El presidente de Rusia, Vladímir Putin, viajará a Francia cuando le sea "cómodo" a su homólogo francés, François Hollande, afirmó el portavoz del Kremlin.
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"El presidente (Putin) decidió cancelar esta visita. Sucede que se planeaban algunas actividades relacionadas con la inauguración de centro espiritual y cultural ortodoxo ruso (...) y lamentablemente estas se cayeron del programa", dijo el portavoz, Dmitri Peskov, al confirmar la cancelación de la visita a París que el mandatario ruso tenía previsto realizar el próximo día 19.
"Por eso esperaremos a que llegue ese momento cómodo, y entonces el presidente (Putin) nuevamente examinará la posibilidad de efectuar una visita, si este asunto se encuentra en la agenda", dijo el portavoz del Kremlin.
Esperada, más no anunciada oficialmente
El Palacio del Elíseo, por su parte, recordó que la cancelada visita de Putin, que incluía la "sesión de trabajo" con Hollande sobre Siria, nunca llegó a ser anunciada oficialmente, aunque en Rusia se esperaba desde la pasada primavera.
El motivo inicial del viaje era la inauguración del centro ortodoxo ruso, pero París pretendía que la reunión entre los jefes de Estado se redujese únicamente a una "visita de trabajo sobre Siria". Según el diario Le Monde, el Kremlin consideró "humillante" esa fórmula para la presencia de Putin, por lo que finalmente ha decidido cancelar el viaje.
Además, tras el veto de Rusia a la última propuesta francesa en el Consejo de Seguridad sobre Siria -que incluía el cese de bombardeos rusos sobre Alepo-, Hollande había manifestado públicamente sus dudas sobre si debería recibir a Putin.
En una alocución este martes (11.10.2016) ante la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE) en Estrasburgo, Hollande volvió a criticar el veto ruso a la resolución presentada por Francia en el Consejo de Seguridad de la ONU para que cesen los bombardeos sobre Alepo, "aunque hizo un llamamiento para "prolongar el diálogo con Rusia" y mostró su disposición a reunirse con su homólogo ruso "para que cesen los bombardeos en Siria y se declare una tregua".
RML (dpa, efe)
La cruenta batalla de Alepo
La ciudad, antaño eje comercial sirio, se ha convertido en un descampado donde aún habitan miles de personas sometidas a los avatares de una guerra sanguinaria.
Imagen: Getty Images/AFP/G. Ourfalian
Al comienzo fueron protestas pacíficas
Como en muchas otras ciudades de Siria, en Alepo el malestar ciudadano por la conducción del país estalló a comienzos de 2011. Numerosas protestas contra el régimen de Bashar al Assad y las violaciones a los derechos humanos, además del desgaste de un liderazgo cuestionado, propiciaron el escenario perfecto para un alzamiento popular.
Imagen: dapd
Primeros ataques armados
Esta imagen de la localidad de Homs muestra los efectos de los primeros ataques contra las fuerzas del Gobierno en el país. En Alepo, a comienzos de febrero de 2012, 28 personas perdieron la vida en escaramuzas con artillería entre fuerzas rebeldes, aún mal organizadas, y las tropas del Ejército de Siria.
Imagen: Reuters
La metamorfosis
En esta imagen, civiles y uniformados protestan contra Al Assad. Los uniformados son miembros del Ejército Libre de Siria, agrupación rebelde conformada por soldados desertores del Ejército sirio. Las banderas que flamean no son las del país, sino las de la oposición. Lentamente se monta el escenario para la dura guerra civil que marcará al país por los próximos años.
Imagen: Reuters
Surgen las armas
Soldados del Ejército Libre de Siria patrullan en el barrio de Salahadin, uno de los primeros de Alepo en caer en manos de las fuerzas rebeldes. La imagen es de agosto de 2012. Lentamente el Gobierno de Al Assad comenzaba a perder el control sobre el territorio de la mayor ciudad de Siria. Al mismo tiempo, los insurgentes lanzaban ofensivas contra Damasco.
Imagen: Reuters
Ayuda internacional
Apremiado por la situación interna, el presidente Bashar al Assad comenzó a buscar ayuda en el exterior. Los primeros en acudir a su lado fueron los iraníes. En la imagen, el entonces ministro de Exteriores persa, Ali Akbar Salehi, saluda al mandatario sirio en Damasco. Irán ha aportado tropas y asesores militares, vitales para la recuperación del Ejército de Siria.
Imagen: Reuters
Momento de tranquilidad
Desde el comienzo oficial de la llamada "Batalla de Alepo", el 19 de julio de 2012 tras una ofensiva rebelde, ha habido sucesivos remansos de paz. Como éste, declarado por un día de celebración musulmán a fines de octubre de 2012, aprovechado por la gente para comprar comida en el norte de la ciudad.
Imagen: AFP/Getty Images
Cascos blancos recuerdan a sus colegas
Ante la falta de organizaciones "oficiales", Alepo ha debido reconstruir sus instituciones. Una de las más conocidas es la de los "cascos blancos", voluntarios que rescatan a las víctimas de los bombardeos y cuyo nombre llegó a sonar como candidato al Premio Nobel de la Paz. En la imagen, recuerdan a sus miembros caídos en cumplimiento del deber.
Imagen: Reuters
Caos, terreno fértil
El caos en el que se ha visto sumido el país, especialmente Alepo, ha sido caldo de cultivo para que tomen fuerza distintos grupos armados. El más conocido es Estado Islámico, que lucha contra el Ejército de Siria y contra los rebeldes. Otros grupos son el Ejército Libre de Siria, el Frente al Nusra y las fuerzas kurdas.
Imagen: picture alliance/ZUMA Press/M. Dairieh
Víctimas inocentes
Como siempre en la guerra, los niños son los más afectados. Los bombardeos incesantes, primero de la aviación siria y luego de la rusa, han reducido la ciudad a escombros, muchas veces con sus habitantes dentro. Esta imagen, icónica por lo cruda, es la del niño Omran Daqneesh, de cinco años, herido tras un ataque ruso.
Imagen: picture-alliance/AA/M. Rslan
Con una ayuda de mis amigos
Rusia apoya desde septiembre de 2015 a las tropas de Al Assad, marcando un giro en la guerra. Desde entonces, el Ejército avanza sobre las zonas rebeldes. Esos triunfos han sido a costa de la ciudad y sus vecinos, que ahora viven en un cementerio de edificios. Pero, pese a la adversidad, siempre habrá un minuto de inocencia, para tomarse un respiro y jugar. Aunque sea en medio de la destrucción.