Presidente ucraniano y su rival se someten a test de drogas
5 de abril de 2019
Publicidad
¿Una contienda electoral llevada al extremo? El presidente ucraniano y candidato a la reelección, Petró Poroshenko, y su rival en la segunda vuelta en las presidenciales que se celebrará el próximo día 21 de abril de 2019, Vladímir Zelenski, entregaron este viernes (5.04.2019) muestras para análisis de detección de presencia de alcohol y drogas en sus organismos. La realización de estos análisis fue una las exigencias presentadas por Zelenski, ganador de la primera vuelta con el 30,24 por ciento de los votos, para acceder a debatir con Poroshenko, que quedó en segundo lugar (15,95 por ciento).
El comediante Zeleski acudió a primera hora de la mañana a una clínica privada de Kiev. Tras entregar sus muestras, declaró a la prensa que los resultados se harán públicos dentro de tres días. A la pregunta de por qué no había ido a la enfermería del Estadio Olímpico de Kiev, donde él mismo propuso celebrar el cara a cara con Poroshenko, Zelenski indicó que "allí no hay laboratorios". Sobre la elección de la clínica, el comediante indicó que había optado por ella porque conocía al dueño.
Por su parte, Poroshenko entregó sus muestras en las instalaciones del Estadio Olímpico. "La propuesta del señor Zelenski de realizar prueba para detectar adicción al alcohol o a drogas me pareció bien. Hay dos cosas importantes: los análisis deben ser llevados a cabo por laboratorios independientes y que cuenten con la debida certificación", dijo el mandatario a la prensa. Agregó que él no sabe en qué clínicas se realizarán los análisis y se pronunció por que este procedimiento sea obligatorio para los candidatos a la Presidencia del país. "Es un asunto de seguridad nacional", subrayó el mandatario. Poco después, se informó de que los análisis exprés de detección de drogas realizados a la muestras de Poroshenko resultaron negativos. "No se halló ninguna sustancia psicoactiva", declaró el director del hospital clínico Sotsioterapia, Vladímir Yari. El médico indicó que los resultado del estudio del cabello y el folículo piloso se conocerán en los próximos días, pues es un análisis que requiere más tiempo. (afp/efe)
Deutsche Welle es la emisora internacional de Alemania y produce periodismo independiente en 30 idiomas. Síganos enFacebook | Twitter | YouTube |
32 años después: los últimos habitantes de Chernóbil
Después de más 30 años del desastre nuclear de Chernóbil, 30 kilómetros a su alrededor están considerados como "inhabitables". Algunos regresaron a sus pueblos. La fotógrafa Alina Rudya nos muestra cómo viven.
Imagen: DW/A. Rudya
El optimismo contagioso de Baba Gania
Baba Gania (izqda.) tiene 86 años. Ella sobrevivió, pero su esposo murió hace una década. Durante 25 años ha estado cuidando de su hermana Sonya (drcha.), discapacitada mental. "No le tengo miedo a la radioactividad. Hiervo los champiñones hasta que la radioactividad haya desaparecido", dice con orgullo. La fotógrafa Alina Rudya opina que Baba "es la persona más cariñosa y amable" que conoce.
Imagen: DW/A. Rudya
Casas abandonadas con rapidez
Gania y su hermana viven en Kupuvate, un pueblo en una zona de exclusión a 30 kilómetros de la planta nuclear de Chernóbil. Tras el accidente en abril de 1986, cientos de miles de residentes en el área fueron evacuados rápidamente. La mayoría de las casas de Kupuvate están abandonadas. Gania está usando una casa de la vecindad para guardar el ataúd de su hermana y el suyo.
Imagen: DW/A. Rudya
La muerte regresa
"El cementerio de Kupuvate se parece a cualquier otro cementerio de los pueblos en Ucrania", informa la fotógrafa Alina Rudya. "Mucha gente que fue enterrada aquí fue evacuada y pasó su vida fuera de la zona radioactiva, pero regresa después de su muerte".
Imagen: DW/A. Rudya
El último deseo de Baba Marusia
Los que regresan buscan los restos de su familia, como Baba Marusia, quien llegó para limpiar la tumba de su madre. Vive en Kyiv con su hija y comparte un apartamento de una habitación con su yerno y dos nietos. "Estoy feliz de haberme quedado. Es mi patria. Es aquí donde quiero ser enterrada" y añade: "Pero cerca de mi madre y no de mi esposo".
Imagen: DW/A. Rudya
Los que regresaron para quedarse
Galyna Ivanivna es otra de las pocas habitantes de la zona, conocidas como "samosely", colonos, en ucraniano. "Mi vida pasó en un abrir y cerrar de ojos. Tengo 82 años y es como si nunca hubiera vivido. Cuando era más joven, quería viajar por el mundo. Recuerdo soñando con tener un billete gratis para todo el mundo. Pero nunca pude ir más lejos de Kyiv".
Imagen: DW/A. Rudya
La vida en un mundo pequeño
Ivan Ivanovych y su mujer decidieron, como otros pocos, en los años 80 regresar a la zona nuclear contaminada. Ivan se ha convertido, de alguna manera, en una estrella entre los turistas que visitan la zona. Su esposa murió hace algunos años, "cada vez que lo visito, me dice que sucedió el año pasado", dice la fotógrafa. Tiene muchas historias que contar, son "historias llenas de fantasía".
Imagen: DW/A. Rudya
Testigos del pasado
La fotógrafa ucraniana Alina Rudya también visitó el pueblo de Opachichi, una semana antes del 32 aniversario del desastre de Chernóbil. Según ella, una señora mayor vive aún ahí, mientras que el resto de los colonos ya ha fallecido. Casas abiertas con viejas fotos, cartas y muebles son los testigos silenciosos del pueblo.
Imagen: DW/A. Rudya
Diciendo adiós lentamente
Marusia está mirando a su esposo Ivan, quien hace poco tuvo un ictus y es demente. "A veces se levanta por la noche y va a buscar su tractor. Trabajó 42 años con uno". Ella es consciente de que está muriendo lentamente: "No quiero ser un estorbo para mis hijos y nietos".
Imagen: DW/A. Rudya
Preparándose para cuando venga la muerte
Antes de que Ivan cayera enfermo, contruyó dos ataúdes porque quería estar preparado para la muerte de su esposa y la suya. Están en una cabaña al lado de su casa. "El de abajo es para mí y el de arriba, para mi viejo marido", explica Marusia.
Imagen: DW/A. Rudya
Los últimos colonos
Solo unas pocas personas viven en la zona de exclusión. La fotógrafa nació cerca de Chernóbil, ha regresado varias veces y planea publicar sus imágenes en un libro. "Visitar los pueblos abandonados es cada vez más triste. Cada vez que vengo, alguien fallece y es que casi la mayoría de los colonos tienen más de 70 años de edad".