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Cultivos transgénicos

3 de agosto de 2010

Cada Estado de la UE podría decidir si prohibir o permitir los transgénicos; la propuesta debe pasar aún por el Parlamento y el Consejo. Un juego sucio, según los medioambientalistas

Transgénicos: prohibir o permitirlos sería competencia de cada Estado.Imagen: picture alliance / dpa

La Unión Europea está a punto de permitir que cada estado miembro decida si prohibir o permitir el cultivo de organismos genéticamente modificados (GMO). El comisario europeo de Salud, John Dalli, declaró que los Estados requieren más flexibilidad para decidir cómo integrar los GMO a los cultivos tradicionales y orgánicos y niega que la Comisión esté polarizada. “La Comisión Europea no está a favor ni en contra de los GMO y su cultivo. Pero en el mundo actual son una realidad y Europa no puede quedarse paralizada y negar su responsabilidad política de tomar decisiones e implementar regulaciones de innovación responsable”.

Mon810, el único

En el sistema actual, el único GMO permitido es un tipo de maíz, MON 810, que está prohibido en seis Estados, entre ellos Francia y Alemania. Los favorecedores de este cultivo resaltan que sus beneficios incluyen mayores ganancias y una mayor resistencia a los agentes patógenos, lo que implica menos fertilizantes y pesticidas. Los críticos requieren de más datos científicos para probar que los GMO son seguros. Stephanie Hundsdorfer, representante de Greenpeace, opina que las propuestas de la Comisión no ponen el punto sobre la í, pues las prohibiciones nacionales están bien, pero no tienen sentido sin chequeos de seguridad a nivel europeo. “En 2008 los 27 gobiernos europeos solicitaron a la Comisión verificar la seguridad para los GMO a nivel europeo; la Comisión no ha actuado”.

Medioambientalistas acusan a la UE de impulsar a los Estados a abandonar sus preocupaciones por la seguridad y preferir la libertad de escoger. Y tachan de peligroso el aprobar más cultivos. Para José Luis Romeo Martín, agricultur de GMO de 48 años del valle del Ebro en España, toda prohibición carece de sentido. Viene cultivando maíz transgénico Mon810 en su finca de 300 hectáreas desde hace ocho años a partir de que una plaga acabó con el 40 por ciento de su cosecha. Romeo Martín opina que la postura europea anti GMO se debe a la hipocrecía política; en su opinión, los europeos no han entendido que los productos transgénicos están hace rato en el mercado a través de fáciles importaciones de otras partes del mundo.

MON 810 del consorcio estadounidense MonsantoImagen: AP

Conviven con el usuario hace rato

“Los consumidores se equivocan con respecto a los GMO. La insulina, por ejemplo, se hace de una bacteria genéticamente modificada, las cervezas alemanas se elaboran con trigo transgénico y los quesos franceses, ¿qué utilizan? Para hacerlos están empleando bacterias genéticamente modificadas. La gente no lo sabe, pero los GMO están aquí, son la nueva tecnología y los necesitamos”.

Romeo Martín está ansioso por introducir un maíz resistente a los herbicidas que podría hacer sus cultivos más sustentables; pero ese tipo de maíz está prohibido, todavía. Hundsdorfer explica, por su parte, el motivo de la prohibición: “Existe mucha evidencia científica acerca de que los cultivos genéticamente modificados resistentes a los herbicidas incrementan el uso de éstos en detrimento del medio ambiente y la biodiversidad”.

Romeo Martín rechaza la argumentación: “Cuando fumigamos con pesticidas matamos todo lo que esté en el campo. Por el contrario, con los GMO tenemos arañas, mosquitos, hormigas y todo tipo de insectos”.

No es antiamericanismo

En un solo punto las posturas antogónicas parecen coincidir: la resistencia europea a los GMO no es un automatismo del antiamericanismo. Según Hundsdorfer, a medida que más informado está un europeo acerca de los transgénicos, más los rechaza; para Romeo Martín es una cuestión de diferencia de mentalidad, no de que los europeos estén en contra de los estadounidenses.

La propuesta de la Comisión para cambiar las reglas existentes todavía necesita ser aprobada por los gobiernos y por el Parlamento Europeo. Y para silenciar las críticas, la Comisión subraya que seguirán investigando el impacto de los transgénicos; y, en realidad, sigue con la suya diciendo que conceder flexibilidad y libertad para decidir sobre los GMO requerirá un cambio en la legislación.

Autora: Nina Potts/Mirra Banchón
Editora: Emilia Rojas

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