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¿Qué hacer frente a una catástrofe?

20 de mayo de 2012

Un terremoto como el ocurrido en Italia es impredecible, pero sus graves consecuencias se pueden aminorar. El curso internacional de Medicina de Desastre del prestigioso hospital Charité de Berlín enseña cómo.

Imagen: Carlos Castillo

Las catástrofes son por esencia graves, masivas y, en su gran mayoría, imposibles de prevenir. Estar preparados para enfrentarlas puede marcar la gran diferencia. Así lo entiende el Dr. Carlos Castillo, del Hospital Santo Tomás de Panamá. El año pasado participó en el curso Medicina de Desastre del prestigioso Hospital Universitario Charité, de Berlín.

“Mientras que en países como Alemania los cuartos de urgencias tienen insumos especiales que sólo se utilizan en desastres masivos, en Panamá aún nos hacen falta insumos para atender la demanda diaria de pacientes”, indica.

Si bien reconoce que se han hecho esfuerzos para mejorar la capacidad de reacción ante desastres naturales, como inundaciones y derrumbes, todavía hay mucho que mejorar, al igual que en el resto de Latinoamérica, tanto en recursos, organización y previsión. “Muchos cuartos de urgencias no tienen un plan de contingencia ante un desastre masivo, y si lo tienen no son debidamente adaptados ni actualizados de acuerdo a los cambios que van ocurriendo con el tiempo”, indica el Dr. Castillo.

Muy diferente es lo que ocurre en Berlín, donde ante un llamado de emergencia, en 10 minutos hay una unidad en el lugar para prestar ayuda. ¿Pero qué ocurriría y cómo deberían reaccionar los servicios de urgencia ante un ataque masivo o una castástrofe natural que involucre a gran número de víctimas al mismo tiempo?

Participantes del curso de Medicina de Desastres de la Charité practican maniobras de urgencia.Imagen: Charité Universitätsmedizin

El curso Medicina de Desastre, que se dicta en inglés, busca preparar a estudiantes de medicina y doctores jóvenes provenientes de diferentes países para enfrentar en forma oportuna y eficiente las más diversas situaciones. Aquí aprenden, tanto desde un punto de vista teórico como práctico, desde soporte vital y manejo de trauma, hasta coordinación y recolección de información sobre las afectados, preparación del escenario y creación de campamentos para atender a las víctimas.

Entre otros temas, el curso incluye liderazgo médico, pacientes politraumatizados, emergencias pediátricas y obstétricas, entrenamiento con expertos en manejo de incidentes masivos, asesoría de expertos de la policía, bomberos y Cruz Roja, y simulaciones de situaciones de descontaminación.

Casos extremos

La medicina de desastre involucra más que la atención de urgencia, explica el Dr. Torsten Schröder, encargado del curso: “En las catástrofes hay gran número de víctimas e incluso puede resultar destruida la misma infraestructura hospitalaria. No sólo hay que lidiar con los aspectos médicos, sino también con otros como la falta de agua, por ejemplo”.

Después de grandes desastres, hay personas que lamentablemente mueren no por la gravedad de las heridas, sino por la falta de una respuesta oportuna y adecuada, en complicadas situaciones de atención.

Cuando los hopitales resultan dañados o destruidos, se configura un escenario aún más complejo. Bien lo saben las víctimas de terremotos como el ocurrido en Italia. En Chile, en 2010, la población fue auxiliada con hospitales moviles gracias a la solidaridad internacional.

El Dr. Schröder explica que existen grandes diferencias entre la capacidad de respuesta en los diferentes países y también entre distintas ciudades y sectores rurales. Por esto, las experiencias que los médicos de diferentes países traen son muy útiles para los demás participantes.

Simulación de escenario de accidente.Imagen: Charité Universitätsmedizin

Prevenir para disminuir las consecuencias

“Creo que la mayor falencia en Latinoamérica es la falta de educación y cultura de prevención de riesgos, la cual abarca tanto a las autoridades, como a las víctimas”, reflexiona el Dr. Castillo. “El escenario es contrastado –indica el especialista-. Es curioso que un terremoto escala 7 como el que ocurrió en Haití, haya cobrado la vida de casi un cuarto de millón de personas, mientras que en otras regiones terremotos más intensos, como en Chile, no causan tales estragos”.

Si la edificación antisísmica es un gran paso, también es necesario mejorar factores como la coordinación y organización. En Chile, por ejemplo, nadie contaba con el devastador tsunami que arrasó con una extensa zona costera y la isla Juan Fernández, tras el terremoto magnitud 8,8 de febrero de 2010. Las autoridades de la época no alertaron a la población sobre el maremoto, a pesar de la advertencia de organismos especializados de Estados Unidos. Actualmente, ex funcionarios enfrentan un juicio por sus posibles responsabilidades.

“Muchos desastres son impredecibles y por ende no prevenibles, pero las consecuencias fatales podrían ser amortiguadas”, advierte el Dr. Carlos Castillo. “Hasta que nuestros líderes no entiendan que invertir en prevención y reducción de riesgos es la mejor forma de enfrentar un desastre, seguiremos teniendo catástrofes con un impacto terrible. Pero si la población está debidamente informada, el personal de salud bien entrenado y un plan de debidamente acción organizado, el efecto del mismo se reduce enormemente”. La especialización en el área de Medicina de Desastre es un buen punto de partida.

Autora: Victoria Dannemann

Editor: Enrique López

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