Putin y Erdogan se reúnen antes de cumbre sobre Siria
4 de abril de 2018
Los presidentes de Turquía y Rusia escenificaron en Ankara la buena sintonía que une a ambos países desde hace meses y expresaron el deseo de estrechar aún más su cooperación comercial.
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Los presidentes de Rusia y Turquía, Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan, dieron hoy (03.04.2018) en Ankara el pistoletazo de salida a la construcción de la primera central nuclear turca, antes de la cumbre sobre Siria que celebrarán el miércoles junto con Irán.
Putin y Erdogan asistieron por videoconferencia al inicio de la construcción de la planta en Mersin, en el sur de Turquía. El proyecto, de 20.000 millones de dólares (16.200 millones de euros), está a cargo principalmente de la empresa estatal rusa Rosatom. La primera piedra se puso en 2015, los primeros reactores comenzarán a funcionar en 2023 y la planta estará a pleno rendimiento en 2025.
"Querido amigo"
Según Erdogan, que se refirió a Putin como su "querido amigo", el proyecto ruso-turco es "histórico" para las relaciones entre ambos países. "Hoy no sólo asistimos a la construcción de la primera planta nuclear turca, sino que también sentamos las bases para la industria atómica en Turquía. Hoy fundamos un nuevo sector", afirmó por su parte Putin.
Erdogan recordó que el volumen del comercio bilateral se incrementó en 2017 un 32 % al superar los 22.000 millones de dólares, aunque el objetivo, dijo, es alcanzar los 100.000 millones. Destacó que el año pasado 4,7 millones de turistas rusos visitaron Turquía, una cifra que espera que se eleve este 2018 a 6 millones.
Fuertes tensiones diplomáticas
Estos incrementos se producen tras dos años de fuertes tensiones diplomáticas, que redujeron casi a cero tanto el comercio como el turismo, a causa del derribo de un caza ruso por parte de Turquía en la frontera turco-siria en noviembre de 2015.
Erdogan parecía referirse a este incidente y al asesinato del embajador ruso en Ankara, Andréi Karlov, en 2016, cuando se refirió hoy en la rueda de prensa a "algunas duras pruebas, algunos esfuerzos de estropear las relaciones". "Los superamos y los lazos son más fuertes que antes", recalcó el presidente turco.
Cooperación en guerra en Siria
En cuanto a la guerra en Siria, los dos líderes señalaron que desean fortalecer la cooperación para llegar a una solución. "Hemos discutido el tema de Siria y hemos intercambiado puntos de vista sobre la solución", puntualizó Putin, quien recordó las fases previas de este debate en la ciudad rusa de Sochi en noviembre pasado.
Según Putin, "hemos debatido qué más podemos hacer para las zonas de distensión y el diálogo. Queremos fortalecer esta cooperación". Tanto Moscú como Teherán apoyan el Gobierno del presidente sirio Bachar al Asad, mientras que Turquía está aliado con varias milicias islamistas alzadas en armas contra ese régimen.
En la cumbre sobre Siria del miércoles, Putin y Erdogan se reunirán con el presidente iraní, Hassan Rohani, para debatir sobre cómo poner fin a la guerra civil desatada en el país en 2011, que dejó unos 500.000 muertos, cinco millones de refugiados y seis de desplazados.
FEW (dpa, EFE)
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Turquía: manos pequeñas, grandes beneficios
Trabajar duro en lugar de estudiar: cientos de miles de niños refugiados sirios en Turquía no van a la escuela. Muchos trabajan 12 horas al día, aunque el trabajo infantil está prohibido. Visitamos un taller de costura.
Imagen: DW/J. Hahn
El trabajo se acumula
Khalil tiene 13 años y es de Damasco. Trabaja cinco días a la semana en esta sastrería, en el sótano de un edificio residencial en el barrio obrero de Bağcılar, Estambul. Hay cuartos de costura como este en casi todas las calles de la zona. Y, casi siempre, niños como Khalil trabajan en ellos.
Imagen: DW/J. Hahn
Pequeño compañero de trabajo
Las máquinas de coser suenan casi sin parar. Cuatro de los aproximadamente 15 trabajadores de esta sastrería son niños, todos vienen de Siria. La industria textil turca es uno de los sectores en los que el trabajo ilegal es muy común y en el que trabajan muchos menores de edad como mano de obra barata, sin papeles y sin seguridad social.
Imagen: DW/J. Hahn
Anhelo por la escuela
"No pienso en el futuro", dice Khalil, mientras clasifica telas de algodón. Una mujer joven cose bragas con ellas. Clasificar, cortar, coser -los dos hacen un buen equipo. En casa, en Siria, Khalil llegó a hacer el tercer grado en la escuela. Luego vino la guerra, la huida. Desde entonces, no ha vuelto a pisar un aula.
Imagen: DW/J. Hahn
¿Explotación o ayuda?
El trabajo infantil está prohibido en Turquía. Quien emplee a niños menores de 15 años, enfrenta multas. El dueño de esta sastrería lo sabe y por eso quiere permanecer anónimo. "Les doy a los niños trabajo para que no tengan que mendigar. Sé que está prohibido, pero por otro lado también ayudo a las familias que de otra forma no llegarían a fin de mes", dice.
Imagen: DW/J. Hahn
"Espero poder irme a casa"
Musa también tiene 13 años. Como muchos en esta sastrería, viene de la provincia mayoritariamente kurda de Afrin, en el norte de Siria. ¿Qué hace cuando no trabaja? "Jugar fútbol", dice. "Espero que pronto haya paz en Siria y podamos regresar a casa. Luego, quiero estudiar allí y convertirme en médico".
Imagen: DW/J. Hahn
Lo importante es que sea barato
Miles de bragas de mujer se cosen y se empacan aquí todos los días, en diferentes colores, diseños y tamaños. Se venden en bazares por una par de liras turcas la pieza. El objetivo: ser más barato que la competencia de China. Los niños aquí tienen un salario por hora que ni siquiera llega a los 50 céntimos de euro. Los adultos ganan aproximadamente el doble.
Imagen: DW/J. Hahn
Doce horas de trabajo al día
Aras tiene 11 años y trabaja aquí desde hace cuatro meses. Su madre está embarazada, su padre tiene un trabajo en una fábrica textil. El día de Aras comienza a las 8 de la mañana y termina a menudo a las 8 de la noche. Ella puede hacer dos pausas. Aras gana 700 liras al mes, lo que equivale a alrededor de 153 euros.
Imagen: DW/J. Hahn
Aprender es un lujo
Aras no puede ir a una escuela pública porque trabaja de lunes a viernes. Para que por lo menos aprenda algo, va el fin de semana a clases en una organización de ayuda siria. El currículo incluye matemáticas, árabe, turco. Las mismas maestras huyeron de la guerra en Siria.
Imagen: DW/J. Hahn
Tiempo fuera del aula
Más de 70 niños entre 4 y 18 años vienen todos los días a la pequeña escuela siria. A veces, las maestras van a casa de las familias y convencen a los padres para que envíen a los niños a clase al menos algunos días para que tengan la oportunidad de un futuro y puedan ser lo que son: niños.