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Polvorín en la península coreana

Anne Allmeling (ERC)31 de marzo de 2013

El profesor August Pradetto explica, en entrevista con DW, el conflicto entre las dos Coreas. ¿Qué persiguen Pyongyang, Seúl y Washington con sus discursos bélicos?

Imagen: picture-alliance/dpa

En los últimos tres años, la República Popular Democrática de Corea ha amenazado varias veces a Corea del Sur y a su principal aliado, Estados Unidos, con hacer uso de su arsenal –armas nucleares incluidas– para responder a las provocaciones orquestadas desde Seúl y Washington. El Gobierno de Pyongyang hace referencia a prácticas que han ido desde el lanzamiento de octavillas surcoreanas sobre el territorio de Corea del Norte en marzo de 2011 hasta los más recientes ejercicios militares conjuntos de Corea del Sur y Estados Unidos.

Aludiendo a esos simulacros bélicos, un vocero de las Fuerzas Armadas norcoreanas comentó el pasado 5 de marzo: “Cuando esas maniobras militares entren en su fase principal, el tratado de armisticio, que sólo ha existido verbalmente, habrá terminado”. Anne Allmeling, de Deutsche Welle, habló con August Pradetto, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de la Bundeswehr, sobre el recrudecimiento del conflicto binacional en la península coreana. ¿Qué persiguen estos Estados y sus amigos con esta actitud de buscapleitos?

Deutsche Welle: Corea del Norte se ha declarado en estado de guerra con su vecino del sur. Pero, ¿en qué cambia la situación entre estos dos países? Después de todo, la Guerra de Corea culminó en 1953 sin que ninguna de las partes en discordia firmara un acuerdo de paz.

August Pradetto: La situación militar y política no va a cambiar mucho en la península coreana porque, juntas, las Fuerzas Armadas de Corea del Sur y Estados Unidos siguen siendo superiores a las de Corea del Norte. Pero la retórica con que Pyongyang reacciona las maniobras militares surcoreanas y estadounidenses en el Mar de China Oriental pretende ser una demostración de fuerza, hacia dentro y hacia fuera. El líder norcoreano Kim Jong-un está diciendo: ‘Nosotros responderemos a esas maniobras y nos impondremos al enemigo’.

¿Qué función cumple la declaración del estado de guerra en el campo de la política interior de Corea del Norte?

Kim Jong-un tiene poco más de un año en el poder. Él está bajo presión porque, siendo muy joven, le ha tocado suceder a su padre en la jefatura del Estado; él tiene que demostrar que el cargo no le queda grande y busca hacerlo articulando palabras fuertes. Con su discurso agresivo contra los surcoreanos y los estadounidenses, Kim Jong-un quiere posicionarse y ser reconocido como el protector de la nación norcoreana.

¿Y qué efecto tiene ese discurso sobre sus compatriotas?

Corea del Norte es un Estado totalitario. Todos los medios de comunicación están bajo el control del Estado y los ciudadanos de ese país están expuestos únicamente a lo que esos medios transmiten. Desde afuera llegan relativamente pocas noticias e informaciones distintas de las que emiten la prensa, la radio o la televisión estatales; algunos contenidos llegan a Corea del Norte provenientes de China, pero su influencia sobre la opinión pública del país es insignificante.



Las tensiones entre Corea del Norte, Corea del Sur y Estados Unidos se han intensificado y disipado de manera intermitente a lo largo de los años. ¿Qué tienen de extraordinario los incómodos roces registrados en las últimas semanas?

El riesgo está en que pueda darse un incidente que ninguna de las partes tenía la intención de provocar y que ese incidente de pie a reacciones cada vez más agresivas. La mayoría de las maniobras militares de Corea del Sur y Estados Unidos terminarán dentro de poco, y es de esperar que la situación se calme… si no ocurre ningún imprevisto.

¿Pueden Corea del Sur y Estados Unidos contribuir a distender la situación, actuando de una manera más discreta, por ejemplo?

Esa sería una solución; Estados Unidos hace muy poco para tranquilizar los ánimos. Pero debemos considerar que Washington quiere reforzar su sistema de defensa antimisiles en el océano Pacífico y sus bases militares en esa región, sobre todo en Japón y Corea del Sur. El problema de Estados Unidos es que se encuentra bajo presión porque esas instalaciones militares son mal vistas por muchos ciudadanos. De ahí que la agresiva reacción norcoreana a los ejercicios militares de Corea del Sur y Estados Unidos sea muy oportuna para la Casa Blanca: eso le permite a Washington legitimar su posición y sus planes en el Pacífico e imponerse a quienes se oponen a sus bases militares en la región.

Entonces, no es sólo Corea del Norte la que está buscando alardear con su demostración su fuerza…

Tanto Corea del Norte como Estados Unidos quieren defender su posición en esa región. Pyongyang teme que el objetivo que se propuso Washington en 2001 –promover un cambio de régimen en Corea del Norte– se cumpla haciendo uso de recursos militares. Y Estados Unidos intenta fortalecer sus bases militares en el Pacífico. Eso es lo que está detrás de las bravuconadas que orean los unos y los otros, y de sus respectivas estrategias.

En la imagen, maniobras militares conjuntas de Corea del Sur y Estados Unidos realizadas el 17 de marzo de 2013.Imagen: Reuters

Autor: Anne Allmeling (ERC)
Editor: Diego Zúñiga

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