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Prueba de fuego para Washington

16 de septiembre de 2012

El hecho de que Estados Unidos y sus aliados tengan nuevos interlocutores en el mundo islámico lo obliga a repensar sus respectivas políticas exteriores. Las recientes protestas constituyen la primera prueba de fuego.

Imagen: Reuters

Con el paso de los días crece el temor a que las masivas protestas registradas en varios países del Magreb y el Cercano Oriente, atizadas por una película que agrede la sensibilidad religiosa de millones de musulmanes –producida en Estados Unidos y puesta a circular en Internet– se intensifiquen en lugar de perder fuerza. Miles de personas han tomado las calles de Egipto y la embajada alemana en Sudán fue incendiada después de que la estadounidense fuera atacada varias veces en Yemen.

Hasta ahora, el punto álgido de los tumultos ha sido la muerte del embajador de Estados Unidos en Libia, tras un ataque contra la misión consular de Washington. Algunos politólogos, como Jane Kinninmont de la Chatham House de Londres –un organismo independiente dedicado al análisis de asuntos internacionales–, sostienen que muchos de los disturbios también han sido propiciados por la inestabilidad política y la incertidumbre que sigue reinando después de la llamada “primavera árabe”.

Protesta frente a la embajada de Estados Unidos en El Cairo, Egipto.Imagen: Matthias Sailer

Un dilema de escala global

Otros expertos, como Riccardo Alcaro, investigador del Instituto para la Política Exterior de Roma, alegan que en este momento lo más importante no es establecer las causas de las protestas, sino orquestar cuidadosamente las reacciones. A juicio de Alcaro, tanto los países del mundo islámico –sobre todo los que acaban de liberarse de longevas dictaduras– como Washington y sus aliados tienen un gran reto: sopesar sus respuestas a los hechos para disipar esta ola de violencia.

“No digo que Estados Unidos deba cambiar por completo su política exterior, pero deberá seguir ajustándola”, señala Alcaro, advirtiendo que, de no hacerlo, sus relaciones con Egipto se verán perjudicadas y la influencia en la región de Arabia Saudita, Katar y otros Estados del Golfo Pérsico aumentaría. Para Alcaro, la disposición de Estados Unidos y la Unión Europea a extenderle la mano a los movimientos islamistas ya constituye el más grande viraje de sus respectivas políticas exteriores.

Los grupos islamitas encarnan la principal fuerza política en los países que protagonizaron la “primavera árabe”. ¿Cómo podrán Estados Unidos y Europa apoyar el clamor popular por la instauración de regímenes democráticos en el mundo musulmán y respetar al mismo tiempo valores irreconciliables con la noción “occidental” de democracia? Las reacciones despertadas por la película en cuestión revelan lo difícil que resulta responder a esta pregunta.

La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, criticó duramente el contenido del video de la discordia, pero enfatizó que Estados Unidos está en el deber de defender la libertad de opinión. El acceso a la película ha sido bloqueado en vario países, no así en territorio estadounidense.

Autores: Sabina Casagrande / Evan Romero-Castillo

Editora: Cristina Papaleo

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