¿Qué implicará en Alemania venir de un “país seguro"?
30 de enero de 2016 El actual Gobierno alemán planea clasificar a Marruecos, Túnez y Argelia como “países de origen seguro”. En la práctica, esto implica que los ciudadanos de esos países no tendrán derecho a solicitar asilo cuando ingresen a Alemania y, por lo tanto, no podrán quedarse de forma permanente, amparados en sus procesos de petición.
Así responde el Ejecutivo germano a la demanda creciente de peticionarios de asilo procedentes de los Estados magrebíes. Según cifras de la Oficina Federal Alemania para Migración y Refugiados (BAMF, por sus siglas en alemán), casi 2.300 argelinos y unos tres mil marroquíes llegaron a Alemania en diciembre de 2015. Juntos suman 5.300 personas, lo que supone un incremento sustancial respecto de 2014; entonces fueron cuatro mil.
Tras las agresiones sexuales y los robos de los que fueron objetos numerosas mujeres en la última noche de 2015 –ataques que, según la policía local, fueron atribuidos por muchas de las víctimas a hombres “de aspecto árabe o norafricano”– tanto argelinos como marroquíes se han visto en el ojo del huracán de la opinión pública y las autoridades.
Situación poco satisfactoria de los derechos humanos en Marruecos
Los sucesos del pasado 31 de diciembre provocaron un malestar que ha atizado el interés político en reducir el número total de solicitantes de asilo argelinos, marroquíes y tunecinos en Alemania. El problema radica en que la situación de los derechos humanos en Argelia y Marruecos está lejos de ser ideal. Entre 2010 y 2014, Amnistía Internacional constató 173 casos de tortura en Marruecos; entre ellos están los de ocho personas procesadas legalmente que denunciaron o hicieron público el haber sufrido torturas. Además, Amnistía advierte que se producen “numerosos” procesos legales injustos. Refugiados del África subsahariana que lograron llegar a los enclaves españoles de Ceuta y Melilla y devueltos a las autoridades marroquíes estuvieron expuestos a una “violencia excesiva”.
En entrevista con la emisora de radio alemana Deutschlandfunk, el politólogo Werner Ruf, de la Universidad de Kassel, dijo que Alemania debería negociar los derechos humanos con Marruecos: “Si se quiere presionar a un país como Marruecos, no se puede cortejarlo y aplaudirlo, o seguir ignorando el hecho de que sigue ocupando ilegalmente el Sáhara Occidental. Hay que saber cómo se puede presionar, aunque eso tenga, naturalmente, consecuencias sobre la economía alemana”.
Dudosa aplicación de la ley en Argelia
La situación de los derechos humanos en Argelia tampoco es halagüeña. Según Ruf, aún no se han superado las consecuencias de la guerra civil que tuvo lugar en la década de los noventa, que siguió a un golpe de Estado que pretendía invalidar la victoria electoral de políticos islamistas. Amnistía Internacional refrenda estas afirmaciones: la inteligencia argelina ha arrestado y torturado a islamistas. Ruf cree difícil alegar que en Argelia existe el Estado de derecho en este momento.
“Si pensamos en la guerra civil argelina –que aún no ha concluido– y en el hecho de que entre 10.000 y 30.000 personas han desaparecido –lo que suele implicar, por regla general, que han sido asesinadas–, ni la Unión Europea ni la República Federal de Alemania pueden asegurar que los derechos humanos están siendo respetados en el Magreb o proclamar arbitrariamente que Marruecos, Túnez y Argelia son países de origen seguros”, argumenta Ruf.
Es necesario criticar a los países árabes
La activista argelina Randah Uthman considera “problemática” la decisión de no seguir reconociendo como peticionarios de asilo a los refugiados de Argelia y Marruecos, y advierte que la gente huye de Argelia y Marruecos por razones humanitarias: “No condeno a nadie que quiera dejar atrás la pobreza y el hambre de su país para buscar una vida mejor en otro país. ¿Acaso es un crimen buscar una vida mejor?”
Por su parte, el activista tunecino radicado en Francia Munif Kiylani llama la atención hacia otro aspecto del asunto. En su opinión, la crítica suele hacerse en un solo sentido: “¿Por qué solo pedimos a los países europeos que apliquen los derechos humanos? ¿Por qué no se lo pedimos también a los países árabes, especialmente a los Estados del Golfo Pérsico?”, se pregunta.