El presidente alemán, Horst Köhler, visitó Paraguay y Brasil. En unos días seguirá rumbo a Colombia. En sus dos primeras estaciones sudamericanas ha transmitido, con el tacto que caracteriza a un gran diplomático, un mensaje concreto: las grandes desigualdades económicos que imperan en la región -una pequeña clase de gente inmensamente adinerada y con grades ingresos frente a una gran mayoría que vive en la pobreza- crean tensiones sociales que a largo plazo nunca tienen buenos resultados. La pobreza y los abismos sociales ponen en peligro la estabilidad política. De ahí la importancia de una mayor responsabilidad social y un mayor vínculo entre la economía y precisamente esa responsabilidad.

Obviamente el presidente alemán no ha visto mucho de la pobreza a la que se refiere, ni en Paraguay ni en Brasil, en donde las elites políticas y económicas lo han acogido con bombos y platillos.

En Paraguay, país al que viaja por primera vez un jefe de Estado alemán, fue recibido con honores militares por el presidente Nicanor Duarte. Lo mismo en Brasil en donde su viejo amigo el presidente Inacio Lula da Silva le ha ofrecido un gran despliegue de más de cien soldados a caballo con cascos dorados y salvas de cañón. Aún cuando las arcas del estado estén vacías, las ceremonias de protocolo tienen un valor importante en América Latina.

Los negocios

El presidente alemán lleva en su valija no sólo la intención de hacer hincapié en los grandes problemas sociales latinoamericanos y demandar un mayor esfuerzo por incrementar las inversiones sociales en general. Igual o más importante es su esfuerzo por fomentar las cooperaciones, especialmente las de la industria germana en la región.

En Brasil se busca reforzar la cooperación en el campo de las energías renovables, con reparto definido: Brasil pone la materia prima, específicamente la caña de azúcar, la industria alemana el know how.

Alemania y su know how resulta el socio perfecto en lo que se refiere a la eficiencia energética, combustibles biológicos y también motores, subraya un presidente convencido de los suyos.

Sus esfuerzos caen en tierra fértil. Alemania es el principal inversionista extranjero en Brasil. Actualmente unas 1.200 empresas germanas tienen filiales en Brasil y son responsables del 8 por ciento de su producto nacional bruto, según datos aportados por el mismo presidente Lula da Silva. "La ecología y el crecimiento económico no tienen que ser una contradicción" subraya el presidente brasileño ansioso por reforzar la cooperación también en el campo ecológico.

Ronda de Doha: dos interpretaciones

Aprovechando que Alemania ocupa la presidencia en turno de la Unión Europea, el presidente Lula da Silva pidió que incremente sus esfuerzos por un orden más justo del comercio internacional, especialmente una mayor apertura de los mercados agrícolas, tanto por parte de la UE como de Estados Unidos.

Las posturas sino opuestas, por lo menos con ciertos matices, en lo referente a la Ronda de Doha. Mientras que el presidente Horst Köhler está convencido de que el camino emprendido desembocará en un orden justo que llevará a combatir exitosamente la pobreza, el presidente Lula da Silva no deja de hacer hincapié en que mientras que no exista consenso general de que hay que darle una oportunidad a los países más pobres será difícil combatir el hambre y también el terrorismo.

Horst Köhler permanecerá hasta el próximo 12 de marzo en Brasil de donde partirá rumbo a Colombia antes de regresar a Alemania (el 16 de marzo), en donde, por cierto, su gira por Sudamérica no ha registrado mucho impacto en los medios nacionales.