El diario alemán Die Welt, de Berlín, anota: "Una cosa es pedir negociaciones ante la prolongada guerra de Ucrania. Siempre tiene sentido negociar, y es imposible estar en contra de ello. Pero otra cosa es pedirlo durante una visita de Estado al autócrata chino Xi Jinping. Y aún otra cosa muy distinta es pedir a Estados Unidos que deje de suministrar armas a Ucrania, precisamente desde Pekín. El recientemente reelegido presidente de Brasil, Lula da Silva, acaba de hacer todo esto.

La actitud de Lula representa la actitud política de muchos Estados emergentes que querían situarse entre el Este y el Oeste durante la Guerra Fría. Estos Estados siempre conservaron una cierta simpatía residual por la Unión Soviética, porque en aquella época se ponía retóricamente del lado del entonces llamado "tercer mundo" y lo apoyaba materialmente.

El caso de Lula demuestra que no solo las dictaduras y las autocracias, sino también Estados democráticos pueden actuar en contra de la idea de un orden basado en normas y orientado a los derechos humanos. Es decir, cuando les promete ventajas y no tienen escrúpulos al respecto".

Resurgir como actor global

El diario Handelsblatt, de Düsseldorf, analiza las ambiciones geoestratégicas de Lula y escribe: "La esperanza de Lula de ganarse a Xi para su 'club de la paz' de potencias independientes para mediar en el conflicto de Ucrania no se ha cumplido. El comunicado oficial chino solo dice que 'están de acuerdo en que el diálogo y las negociaciones son la única vía correcta para resolver la crisis en Ucrania'. En consecuencia, Xi y Lula hicieron un llamamiento conjunto a otros países para que desempeñen un papel constructivo en la resolución del conflicto. No se hicieron propuestas concretas.

Así pues, China se mantiene firme en sus posiciones anteriores. Mantiene su estrecha asociación con Rusia a pesar de la invasión rusa de Ucrania. En realidad, el presidente brasileño quería aprovechar el viaje a Pekín para afinar su perfil en política exterior: Lula quiere desempeñar un papel geopolítico importante. Está reposicionando a Brasil como protector del clima, después de que su predecesor Jair Bolsonaro dejara tras de sí un desastre medioambiental. Lula espera que sobre esta base pueda negociar de tú a tú con las potencias mundiales.

Lula intenta reforzar su posición entre las grandes potencias

El diario suizo Neue Zürcher Zeitung examina la política exterior desde la perspectiva de la neutralidad suiza y apunta: "Tras su viaje a China la semana pasada, el Presidente brasileño Lula da Silva hizo unas declaraciones sobre la guerra de Ucrania que, con razón, enfadaron a Europa y Estados Unidos. Sin embargo, no hay que dejarse cegar por la última ofensiva de encanto de Lula hacia Pekín y Moscú. El brasileño es un geopolítico demasiado astuto como para temer que se vincule unilateralmente a las grandes potencias autoritarias. En su todavía corto nuevo mandato, hay sin duda otras señales.

Su primer viaje fuera de América Latina, en febrero, no le llevó a Pekín, sino a Washington. Sin embargo, apenas se trajo nada presentable a casa. En Pekín se firmaron una buena docena de declaraciones de intenciones para la cooperación. Pero ni el deseo de Xi de que Brasil se uniera a la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, ni el plan de Lula de formar el 'club de la paz' con China lograron ningún avance real. Entre los países del BRICS, Brasil sigue siendo claramente el miembro más prooccidental.

Sin embargo, Occidente tiene que hacer algo si quiere evitar que Brasil se acerque aún más a China. China es ya el socio comercial más importante del país sudamericano, por delante de Estados Unidos. La pronta conclusión de un acuerdo de libre comercio entre la UE y Mercosur podría contrarrestar esta situación. Pero esto no ocurrirá sin concesiones a los sudamericanos."

(gg)