Pruebas nucleares: las víctimas aún sufren
25 de septiembre de 2025
"Durante 30 años fuimos los conejillos de indias de Francia", afirma Hinamoeura Morgant-Cross. La joven parlamentaria procede de la Polinesia Francesa, un archipiélago del Pacífico Sur al que también pertenece Tahití.
Playas de arena blanca, palmeras, aguas turquesas... La zona se describe a menudo como "paradisíaca". Sin embargo, pesa sobre ella un pesado legado: durante tres décadas, el Ejército francés probó armas nucleares en los atolones de Mururoa y Fangataufa. Se detonaron un total de 193 bombas en el territorio francés de ultramar, que sus habitantes llaman Ma'ohi Nui. La primera prueba tuvo lugar el 2 de julio de 1966, con el nombre en clave de "Aldébaran".
"Nos han envenenado"
Ahora Morgant-Cross se encuentra a más de 15.000 kilómetros de su hogar, en un podio en Berlín. En un evento organizado por la organización no gubernamental IPPNW (International Physicians for the Prevention of Nuclear War), hace un relato impactante de las devastadoras consecuencias que siguen teniendo hasta hoy los ensayos nucleares franceses: un número superior a la media de personas enferma de cáncer, y los niños nacen con malformaciones. El agua y los suelos están contaminados.
"Con sus pruebas nucleares, han envenenado el océano del que provienen todos nuestros alimentos", denuncia la política y activista, que también ha intervenido en la ONU en Nueva York. "Nos han envenenado por el afán de Francia de convertirse en una gran potencia nuclear".
El cuento de la "bomba limpia"
El Gobierno francés de entonces engañó deliberadamente a los habitantes del archipiélago sobre los peligros subyacentes. El presidente Charles de Gaulle afirmó que la bomba atómica francesa era "ecológica y muy limpia", lo que la diferenciaba de la bomba atómica de Hiroshima. Por lo tanto, las pruebas no causarían ningún daño. "Propaganda francesa", comenta Morgant-Cross.
De hecho, las nubes radioactivas se extendieron por gran parte del Pacífico Sur y llegaron en parte a la isla principal de Tahití, situada a más de 1.000 kilómetros del campo de pruebas. A menudo, los habitantes de las islas cercanas no fueron informados, y mucho menos evacuados.
Francia no se disculpa
Hubo que esperar hasta 1996 para que el Gobierno de París pusiera fin a los ensayos, tras las masivas protestas, tanto en el país como en el extranjero. Francia nunca se ha disculpado oficialmente por los daños causados en su territorio de ultramar.
Sin embargo, durante su visita a la Polinesia Francesa en 2021, el presidente Emmanuel Macron reconoció su responsabilidad: "La culpa radica en el hecho de que hayamos realizado estos ensayos", admitió. "No habríamos realizado estas pruebas en Creuse o en Bretaña". Por eso, el 26 de septiembre, Día Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares, las Naciones Unidas y las organizaciones no gubernamentales recuerdan la responsabilidad de las potencias nucleares.
Pero, hoy en día, parece que el sufrimiento de las víctimas de los ensayos nucleares ha caído casi en el olvido. Cada vez son más los jóvenes de las antiguas zonas de ensayo que se rebelan contra esta situación y se niegan a aceptar la pasividad de los responsables. Crean iniciativas y establecen redes que traspasan las fronteras nacionales.
Hinamoeura Morgant-Cross, diputada en el Parlamento de Papeete, la capital de Tahití, es una de ellas. Durante su visita a Berlín, relata el destino de su propia familia: su abuela, que tenía 30 años cuando comenzaron los ensayos, enfermó de cáncer de tiroides, al igual que su tía y su madre. Ella misma, nacida en 1988, y su hermana también padecen cáncer.
El cáncer puede aparecer incluso generaciones después
Según los expertos, la alta incidencia de casos de cáncer en algunas familias es consecuencia de los ensayos con armas nucleares. La radiación radioactiva puede provocar defectos genéticos que se transmiten a las generaciones posteriores.
"Lo perverso de la radioactividad es que tiene efectos que se prolongan durante generaciones. Esto se traduce, entre otras cosas, en un riesgo muy elevado de padecer diferentes tipos de cáncer, especialmente cáncer de ganglios linfáticos, pero también leucemia", afirma Jana Baldus, experta en armas nucleares de la European Leadership Network (ELN).
Dificultades para obtener una indemnización
En 2010, el Gobierno francés aprobó una ley que prevé indemnizaciones para las víctimas de los ensayos con armas nucleares. Cada caso se examina minuciosamente. Las personas afectadas deben demostrar que su enfermedad se debe a los ensayos.
En la práctica, esto suele ser difícil, critica la experta en armas nucleares Baldus: "Las personas deben demostrar que se encontraban exactamente en ese lugar en el momento de las pruebas, lo que, por supuesto, es muy difícil de probar después de décadas".
Además, la lista de enfermedades que se aceptan como motivo para obtener una indemnización es relativamente limitada. Según datos de la organización no gubernamental ICAN, entre 2010 y julio de 2024, un total de 417 habitantes de la Polinesia Francesa han recibido una indemnización.
¿Se volverán a realizar pruebas con armas nucleares?
Además de Francia, otros países también llevaron a cabo amplias series de ensayos con armas nucleares, entre ellos, la ex Unión Soviética, Estados Unidos, Gran Bretaña y China. En total, se produjeron más de 2.000 explosiones de armas nucleares. Su lluvia radioactiva no solo cayó sobre las zonas de prueba, sino que provocó un aumento medible de la radioactividad en todo el mundo.
Solo las moratorias y las negociaciones sobre el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares pusieron fin a los ensayos. A excepción de Corea del Norte, ningún otro país ha detonado armas nucleares con fines de ensayo en los últimos años. Sin embargo, dada la tensa situación actual en materia de política de seguridad, los expertos consideran posible que se reanuden este tipo de ensayos.
(gg/cp)