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Kenia: producción de carne con insectos

Emilie Filou
28 de julio de 2020

Una nueva generación de empresarios agrícolas kenianos está utilizando larvas de mosca soldado negra como alternativa sostenible a la harina de pescado y de soja. ¿Podría ser un modelo a seguir?

Frederick Kimathi Githua alimenta a sus pollos con larvas de mosca soldado negra.
Frederick Kimathi Githua tiene muchos seguidores en las redes sociales compartiendo su experiencia y conocimientos sobre la mosca soldado negra. Imagen: Emilie Filou

Dentro del invernadero de Frederick Kimathi Githua no se encuentran vegetales. En su lugar, se ven bandejas apiladas llenas de larvas amarillentas y jaulas de red con unos insectos negros parecidos a las avispas.

Githua cría la mosca soldado negra (Hermetia illucens), mejor conocida como BSF, por sus siglas en inglés, en su pequeña explotación urbana en la capital de Kenia, Nairobi. Dos veces por semana alimenta a sus pollos y cerdos con larvas de BSF, complementando así su dieta normal a base de desechos del mercado.

"Les encanta", afirma. "Los pollos ni siquiera se escapan. Solo esperan cuando salgo con las larvas".

En octubre de 2019, Frederick Kimathi Githua comenzó a publicar fotos y videos de sus experimentos de cría, alimentación y procesamiento de larvas de BSF en YouTube y Facebook.

Frederick Kimathi Githua es uno de los 1.300 granjeros y empresarios kenianos que trabajan con moscas soldado negras. Imagen: Emilie Filou

Desde entonces ha ganado un seguimiento internacional y no puede mantener el ritmo de los pedidos de los agricultores para sus kits de inicio con huevos de BSF.

"Hemos recibido llamadas de Nigeria, Ghana, Costa de Marfil e Italia. Ahora soy productor. Por primera vez en mi vida estoy produciendo algo yo mismo", dice con orgullo Githua.

Githua es uno de los 1.300 agricultores y empresarios kenianos que han sido capacitados para la producción de BSF en el Centro Internacional de Fisiología y Ecología de los Insectos (ICIPE, por sus siglas en inglés). El ICIPE es un centro de investigación dedicado a la entomología, con sede en Kenia. Su objetivo es mejorar el nivel de vida de los habitantes de los trópicos con la ayuda de los insectos.

Desde 2015, el ICIPE ha trabajado en la producción de BSF como alternativa a la harina de pescado y de soja, principales fuentes proteicas empleadas en la alimentación animal, que tienen considerables efectos negativos en el medio ambiente.

Un estudio reciente muestra que alrededor de una quinta parte de la soja que se exporta cada año desde la Amazonía brasileña y la región vecina del Cerrado a la Unión Europea se cultiva en campos que han sido deforestados.

En cuanto a la harina de pescado, que consiste en una mezcla de pescado seco y molido y otros animales marinos, también contamina el medio ambiente. El 20 por ciento de la captura silvestre mundial se destina a la alimentación de otros animales. Dado que un tercio de las poblaciones de peces están sobreexplotadas, se necesita urgentemente una alternativa.

La BSF tiene menor impacto ambiental, según el ICIPE, porque puede alimentarse de una variedad de productos de desecho, crece rápidamente, contiene altos niveles de proteína y puede ser criada localmente en granjas verticales.

A nivel local

Charles Mwendia, director general de Treasure Feeds, comenzó a sustituir la harina de pescado por larvas de BSF en sus piensos para aves de corral y cerdos hace cinco años debido a la mala calidad del "omena", un pequeño pez que se emplea para fabricar harina de pescado en Kenia, mezclado con otros ingredientes. Todas las demás fuentes de proteína en el sector de la alimentación animal son importadas. La soja, por ejemplo, así como las denominadas tortas de prensa, un subproducto de la producción de aceite de girasol o de aceite de semillas de algodón.

Las grandes empresas como InsectIPro producen de 1.000 a 2.000 toneladas de alimento por año. Imagen: Emilie Filou

"La BSF es la primera fuente proteica producida localmente", dice Mwendia, señalando que es una consideración a tener en cuenta en un momento en que la pandemia de coronavirus ha mostrado la fragilidad de las cadenas de suministro internacionales.

Sin embargo, el enorme volumen que se requiere en el sector de los piensos de Kenia –unas 180.000 toneladas de proteína al año– significa que el ICIPE y otros productores de BSF se enfrentan a un enorme desafío si quieren competir, según Chrysantus Tanga, científico principal del ICIPE. La mitad del mercado actual de piensos está compuesto por proteína animal, la otra por proteína vegetal como la soja.

"La proteína animal es el segmento que estamos tratando de reemplazar", aclara Tanga. Para reemplazar solamente el 15 por ciento de las necesidades de proteína animal de Kenia con larvas de BSF, se necesitarían unas 13.500 toneladas al año. Tanga admite que incluso los grandes productores solo obtienen entre 1.000 y 2.000 toneladas al año y que lleva tiempo construir una colonia lo suficientemente grande como para mantener estos niveles de producción.

Proteína animal más barata

Maryann Wanga, veterinaria y gerente de la productora de piensos de BSF, Insect Research, destaca que convencer a los agricultores de mayor edad para que cambien la alimentación animal que emplean también es un desafío.

"La generación más adulta se refiere a las larvas como gusanos", dice. "Tenemos que explicarles y convencerles de que está funcionando".

Según Maryann Wanga, uno de los desafíos es convencer a los agricultores de mayor edad para que reemplacen los piensos convencionales. Imagen: Emilie Filou

Insect Research, también con sede en Kenia, alimenta sus propias aves de corral y cerdos con larvas de BSF para mostrar a los agricultores cómo funciona su producto. Afirman que sus cerdos alcanzan el peso del mercado un mes antes que sus homólogos alimentados con piensos convencionales, lo que reduce los costes de alimentación en un 15 por ciento.

Kimani Mungai fundó Insect Research después de que el ICIPE visitara su empresa familiar, Happy Feeds, en busca de grano usado (un subproducto de la fabricación de cerveza, que se origina de los residuos de malta) para alimentar a las moscas soldado negras.

Así fue como Mungai conoció las larvas de BSF y aprendió que se pueden emplear directamente para alimentar al ganado o secar y añadir a una mezcla de alimentos para animales. Las larvas del insecto son un 40 por ciento más baratas que la harina de pescado y tienen un contenido nutricional similar, por lo que Mungai decidió investigar más a fondo.

Desde su fundación hace 18 meses, Insect Research produce cuatro toneladas de larvas al mes. En el invernadero de la compañía hay filas de cajas de colores apiladas una encima de otra. Las larvas se engordan con una mezcla de residuos de patatas, granos usados y estiércol de cerdo. Las moscas adultas se mantienen en grandes jaulas rodeadas de mosquiteras donde ponen sus huevos.

Kenia no es el único país en el que hay un creciente interés por la mosca soldado negra. Empresas de Norteamérica, Europa y Sudáfrica han invertido millones de dólares en los últimos años para construir instalaciones de producción a escala comercial, según Beyhan de Jong, analista de la empresa holandesa de servicios financieros Rabobank.

¿Una solución realmente sostenible?

Beyhan de Jong señala que el volumen de producción de larvas de BSF es todavía comparativamente bajo. Los altos costes de inversión para establecer nuevas instalaciones de producción están frenando el crecimiento, según la analista. Esto se aplica incluso a países como Kenia, donde los salarios son bajos y los costes energéticos también debido al clima tropical. Asimismo, el equipo técnico, como las máquinas de secado para procesar las larvas, es caro. 

Algunos también se muestran escépticos sobre su sostenibilidad.

"No me parece una solución lógica alimentar a un animal para alimentar a otro", dice Brett Glencross, nutricionista principal del Instituto de Acuicultura de la Universidad de Stirling en Escocia.

"La mejor solución disponible actualmente entre las nuevas tecnologías es una bacteria unicelular que produce proteínas porque no compite con nuestra cadena alimentaria", dice. "Estas bacterias no necesitan una proteína para producirla, la fabrican ellas mismas. Solo las bacterias y las plantas pueden hacerlo". Las proteínas producidas por las bacterias pueden emplearse para alimentar a los peces, al ganado, y a los animales domésticos.

Los defensores de las larvas de BSF, por su parte, critican que la regulación también es un problema. El sector está presionando en Kenia para facilitar la obtención de las licencias necesarias.

A pesar de todos los obstáculos, Chrysantus Tanga es optimista: "Hemos establecido normas para las larvas de BSF en los piensos en Kenia y Uganda. Ha sido un proceso único en toda África. Antes, los insectos en los piensos eran considerados un contaminante. Hemos recorrido un largo camino desde entonces".

(ar/vt)

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