¿Qué nombre puede llevar un niño nacido en Alemania?
6 de abril de 2010El miércoles es un buen día para Gabriele Rodríguez, aunque no lo sea especialmente para el negocio telefónico de la consultoría de nombres, pues en medio de la semana generalmente disminuye el número de padres preocupados que la llaman para informarse. Ponerse al habla con la experta cuesta 1,86 euros (unos 2,50 dólares) por minuto. Y cuando el timbre suena y alguien pregunta a Rodríguez si su hijo podría llamarse “Borussia”, “Cayman”, “Whisky” o quizás “Rapunzel”, el saldo va a la cuenta de la Universidad.
El puesto de Gabriele depende de estas consultas, con ellas se paga su salario. Pero la crisis no parece haber afectado la estabilidad del negocio. Unas 3.000 consultas se repiten cada año. Sin embargo, un miércoles tranquilo siempre se agradece, pues ese es el día en que la especialista procesa la montaña de consultas que se acumulan sobre su escritorio y en su buzón de correo electrónico y las responde por escrito. Este es el mejor día y la tarea más provechosa para el negocio, pues el documento de confirmación de la aprobación de un nombre cuesta unos 23,80 euros (aproximadamente 31, 83 dólares).
Los nombres en inglés están de moda
El horario de consulta se extiende los días entresemana de 11 de la mañana a 4 de la tarde, en el cuarto piso del Centro de Humanidades de la Universidad de Leipzig. Este miércoles, poco antes de las 12, cuando Gabriele lleva casi una hora escribiendo confirmaciones, suena el teléfono. Una mujer pregunta si puede nombrar a su hijo “Cayman”. La consultora tiene lista su respuesta de inmediato: “Sí, tenemos ese nombre registrado. Así que no hay problemas, es un nombre común en Estados Unidos, así que aquí también es posible”.
En pocos días la futura madre de Cayman recibirá por correo una confirmación que luego podrá presentar ante el Registro Civil. “La moda en Alemania se inclina hacia los nombres en inglés, y eso ya desde hace algunos años”, explica Rodríguez luego de colgar y anotar los datos de la nueva consulta en su ordenador. La especialista hace este trabajo desde 1994. En el estante a sus espaldas se juntan gruesos libros de nombres de todo el mundo. La colección se incrementa constantemente.
La posibilidad de otorgarle un nombre exótico a un hijo se ha incrementado visiblemente en Alemania en los últimos años. Nombres que hace 20 años aún era tabú, ahora se permiten: “Actualmente se rechaza sólo aproximadamente un 1 por ciento de las consultas”, dice la experta.
Tres criterios de validez
Individualización y globalización son el signo de estos tiempos adonde quiera que miramos, también en nuestros nombres. Gracias a series televisivas británicas y norteamericanas, a estrellas pop como Anastasia o Britney, comercializadas a nivel internacional, o a viajes ahora posibles a las más remotas regiones del planeta, cada vez más y más padres se deciden a ponerles nombres más que singulares a su hijos.
Sobre si se puede autorizar o no un nombre decide Gabriele sobre la base de tres criterios muy simples. En primer lugar tiene que tener un claro y reconocible carácter de nombre (no debe confundirse por ejemplo con un apellido), además debe ser atribuible a un sexo (femenino o masculino) y sobre todo contribuir en últimas al bienestar del niño a niña que lo llevará.
Por eso fue denegado “Whisky”, por ejemplo, pues probablemente la criatura sería apodada como “borracha” a priori toda su vida. “Schulze”, por otra parte, se desaprueba porque se trata de un apellido. Y Borussia fue denegado también porque sería difícil reconocer si se trata de un niño o una niña. Aunque se trata de un caso “fronterizo”, pues similares como “Bavaria” o “Alemannia” han sido aprobados en Alemania, para alegría de padres fanáticos del fútbol.
Cada 100 años
Los padres alemanes descubren además, junto a la tendencia hacia los nombres en inglés, los nombres alemanes antiguos. La investigadora de Leipzig reconoce en ello un patrón histórico: los nombres de moda se repiten generalmente más o menos cada 100 años. Así que actualmente muchos padres vuelven a llamar a sus hijos Ida, Karl, Emma, Friedrich, o Frieda. Pocos de estos padres llaman para consultar nombres como estos, pues ellos “están todos registrados en el manual internacional de los nombres”.
Cada Registro Civil tiene uno de estos libros y puede comprobar en él la existencia del nombre. Aunque, desgraciadamente, muchas de estas oficinas trabajan con libros de hace más de 20 años y, por tanto, caducos. “Las nuevas tendencias y muchos nombres extranjeros no aparecen aún en ellos, aunque ya han sido autorizados en Alemania”, explica Rodríguez.
Cada cuarto niño nacido en Alemania proviene hoy de una familia inmigrante. Esto puede reconocerse también en los nombres que los padres dan a sus hijos hoy en el país. Pero la burocracia incorpora más bien lentamente estos cambios. Es por ello que muchos padres se aseguran dejando confirmar por adelantado los nombres que planean ponerles a sus hijos. Así, lo que puede ser trabajoso o costoso para los padres es bueno para Gabriele Rodríguez y la consultoría de nombres de la Universidad de Leipzig.
Autor: Ronny Arnold / Rosa Muñoz Lima
Editor: Pablo Kummertz