En Alemania los cursos bilingües español-alemán viven un auge y una autora ya ha publicado dos libros de canciones en ambos idiomas. Por medio del canto, los niños aprenden de forma lúdica y eficiente.
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Niños cantando en español. Padres o madres alemanes, madres o padres de algún país de América Latina o de España. "Saltan los conejos / frente al espejo” dicen los más grandes, mientras otros se dedican a saltar. En distintas ciudades de Alemania, los cursos de música y canto alemán-español viven un momento dorado. El interés por criar niños que crezcan con los idiomas de sus padres ha ido creciendo, y la oferta ha debido adecuarse a la fuerte demanda.
Una muestra de esa presión la da, por ejemplo, la creación del curso de Music Together en español en Great Day for Music de Bonn, una institución que se dedica a difundir las bondades del desarrollo musical desde la más temprana infancia. Gabriela Vílchez es la profesora, quien por intermedio de instrumentos y canciones didácticas estimula a los más chicos a aprender un idioma que, en el día a día de sus vidas en Alemania, solo oyen de tarde en tarde.
"La música nos permite expresarnos individualmente, pero también nos acerca a otros y nos integra. A través de ella no sólo aprendemos a conocernos mejor, sino también a respetarnos mutuamente y estos son requisitos para una buena convivencia en una sociedad”, dice Vílchez a DW. "Creo que la música ayuda a las familias bilingües germano-iberoamericanas a incentivar en los hijos el interés por aprender y hablar el idioma español de forma relajada, natural y lúdica”, complementa.
Una autora, dos libros
Fue precisamente en uno de esos cursos donde una madre le sugirió que cantaran "La tía Mónica”, una canción que aparece en el libro "Pin uno, pin dos, pin tres”, de la académica alemana Michaela Schwermann. "Me di cuenta de que en el mercado español no existía un libro que invitara a conocer y a jugar con la lengua española, que la presentara de una manera casi irresistible. En suma, un libro en el que se tuvieran en cuenta detalles como explicaciones para padres y educadores y, por supuesto, una traducción que también rime y que mantenga el ritmo y el humor original”, dice Schwermann a DW.
"Pin uno, pin dos, pin tres”, publicado por la editorial SchuaHoer, cuenta con un cuidado trabajo de edición e incluye un CD con 28 pistas. Ya va en su segunda edición y se ha convertido en un texto de referencia para quienes buscan inculcar el bilingüismo en sus retoños. "Cuando nació mi hija quería trasmitirle la riqueza que significa vivir en dos idiomas y verla crecer bilingüe”, cuenta Schwermann, que vivió un año en Chile –donde trabajó en un jardín infantil tras el fin de la dictadura de Augusto Pinochet– y pasó también por México y España.
El material para cumplir ese deseo es aún escaso, pero con "Pin uno, pin dos, pin tres”, y también con el segundo libo de Schwermann, "Feliz Navidad”, parte de ese vacío queda cubierto. "Por lo que he podido observar de nuestros cursos de música, para muchos padres y madres hispanohablantes en Alemania es una lucha transmitir su idioma materno, ya que el día a día fluye predominantemente en alemán. Creo que la música puede ayudar a afianzar el bilingüismo y con ello lograr la transmisión de otros elementos culturales aparte del idioma, como son los valores y las tradiciones”, piensa Vílchez.
Diferencias navideñas
Otro curso de música y juegos en español lo ofrece la Katholische Familienbildungsstätte de Bonn, donde a través del método Pikler, que busca fomentar el respeto por la autonomía de los niños, se refuerza el contacto con costumbres, tradiciones y canciones latinoamericanas. En ese curso, "Pin uno, pin dos, pin tres” también juega un rol central. "Los niños tienen que tomar esto como algo positivo. La canción de cuna que quieren escuchar cada noche va formar parte de sus recuerdos de por vida. Las canciones son una base que, aparte del léxico, introduce muchas cosas más, son manifestaciones culturales. Lo más importante es que llegan al alma porque las disfrutan junto a sus seres queridos. La emoción da profundidad a todo lo que aprendemos”, pondera Schwermann.
La académica de la universidad Duisburg-Essen ve similitudes en las canciones de la tradición latinoamericana con la cultura alemana, excepto en lo relacionado con la Navidad. "En los villancicos en español María lava pañales, los pastores toman sopa y a José los ratones le comen los calzoncillos. Tanto los ritmos como las letras tienen muy poco que ver con el ambiente solemne que caracteriza las fiestas en Alemania. Yo creo que las letras divertidas y no tan ‘santas' son ideales para los niños”, analiza Schwermann, que ya tiene en mente nuevos desafíos relacionados con el bilingüismo.
"¿Un nuevo proyecto? Bueno, yo creo que el momento de acostar a los niños es uno muy apropiado para envolverlos cariñosamente con música, lengua e historias. Ya veremos…”, dice misteriosa.
Autor: Diego Zúñiga
Así crían a sus hijos los padres alemanes
Aunque en todo el mundo la paternidad enfrenta problemas similares, hay algunas cosas que se deben saber antes de enfrentarse a unos padres "made in Germany".
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¿Nombres tradicionales o inusuales?
¿Quiere que su hijo destaque o sea uno más del montón? La elección del nombre del bebé es como decidirse por el diseño de un tatuaje, salvo que la elección la hacen los padres, pero el que cargará con las consecuencias será el hijo. En todo caso, nunca ha sido una buena idea criticar la elección del nombre de una persona. Marie y Elias fueron los favoritos en Alemania en 2016.
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Amamantar en público
Aunque por diversos factores no todas las madres pueden hacerlo, amamantar es una práctica muy extendida en Alemania. Los alemanes no tienen problemas con los desnudos, así que en general dar pecho en público no genera conflictos. Sin embargo, no existe una ley que proteja a las madres lactantes. Cada dueño de tienda puede decidir que no se dé pecho en su local, y algunos pocos lo hacen.
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Amamantar a niños creciditos
Este es otro tema en el que a nadie le gusta ser juzgado. Es posible ver a madres amamantando a niños de tres años en un parque. Sí, es una excepción, pero puede ocurrir. Como el permiso maternal se paga durante 12 meses en Alemania, y hasta 14 meses si es compartido por ambos padres, muchas madres tratan de cortar la lactancia antes de volver al trabajo, pero no existe una norma al respecto.
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Cuidado de los niños
Y ya que estamos en eso de volver al trabajo, la organización del cuidado de los niños es otro asunto estresante. Si bien muchos se sienten felices con hallar un lugar cerca de casa, para algunos padres alemanes esta decisión es crucial para la formación académica de los chicos. Por ejemplo, si buscan alguna "filosofía" de educación alternativa; deben buscar bien dónde comenzar la vida preescolar.
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Vacunación
Algunos padres rechazan las vacunas, que no son obligatorias en Alemania. Según la OCDE, el 96 por ciento de los niños están cubiertos por este prodigioso avance de la ciencia, aunque otros estudios sostienen que la cifra es menor. Esta creencia irracional solo funciona si hay suficiente gente vacunada. Sin ir más lejos, gracias a los antivacunas Berlín enfrentó una epidemia de sarampión en 2014.
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El arte de llorar
Los niños se despiertan varias veces en la noche y los padres se agotan. Siguiendo el llamado "método Ferber", muchos se han hecho seguidores del libro "Jedes Kind kann schlafen lernen" ("Los niños pueden aprender a dormir"), que recomienda dejar que los niños lloren sin prestarles atención hasta que se cansen y vuelvan a dormirse. Algunos lo encuentran excelente; otros lo califican de tortura.
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Dormir con mamá y papá
Aquellos que se oponen a ese método para dormir prefieren la paternidad cercana, un sistema promovido por el pediatra estadounidense William Sears. Éste recomienda, entre otras cosas, dormir cerca del bebé, el llamado "colecho", otro tema que genera controversia. Alemania organizó su primer Congreso de Paternidad Cercana en 2014, con el respaldo del Ministerio Federal de Asuntos Familiares.
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Pañales de tela, desechables... o sin pañales
Los pañales son otro asunto difícil para los padres. Pese a que hay muchos modelos de uso sencillo en el mercado, algunos padres optan por los pañales de tela. Si parece trabajo extra, piense en quienes prefieren la versión que se hace llamar más "ecológica". Se trata de quienes no ponen pañales a sus hijos. Es un método poco extendido, pero cada vez gana más adeptos.
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¿Comida casera o envasada?
Para algunos, es posible saberse excelente padre por la forma en que, amorosa y esforzadamente, preparan la comida de sus pequeños. Todo orgánico, por supuesto. Y los accesorios donde se sirve el puré que alimentará al rey del hogar deben ser comprados en tiendas de comercio justo. Por cierto, mirarán con malos ojos a los que compran comida envasada, aunque cuando hay que viajar... igual sirven.
Imagen: Fotolia/victoria p
Educación alternativa
En los 60 del siglo pasado, los alemanes reflexionaron sobre la educación y llegaron a usar conceptos como "formación antiautoritaria", que busca promover la libertad de pensamiento de los niños. La influencia de estos movimientos se siente en el país hasta hoy. Más allá de las teorías populares, cada padre desarrolla su propio estilo de crianza, y nadie quiere escuchar que está equivocado.
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TV y otros aparatos electrónicos
Hay aplicaciones y programas de TV extraordinarios a la medida de los niños. Muchos chicos de un año son más hábiles con un smartphone que sus abuelos. Aunque no hay consenso entre los padres germanos sobre el uso de los medios digitales en los menores, la mayoría se sentirá mejor si restringe el contacto de sus bebés con una pantalla, aunque disfruten del descanso que otorgan estos aparatos.
Imagen: picture-alliance/dpa
Azúcar
Otra forma que tienen los alemanes de demostrar cuán buen padres son es a través del número de años que vivieron sus hijos sin haber entrado en contacto con los dulces. Y esto en un país donde el helado diario es casi un ritual en verano. Por cierto, el segundo hijo suele gozar de los malvados caramelos antes que su predecesor... los padres, tras un tiempo, pierden sus estrictos principios.