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¿Qué precio tiene la vida?

12 de julio de 2002

Con una exhortación a proveer medicamentos más baratos y más dinero para luchar contra el sida, llegó a su fin la conferencia de Barcelona, a cuyo cierre acudieron también Nelson Mandela y Bill Clinton.

Clinton llamó a los líderes políticos a actuar con más decisión contra el sida.Imagen: AP

El balance de la XIV Conferencia Mundial del Sida, en la que participaron 15 000 delegados de todo el mundo, no resulta precisamente alentador.

La exhortación dirigida a los países ricos a reunir, de una vez por todas, los 10 000 millones de dólares que necesita el Fondo Global para la Lucha contra el Sida, se convirtió en el principal mensaje de esta cita. Acudieron científicos e investigadores, representantes de las ONG’s, personas seropositivas, y muy pocos representantes gubernamentales de los países industrializados. Habían sido precisamente las naciones del Grupo de los Ocho las que hace un año impulsaron la creación de ese Fondo Global, coordinado por la ONU, cuya misión es la de permitir el acceso a tratamiento a infectados de VIH y enfermos de sida de los países más pobres del planeta.

Tratamientos impagables

En la actualidad, 40 millones de personas en todo el mundo viven con el virus, pero sólo el dos por ciento de ellos tiene acceso a los tratamientos con modernos medicamentos antirretrovirales, que logran controlar su propagación en el organismo y permiten a los pacientes gozar de una calidad de vida satisfactoria. Los costos del tratamiento se elevan a hasta 15 000 dolares por persona al año. 1 200 millones de personas en África, América Latina y el sudeste asiático, en cambio, disponen apenas de un dólar al día para subsistir.

Aun los medicamentos genéricos, cuya producción es impulsada sobre todo en Brasil, Tailandia y la India, resultan demasiado caros.

El ejemplo brasileño

Brasil había iniciado en 1996 la producción de medicamentos antirretrovirales, copiando los fármacos de las grandes multinacionales, para lo cual decidió saltarse las patentes comerciales. Tras duros enfrentamientos con la industria farmacéutica y con la OMC, Brasil se impuso y hoy está repartiendo gratuitamente medicamentos a 115 000 seropositivos. La tasa de hospitalización y mortalidad a causa del sida se ha podido reducir significativamente.

Los grandes ausentes en esta Conferencia Mundial del Sida fueron los jefes de Estado o de gobierno de los países industrializados. Graca Machel, la ex primera dama de Mozambique, hoy esposa de Nelson Mandela y activista contra el sida en Sudáfrica, se lamentó de no tener a quién plantear, en este foro, sus preguntas: ¿cuándo van a tomar en serio los países del norte la amenaza del sida?

Crisis global

Una cosa está clara: la pandemia del sida es una crisis global, que sólo puede ser superada con soluciones globales. Lo que los representantes de África, América Latina y el sudeste asiático han venido a reivindicar aquí -acceso a las terpias y una mejor prevención-, no es otra cosa que el derecho fundamental a la vida.

Ya es hora de que el mundo comprenda que estamos siendo testigos, todos los días, de un crimen contra la humanidad. 8500 personas mueren cada día como consecuencia del sida. En Barcelona quedó pendiente la respuesta a la pregunta "dónde están los diez millones", coreada una y otra vez por los activistas en sus manifestaciones contra las empresas farmacéuticas. Cuando de la guerra contra el terrorismo se trató, los gobiernos del mundo no dudaron en aportar sumas muy superiores a lo que la ONU pide para luchar por la vida.