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Presidente alemán en la Knesset

Emilia Rojas2 de febrero de 2005

“Con vergüenza y humildad me inclino” ante las víctimas del Holocausto, dijo el presidente alemán, Horst Köhler, ante el parlamento israelí, en un discurso calificado de acertado y emotivo.

Horst Köhler junto al presidente de la Knesset, Reuvlen Rivlin, y el presidente israelí, Mosche Katzav.Imagen: dpa

Hablar ante los diputados de la Knesset no es tarea fácil cuando se es el presidente de Alemania. Ya el hecho de que pronunciara su discurso en alemán había levantado polémica desde hace días, motivando a algunos parlamentarios a no hacer acto de presencia. Porque, para algunos israelíes, sigue teniendo la resonancia de los victimarios nazis. Horst Köhler está consciente del doloroso lastre del pasado y así lo manifestó en todo momento.

El peso del pasado

Los analistas coinciden en que no fue un discurso histórico, pero sí dio en el tono preciso y, sobre todo, convenció de que sus palabras eran personalmente sentidas. “Nunca un presidente alemán que hablara en la Knesset había estado tan cerca de las lágrimas”, comentó el presidente del Consejo Central de los judíos de Alemania, Paul Spiegel. Y fue, justamente, en el pasaje en que rindió homenaje a las víctimas del Holocausto: “Me inclino con vergüenza y humildad ante las víctimas y ante quienes les ayudaron, poniendo en peligro sus propias vidas”, dijo Köhler, puntualizando: “La responsabilidad por la Schoa es parte de la identidad alemana”.

Pese a haber transcurrido 60 años del Holocausto, las relaciones entre Alemania e Israel no son como las que pudieran sostener dos países cualesquiera. El pasado sigue pesando. “Los rostros de los muertos no deben abandonarnos”, señaló el presidente germano. Ahora que acaba de conmemorarse el sexagésimo aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz, están más presentes que nunca, también para la opinión pública alemana.

El presente y el futuro

La voluntad expresa de no olvidar, para que jamás vuelva a repetirse un horror semejante, implica también una responsabilidad hacia adelante. En el presente, significa defender los derechos humanos y luchar en todo momento contra el racismo y el antisemitismo, como lo subrayó el jefe de Estado alemán, reconociendo que el extremismo de derecho y el odio a los judíos no han sido derrotados por completo.

Pero este 2005, en que se cumple 6 décadas del término de la II Guerra Mundial, también hay otro aniversario importante: los 40 años del establecimiento de relaciones diplomáticas germano-israelíes. Ha sido un camino fructífero en múltiples terrenos, que ha conducido a que Israel sea hoy el país con el que Alemania mantiene relaciones más estrechas fuera de Europa y Estados Unidos. Así lo hizo notar Köhler, quien tampoco eludió los problemas candentes de la región, manifestando su fe “en un Medio Oriente en el que Israel y un estado Palestino coexistan en paz”. Después de todo, muchas cosas que en su día parecían imposibles son hoy realidad. O, como dijo el presidente alemán: “Por qué no habría de lograrse en el Medio Oriente lo que fue posible en Europa: amistad entre dos archienemigos de antaño, Francia y Alemania, la caída del muro y la superación de la división de Europa”.

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