el periodismo sigue siendo incierto, con o sin reconocimiento del gremio: "Nadie en el mundo hispano puede decir que recoger listas de premios tenga un impacto directo en su posibilidad o capacidad de continuar trabajando en tiempos tan agónicos como estos para la profesión".

Fernández comparte esa preocupación por la precariedad, probablemente el mayor dolor de cabeza de sus compatriotas profesionales de la información: "Somos muchas personas las que en algún momento hemos estado trabajando como freelancers para medios cuyas tarifas no son suficientes para llegar a fin de mes". En gran medida, subraya, esto se debe a una extendida falta de reconocimiento económico del trabajo del periodistas entre las grandes empresas de comunicación españolas.

La periodista, no obstante, esboza un panorama más optimista: "Mi experiencia y la de mucha gente, aunque suene muy prosaica, es que ganas un premio y te soluciona medio año de trabajo".

Autor: Enrique Anarte (VT)

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