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¿Qué ha pasado con la "revolución" iraní?

7 de febrero de 2023

La última ola de protestas en Irán fue aplastada con una violencia brutal. Sin embargo, el coraje para resistir y la solidaridad han aumentado, y pueden reavivar la revuelta en cualquier momento.

Mural de Jina Mahsa Amini.
Mural con el retrato de Jina Mahsa Amini en Dublín, Irlanda.Imagen: Niall Carson/PA Wire/empics/picture alliance

Los funcionarios de la República Islámica de Irán enfatizan en público que todo está bajo control. El ayatolá Alí Jamenei incluso decidió indultar a decenas de miles de prisioneros, incluidos muchos de los encarcelados por las protestas contra el Gobierno. No se ha anunciado oficialmente cuántos manifestantes hay en las abarrotadas prisiones del país. Según organizaciones de derechos humanos, a mediados de diciembre se detuvieron a más de 18.000 personas por protestar en todo el país. Más de 500 manifestantes fueron asesinados, entre ellos, al menos 63 menores, la mayoría por disparos en la cabeza.

La última ola de protestas se desencadenó por la muerte de la iraní de origen kurdo Jina Mahsa Amini, de 22 años, a mediados de septiembre en manos de "la policía de la moral". A pesar de la violenta represión, estas protestas continuaron al menos 100 días, según el renombrado sociólogo Saeed Madani.

Su análisis de 44 páginas se extrajo a escondidas de la prisión, la semana pasada, y se publicó en las redes sociales. El profesor de la Universidad de Teherán, de 61 años, está tras las rejas desde mayo de 2022, porque habló ya entonces en duros términos en una entrevista sobre las protestas contra la inflación y la escasez de alimentos: "Estas protestas están dirigidas a todo el sistema político y volverán a suceder", dijo.

"La última ola de protestas, llevada a cabo por diferentes capas de la sociedad y minorías étnicas y religiosas, ha dejado profundas cicatrices y ha cambiado la sociedad. El coraje para resistir y la solidaridad entre los oprimidos ha crecido a lo largo de todas las generaciones. El cambio también transformará la actitud de los responsables y de los que están en el poder", escribe ahora el profesor.

¿Demasiado optimismo?

Jannis Grimm, investigador de protestas y revoluciones, del Centro para la Investigación Interdisciplinaria de Paz y Conflictos de la Universidad Libre de Berlín, no comparte este optimismo. "Después de fases revolucionarias como esas o, en general, después de las fases de movilización de masas en los regímenes autocráticos, la represión a menudo aumenta considerablemente", explica Grimm a DW.

En las provincias de Sistán y Baluchistán, en el sureste de Irán, se puede apreciar mucha movilización. La capital de provincia Zahedán se ha convertido en un bastión de las protestas; la situación ha sido tensa durante cinco meses.

"Las fuerzas de seguridad están por todas partes. Se establecieron al menos 15 controles de carretera en la ciudad e internet sigue muy restringido", dijo a DW la activista de derechos humanos Fariba Balouch. Vive exiliada en Londres desde hace tres años, pero sigue en contacto con su ciudad natal: "Desde la masacre del 30 de septiembre, la gente protesta todos los viernes". Allí, fueron asesinadas más de ochenta personas por las fuerzas de seguridad. Abrieron fuego contra la gente reunida tras la oración del viernes.

Más de 18.000 personas detenidas en las protestas hasta mediados de diciembre de 2022.Imagen: UGC

Movilización de mujeres

Entre los asesinados había niños pequeños y ancianas. El "viernes sangriento" movilizó a muchas mujeres en las provincias tradicionalmente conservadoras de Sistán y Baluchistán para unirse a las protestas, asegura Fariba Balouch:

"Muchas mujeres han quemado sus largos chadores negros y visten sus tradicionales vestidos coloridos, que usaron hasta la Revolución Islámica. Incluso las mujeres de orientación religiosa están mostrando solidaridad en las protestas de los viernes y apoyando las demandas de igualdad de derechos para las mujeres en Irán".

Los manifestantes cuentan con el apoyo del influyente clérigo sunita Maulawi Abdulhamid, el predicador de los viernes en la capital provincial. Los musulmanes sunitas son mayoría en la provincia, a diferencia del resto del país. Sufren discriminación sistemática por parte del gobierno central. Esta provincia en la frontera con Pakistán y Afganistán es considerada una de las regiones más pobres de Irán. "La gente exige justicia. Quiere libertad y un sistema político diferente. El lema principal de la protesta es 'Muerte al dictador'", explica Balouch.

"Una vez derribado el muro del miedo, se necesita mucho tiempo para reconstruirlo", reconoce el investigador Grimm. Muchas personas, sobre todo mujeres, oponen ahora resistencia civil. Según Katajun Amirpur, profesora de estudios islámicos especilizada en Irán, "lo principal que ha cambiado es que hay una mayor sensación de solidaridad. Esto se refleja en el llamado: 'De Zahedán a Kurdistán, mi corazón pertenece a Irán'".

(rmr/rml)

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