Moscú: "Nuestro deber cívico es salir a las calles"
Natalia Smolentceva
5 de agosto de 2019
Pese a las detenciones masivas, los manifestantes con los que habló DW este fin de semana en Moscú aseguran que no cederán.
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Una señora mayor en silla de ruedas; frente a ella, filas de policías antidisturbios. El escenario es la plaza Pushkinskaya, en el corazón de Moscú, el sábado pasado (03.08.2019). Mientras los agentes agarraban a manifestantes aleatorios de entre la multitud y se los llevaban a rastras, la anciana miraba en silencio el último episodio de las protestas opositoras rusas.
María Razmerova apenas sale ya de casa, pero el sábado le pidió a su nieto, Konstantin, que la llevase a la manifestación no autorizada porque "no podía quedarme en casa”. Esta no fue su primera protesta, dijo a DW. "Es nuestro deber cívico salir a las calles”.
Hace una semana, María y Konstantin también participaron en una protesta no autorizada frente al Ayuntamiento de Moscú, con el objetivo de pedir que los comicios municipales de septiembre sean libres y justos.
La serie de protestas de la oposición rusa ha venido acompañada de represión por parte de las fuerzas de seguridad. El fin de semana pasado, dice Konstantin, los arrestos empezaron poco a poco. Este sábado, la policía empezó a agarrar a manifestantes desde el principio, haciendo uso de la fuerza.
Konstantin no tiene miedo de ser detenido. "Puedo quedarme sentado ahí (en comisaría) como podría hacerlo en el sofá de casa”, dijo riendo. Su abuela tampoco tiene miedo. No tiene nada que perder: los médicos dicen que no le queda mucho tiempo.
Mientras hablamos, la policía antidisturbios desplaza a la multitud fuera de la plaza Pushkinskaya, hasta que los perdemos de vista.
"Tenemos que permanecer unidos”
Expulsados de la plaza, los manifestantes se concentran en las amplias aceras moscovitas de las calles cercanas. Allí, frente a las oficinas del periódico progubernamental Izvestia, un hombre se sienta en el suelo, frente a los antidisturbios, esperando a ser arrestado. Sin embargo, más personas siguen su ejemplo.
Alexander Fokin vino a la capital desde el pequeño pueblo de Stupino, a unos 110 kilómetros de Moscú, especialmente para esta protesta. En casa, había intentado convertirse en miembro del Parlamento municipal, sin éxito.
Dice que contra él utilizaron el mismo "sistema" que se ha utilizado en la campaña previa a las elecciones del mes que viene en Moscú: las autoridades electorales le notificaron que las firmas que había conseguido para avalarlo como candidato eran falsas. Pero él lo intentó otra vez este año y, para su sorpresa, tuvo éxito.
"Es el resultado de la presión ciudadana”, dijo. "Tenemos que permanecer unidos y no tener miedo”. Poco después de hablar con DW, los agentes de policía se lo llevaron detenido.
Ksenia y Sergey, una joven pareja cuyos nombres han sido modificados a petición de los entrevistados, se quedaron mirando desde la entrada de una estación de metro cercana. Tienen miedo, reconocen, aunque aseguran que, pese a ello, salieron a la calle a apoyar la protesta.
"Tenemos miedo de acabar en medio de la pelea, de salir heridos, pero no de las detenciones”, dijo Ksenia. Este sábado fue su primer día protestando en la calle.
(eal/rml)
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¿Guerra Fría recargada?
Con la suspensión del tratado nuclear INF, una de las principales iniciativas de desarme de los años 80 ha sido archivada. Este acuerdo fue un mérito de la diplomacia y del movimiento por la paz. Aquí una revisión.
Imagen: picture-alliance/dpa/P. Zinken
Rearme verbal y material
EE. UU. suspendió primero su participación en el tratado nuclear INF durante seis meses, y un día después, lo hicieron los rusos. Por el momento, estas decisiones ponen fin a una fase de tres décadas de entendimiento y desarme entre las principales potencias. Los militares y los políticos participaron en este pacto, igual que la sociedad civil, que se movilizó masivamente en los años ochenta.
Imagen: picture-alliance/dpa/P. Zinken
Arsenal del terror
El INF fue uno de varios tratados diseñados para frenar el terrorífico arsenal atómico creado por el rearme de la Guerra Fría. Aquí hay un misil Pershing II de EE.UU. equipado con una cabeza nuclear en la base estadounidense Mutlangen, en Baden-Württemberg (Alemania).
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Brindis por el entendimiento
El avance hacia el tratado INF fue logrado por el entonces presidente de EE. UU. Ronald Reagan (izquierda) y el líder soviético Mijail Gorbachov (derecha) en diciembre de 1987. Tras su firma en Washington, ambos políticos presionaron para un nuevo comienzo en las relaciones Este-Oeste.
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Línea directa
Una de las grandes preocupaciones durante la Guerra Fría fue que las dos grandes potencias podrían declararse la guerra entre sí por un simple error de comunicación. Es por eso que los ingenieros de ambos países establecieron la llamada "línea directa" en 1963: una conexión directa entre Washington y Moscú. Esta imagen muestra un télex en el Pentágono en 1963.
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Entre dos frentes
Durante la Guerra Fría, el Telón de Acero corrió por el centro de Alemania. La República Federal de Alemania (RFA) estaba vinculada a Occidente, y la República Democrática Alemana (RDA) a la esfera de influencia oriental. En el caso de una guerra nuclear, el Gobierno federal tenía su propio búnker cerca de Ahrweiler, en su sede ubicada en Bonn.
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Gobierno subterráneo
En caso de una guerra nuclear, el Gobierno de Alemania Occidental debía continuar trabajando. Por lo tanto, el búnker estaba equipado con todo lo necesario. En el subsuelo también había una sala de reuniones con colores cálidos que supuestamente aliviaban el horror del búnker.
Imagen: DW/Maksim Nelioubin
¿Guerra nuclear? No, gracias
El temor a una posible guerra nuclear también impulsó a gran parte de la población a manifestarse. A fines de la década de 1970 surgió un movimiento por la paz que durante años exigió desarme y entendimiento. Aquí hay un pin correspondiente a una de las reuniones celebradas en Bonn, en octubre de 1981.
Imagen: HDG
Demostración histórica en el Hofgarten
El 10 de octubre de 1981, alrededor de 300 mil personas se reunieron en Bonn, entonces la capital de la República Federal, para protestar contra el armamento nuclear. La última reunión en el Hofgarten de Bonn se convirtió en una de las manifestaciones más impresionantes de la historia del movimiento alemán por la paz.
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"Reunión de los valientes..."
"...no de los temerosos". Así describió el político del SPD Erhard Eppler, uno de los actores clave en el movimiento por la paz, al mitin de Bonn. Las palabras de Eppler se referían a que justamente quienes expresaban temor a la guerra eran valientes por ello.
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Bloqueo por la paz
En septiembre de 1983, los opositores a las armas nucleares bloquearon el depósito de armas de EE.UU. en Mutlangen. Entre ellos estaban el Nobel de Literatura Heinrich Böll y su esposa, Annemarie. Böll dijo que estaba allí "porque sería muy fácil defender algo tan primordial solo desde mi escritorio. También deseo solidarizarme con todas aquellas personas que tanto se sacrifican".
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Críticas desde las Fuerzas Armadas
Uno de los opositores al rearme más famosos fue el general de división Gert Bastian. Junto con la política Petra Kelly, protestó contra el despliegue de misiles nucleares de mediano alcance en Europa. En 1983, ambos fueron de los primeros políticos del partido ecologista Los Verdes en ser electos para ingresar al Parlamento alemán.
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Objetivos comunes en Occidente y Oriente
Muchas personas también tomaron las calles en la parte oriental de Alemania. "Espadas en arados" fue el lema del movimiento por la paz allí. Fue inventado en 1980 por el joven pastor Harald Bretschneider. Desde las filas de los activistas por la paz de Alemania oriental también surgió un movimiento de protesta contra el sistema político de la RDA.
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Logro I: desarme en el Este
El tratado INF llevó el desarme masivo del potencial nuclear a ambos lados del Telón de Acero. Esta foto de 1989 muestra una serie de misiles soviéticos SS-20 destruidos.
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Logro II: desarme en Occidente
Los estadounidenses también retiraron sus armas nucleares de Europa. En 1988 abrieron el depósito de Mutlangen para la prensa internacional. Luego se llevaron los cohetes Pershing II a EE.UU., donde fueron desarmados. El peligro de que Europa pudiera convertirse en el escenario de una guerra nuclear parecía haber acabado.