Cada alemán bebe al año unos 138 litros de cerveza. El mayor consumo per capita del líquido elemento a nivel mundial. Las cervecerías alemanas generan alrededor de 65.000 puestos de trabajo y producen más de 115 millones de hectolitros, lo que significa más o menos el 10% de la producción mundial.

No es ningún milagro que la cerveza sea tan popular en Alemania, si se tiene en cuenta su larga tradición. Aunque la bebida compuesta de cebada, agua y levadura la inventaron los sumerios, el proceso de elaboración fue perfeccionado por los monjes alemanes en la edad media. Estos devotos maestros cerveceros, cuyas recetas han perdurado en el paso del tiempo, dedicaron años y años a desarrollar este néctar, con la ayuda de la fe, hasta que empezó a parecerse a lo que hoy vemos como jarras coronadas de espuma sobre la mesa de un bar.

Para los humildes habitantes de aquella época, la cerveza se convirtió en la alternativa barata para sustituir al vino. Para otros era una bebida poco fina destinada a ser servida al pueblo llano. Sin embargo, hoy en día es la opción preferida por gran numero de alemanes a los que no les importa su consideración social.

Y se ha convertido en un gran negocio que gana adeptos en todos los rincones del planeta, desde Nueva York hasta Tokio.