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Terapias para pedófilos

25 de marzo de 2012

Desde 2005, Alemania ofrece tratamientos para pedófilos con miras a prevenir el abuso sexual de menores. ¿Con éxito? Deutsche Welle habló al respecto con Klaus Beier, de la Charité de Berlín, iniciador de estas terapias.

Imagen: picture-alliance/dpa

Este 19 de marzo, la edición online del semanario alemán Der Spiegel publicó un artículo sobre la pedofilia femenina, subrayando que la atracción erótico-afectiva que algunas mujeres sienten hacia niños o jóvenes sigue siendo un objeto de estudio poco explorado. Un mes antes, coincidiendo con el simposio vaticano dedicado a la violencia sexual contra menores en la Iglesia católica, la revista Cicero llamó la atención hacia la pedosexualidad como fenómeno social. ¿Acaso se ha disipado el tabú que rodeaba a este asunto?

No del todo. Pero, en los últimos años, los medios germanos han venido tratando el tema del abuso de menores con mayor frecuencia y profundidad. Periódicos reconocidos, desde el Frankfurter Allgemeine Sonntagszeitung hasta die Tageszeitung, pasando por die Zeit y el Süddeutsche Zeitung, han evitado reducirlo a la descripción de casos escabrosos o perpetuar la confusión entre la homosexualidad y la pedosexualidad. Patetismo aparte, sus reportajes se han concentrado en la prevención de este tipo de delitos.

De ahí que la campaña “Evite convertirse en un agresor” del Proyecto de Prevención Campo Oscuro, puesto en marcha por la Charité de Berlín, ocupe un lugar tan prominente en la prensa alemana desde 2005. Fue entonces cuando el prestigioso hospital universitario comenzó a brindar tratamiento psicológico para pedófilos con miras a que éstos controlen sus impulsos y se abstengan de tener contacto sexual con menores. Hoy, estas terapias no sólo son ofrecidas en la capital alemana, sino también en Ratisbona, Kiel y Leipzig.

Desde mediados de marzo, el tratamiento está al alcance de los afectados en Hanóver y pronto será ofrecido en Hamburgo. Los potenciales pacientes deben cumplir varias condiciones para ser aceptados en el programa. Una de ellas es no tener cuentas pendientes con la Justicia por abuso de menores; la idea es que ellos busquen ayuda terapéutica por voluntad propia y no con la intención de que los tribunales atenúen sus penas. Otro requisito: a quienes soliciten el tratamiento se les debe diagnosticar una verdadera fijación sexual con niños.

Y eso es más difícil de determinar de lo imaginado; según los especialistas, muchos de los adultos que han tenido contacto sexual con menores lo han buscado circunstancialmente, a pesar de que los niños no son el objeto de sus fantasías eróticas. Los expertos aseguran que el tratamiento de los auténticos pedófilos consiguió que en todos ellos se redujeran los trastornos de la percepción que los llevaban a creer, entre otras cosas, que los niños están tan necesitados como los adultos de un afecto de naturaleza sexual.

Los terapeutas se esmeran en que los pacientes tengan empatía con los niños, se pongan en su lugar y entiendan que no son los menores quienes buscan el contacto sexual, sino los adultos quienes proyectan sus deseos en los niños. Si el caso lo amerita, también se pueden aplicar terapias medicamentosas para disminuir la libido de los pedófilos. A juicio de quienes administran los tratamientos, las personas que consumen imágenes de contenido sexual que involucran a adultos y a menores también deben buscar ayuda profesional.

Las terapias para pedófilos se aplicaron por primera vez en el hospital universitario Charité de Berlín.Imagen: picture-alliance/ZB

Deutsche Welle entrevistó a Klaus Beier, director del Instituto de Sexología y Medicina Sexual de la Charité e iniciador del Proyecto de Prevención Campo Oscuro. El término “campo oscuro” alude al conjunto de casos de abuso de menores que no figura en las estadísticas policiales. Se estima que la cifra de agresiones desconocidas por las autoridades alemanas es cinco veces más alta que la de los delitos denunciados (“campo claro”). Oficialmente se habla de 12.000 casos de abuso de menores al año.

Deutsche Welle: El énfasis con que usted exhorta a multiplicar las ofertas de terapia para pedófilos y a abrir más centros ambulatorios para el ejercicio de la medicina sexual en este campo sugiere que está satisfecho con el resultado de su programa. De los objetivos que usted y su equipo se trazaron, ¿cuáles han sido alcanzados?

Klaus Beier: Antes que nada, hemos demostrado que podemos establecer contacto con ese grupo de personas fuera del contexto judicial. En el año 2005, nadie, aparte de nosotros mismos y de la Fundación Volkswagen, que financió el proyecto, creía que eso fuera posible. Ochenta pacientes han culminado el tratamiento hasta ahora, solamente en Berlín. La gran mayoría de ellos ha aprendido a vivir responsablemente con su preferencia sexual y a controlar sus impulsos para no hacerle daño a los menores.

Con eso alcanzamos la que, para nosotros, es la meta principal del programa: reducir el número de agresiones sexuales contra menores. Además, la campaña “Evite convertirse en un agresor” ha contribuido a elevar la calidad del debate público en torno a la pedofilia. El tema y las directrices de nuestro proyecto han sido discutidos en numerosos reportajes y programas de televisión, algo que habría sido imposible hace diez años. Y la población comienza a apreciar nuestro trabajo como un camino razonable para aumentar la seguridad de los niños.

Klaus Beier, de la Charité de Berlín, iniciador del Proyecto de Prevención Campo Oscuro.Imagen: picture alliance/dpa

Usted ha insistido en la necesidad de diferenciar entre las personas que no han tenido contacto sexual con niños ni quieren tenerlo, aunque se sienten atraídas por ellos, y aquellas que no logran controlar el deseo de consumar sus fantasías. Usted hizo un llamado para que se dejara de estigmatizar a los primeros –los pedófilos– por el comportamiento dañino y penable de los segundos, los pedosexuales. ¿Cómo ha calado esta visión del asunto en la sociedad alemana?

En principio, todos los temas relacionados con la sexualidad humana tienden a inspirar una suerte de cohibición. Y abordar esos tópicos es aún más complicado cuando se trata de formas de experiencia sexual problemáticas, difíciles de entender para mucha gente o percibidas como prácticas que causan daños y víctimas. El sólo hecho de hablar sobre esos temas genera una carga emocional que muchas personas no quieren enfrentar y esa incomodidad propicia la asunción de posiciones simplistas.

Pero la realidad no se amolda a la ilusión de que a un problema complejo se le puede dar una solución fácil. Nosotros sabemos a ciencia cierta que entre los pedosexuales hay personas muy diferentes. Más importante aún, entre ellos hay un grupo sobre el cual podemos ejercer influencia para que se abstenga del contacto sexual con menores, cosa que no consiguen ni las amenazas de sanciones penales ni las condenas de índole moral. Las terapias para pedófilos y pedosexuales contribuyen a proteger a los niños; esa es una labor que vale la pena.

Probablemente, muchos más pedófilos buscarían asistencia médica para que se les ayude a controlar sus impulsos, si supieran que no se les va a rechazar o a juzgar moralmente. Nosotros sólo podemos poner nuestro grano de arena para propiciar ese cambio de perspectiva. Por otro lado, cabe decir que ha habido cambios en la forma de tratar esta materia, gracias a los reportajes que han sido publicados sobre nuestro proyecto.

“¿Te gustan los niños más de lo que te gustaría?”. Un afiche para dar a conocer el Proyecto de Prevención Campo Oscuro.Imagen: Charité

La idea de ofrecer ayuda terapéutica a adultos que han abusado sexualmente de menores o son agresores en potencia no fue recibida sin controversia. Sobre todo porque, como muchas otras terapias, ese tratamiento es falible. Su proyecto no puede garantizar que todos los pacientes controlarán sus impulsos en el futuro…

Con la prevención primaria de la violencia sexual contra menores, centrada en los agresores potenciales y consumados, nosotros podemos reducir el número de estos delitos. Recuerde que nuestro proyecto actúa en el ‘campo oscuro’, es decir, en el ámbito donde tiene lugar la mayoría de las agresiones sin que las autoridades policiales y judiciales se enteren. Aunque no se pueden evitar todos los casos de abuso de menores, cada niño al que se le ahorre ese trauma –y sus consecuencias a largo plazo– constituye un gran éxito.

Ustedes calculan que en Alemania hay alrededor de 200.000 hombres con tendencia a la pedofilia. ¿Cuántas personas se han inscrito en su programa?

Desde 2005, unos 1.500 afectados de todas partes de Alemania se han acercado al Proyecto de Prevención Campo Oscuro. Más de 600 han venido a Berlín para hacerse un examen diagnóstico y a cerca de 300 se les pudo ofrecer un tratamiento. En total, 140 hombres han comenzado su terapia con nosotros. Hasta ahora, quince grupos han recibido tratamiento y un cuarto de sus integrantes ha optado por recibir atención después de las terapias. Muchas personas de países vecinos han tocado a la puerta del instituto buscando ayuda.

¿Existen iniciativas similares al programa “Evite convertirse en un agresor” en otros países?

Nosotros hemos recibido consultas de colegas de Francia, Inglaterra, los Países Bajos, Austria, Rusia y Sudáfrica. Y en varios países de América Central y del Norte se están haciendo esfuerzos para emprender proyectos como el nuestro. Pero esa no es una tarea fácil. En Estados Unidos, por ejemplo, la ley obliga a los médicos a denunciar a las personas que los visiten y admitan haber tenido contacto sexual con un menor. La discreción profesional no tiene vigencia en esos casos y esa falta de confidencialidad dificulta el trabajo de prevención.

Bajo semejantes condiciones, nadie se reporta voluntariamente y se pierde la oportunidad de intervenir. En cambio, los suecos planean ofrecer terapias como las nuestras. En Inglaterra, el proyecto “Stop it now! (¡Deténte ya!)”, ha activado líneas telefónicas especiales para pedófilos que buscan ayuda y pronto se crearán hotlines similares en los Países Bajos. El año pasado recibimos en Berlín a equipos de televisión de Suecia, Irlanda y Ucrania. En el extranjero existe interés en reproducir nuestras experiencias con el proyecto.

Autor: Evan Romero-Castillo
Editora: Claudia Herrera Pahl

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