Chile, que ha sufrido varios de los mayores terremotos de la historia, se ha convertido en un ejemplo a la hora de mitigar los efectos de estos. ¿Cómo lo hizo?
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Chile ha demostrado al mundo que un terremoto no tiene que ser necesariamente una calamidad. Después de haber sufrido varios de los sismos más devastadores de la historia –como el más poderoso jamás registrado, el de magnitud 9,5 del 22 de mayo de 1960–, el país se ha convertido en un modelo mundial de preparación y respuesta a los movimientos telúricos de gran magnitud.
En la década pasada, las cifras de fallecidos en los terremotos de 2014 y 2015, cuya magnitud respectiva fue 8,2 y 8,3, no superaron las 15 personas. A pesar de no ser una de las principales economías del mundo, como Japón, que también es famoso por su política antisísmica, Chile ha logrado elaborar políticas que pueden ser emuladas por otros países. Para conocer más detalles, conversamos con Sergio Barrientos, director del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile.
DW: ¿Por qué en Chile muere tan poca gente en terremotos de gran magnitud, mientras en otros países mueren miles de personas en sismos menos potentes?
Dr. Sergio Barrientos: Creo que la causa es la frecuencia con que ocurren estos sismos. En Chile, los terremotos tienen lugar en la zona central y sur del país, donde vive la mayor parte de la población. Esta zona ha sido afectada por numerosos movimientos telúricos en el pasado. Por ejemplo, en el siglo XX la zona central fue afectada por un gran terremoto cada 15 o 20 años. Las normas de construcción comenzaron a desarrollarse tras los terremotos que tuvieron lugar a comienzos de la primera década del siglo pasado. Desde entonces, cada vez que ha habido un terremoto se han actualizado, porque descubrimos aspectos que podríamos mejorar.
Más de 500 personas murieron tras el terremoto de magnitud 8,8 y posterior tsunami de 2010. ¿Qué lecciones aprendió el país de ese desastre?
Cada vez que tenemos un gran terremoto y algo falla, aprendemos algo nuevo. Por ejemplo, en el terremoto de 2010, algunos edificios sufrieron daños severos, y unos pocos colapsaron. Por ello se desarrolló un nuevo estudio sobre cómo deben clasificarse los suelos de acuerdo a su respuesta sísmica, y eso fue agregado a la normativa. Además, hoy contamos con un muy buen sistema de monitoreo, de manera que la información que obtenemos por medio de los instrumentos sismológicos distribuidos en el país ayuda a mejorar las normativas.
¿Qué hace su institución para prepararse para estos desastres?
Somos parte de un sistema que funciona y que ha sido probado en los últimos terremotos. Cada vez mejora más, especialmente en lo que respecta a las alertas de tsunami. Por ejemplo, no lo hicimos tan bien en las alertas de tsunami tras el terremoto de 2010. Pero desde entonces, las cosas han cambiado muchísimo en organización y coordinación. Tras recibir recomendaciones de distintos comités que visitaron el país tras ese sismo y evaluaron los sistemas de respuesta, las distintas agencias salieron fortalecidas y desarrollaron protocolos de respuesta común.
Ese es un aspecto. El otro, por supuesto, está en las escuelas. Entregamos toda la información a los profesores y ellos se encargan de enseñar a los niños cómo reaccionar durante los terremotos. He resumido todo muy brevemente, pero hay muchas otras cosas que se trabajan al mismo tiempo. En particular, hay mucha cooperación y coordinación entre las diferentes agencias del Sistema de Protección Civil.
¿Qué recomendaría usted hacer a los otros países sísmicos?
Puedo hacer sugerencias solo sobre la situación en Chile, la experiencia chilena y cómo este país ha reaccionado a los terremotos. Sé que en distintas sociedades y comunidades hay distintas formas de enfrentar los problemas. Por eso me resulta difícil asesorar a otras comunidades.
La sociedad chilena ha vivido con terremotos por 100-200 años y ha sufrido muchísimas catástrofes. El país se ha dado cuenta de que hay formas de mitigar las consecuencias de estos hechos, como las normas de edificación. Pero siempre hay dificultades, como lo demostró la falta de advertencia a los residentes locales sobre los tsunamis de 2010. Las autoridades han puesto el problema en la perspectiva adecuada y han establecido las herramientas necesarias para brindar más información a la ciudadanía y ofrecer mejores condiciones de seguridad a la comunidad a través de la educación y la realización de simulacros. (dzc/few)
El sismólogo y geofísico Sergio Barrientos ha estudiado, investigado y enseñado en las universidades de California/Santa Cruz, Colorado, Boston y Chile. Fue jefe de sección sísmica del Sistema de Vigilancia Internacional de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, ubicada en Viena, Austria. Actualmente es el director del Centro Sismológico Nacional chileno.
Algunos de los peores terremotos de los últimos 100 años
Unas 10 mil personas mueren como consecuencia de sismos cada año. Esta semana, tras dos terremotos en Turquía y Siria, las muertes ya superan ese promedio. Aquí recordamos los más fuertes terremotos del último siglo.
Imagen: Getty Images/AFP/J. Barret
El más poderoso de la historia fue en Valdivia, Chile (1960)
El terremoto más fuerte jamás registrado, de magnitud 9,5 en la escala de Richter, golpeó a Valdivia, en la costa sur de Chile, por unos largos 10 minutos, en mayo de 1960. Destruyó ciudades completas y modificó la geografía de esa región. Casi 6 mil personas murieron en Chile. Y un tsunami generado por el sismo mató a 130 personas en Japón y 61 en Hawái. En la foto: restos del puerto de Corral.
Imagen: Getty Images/AFP
Gran Terremoto de Alaska (1964)
El terremoto que azotó Alaska en 1964, también conocido como el Gran Terremoto de Alaska, sigue siendo el más fuerte que ha golpeado Estados Unidos: un 9,2. Ocurrió el 27 de marzo y afectó al centro-sur de Alaska. El movimiento sísmico y el posterior tsunami mataron a 139 personas. La imagen muestra un pequeño poblado de pescadores en la isla de Kodiak, donde se ven restos de casas y botes.
Imagen: Getty Images/Central Press
Megaterremoto submarino en el océano Índico (2004)
El megaterremoto submarino que afectó en 2004 al océano Índico, un 9,1 en la escala de Richter, desencadenó una serie de devastadores tsunamis, que causaron la muerte de 280 mil personas en 14 países e inundaron localidades costeras con olas de hasta 30 metros. Fue uno de los desastres naturales más mortíferos de los que se tenga registro. En la foto: la devastación en Indonesia.
Imagen: Getty Images/P.M. Bonafede/U.S. Navy
El más duro que ha golpeado Japón (2011)
Un miembro del equipo de rescate canino busca víctimas tras el terremoto que azotó el noreste de Japón en 2011. Fue un 9,1 en la escala de Richter. Y luego vino un terrible tsunami. La suma de ambos desastres naturales causó la muerte de unas 18.500 personas y fracturó la planta nuclear de Fukushima, en el que es considerado el mayor desastre nuclear de los últimos 25 años.
Imagen: Getty Images/AFP/Y. Chiba
El terremoto de Kamchatka (1952)
El 4 de noviembre de 1952 se registró un fuerte terremoto en la costa de la península de Kamchatka, en el este de Rusia. Fue un sismo de magnitud 9, que causó un tsunami que amplificó la destrucción y las muertes por toda la península y las islas Kuril. Más de 2.300 personas perdieron la vida en el desastre.
Chile repite (2010)
El terremoto de magnitud 8,8 que azotó a la costa central de Chile el 27 de febrero de 2010 está también entre los más potentes del siglo. No causó tantas muertes como el tsunami posterior, que barrió con varias localidades costeras, elevando la cifra de víctimas hasta las 530. El movimiento también dañó el puerto de Talcahuano y provocó pérdidas millonarias a pesqueras y a la industria local.
Imagen: Getty Images/AFP/M. Bernetti
Tiembla Haiyuan, hasta tres años después (1920)
El condado de Haiyuan, en la norteña provincia china de Ningxia, sufrió un terremoto de magnitud 8,3 el 16 de diciembre de 1920. Tres años después, todavía se sentían fuertes réplicas. El movimiento fue responsable de la muerte de 235 mil personas. Eso, al comienzo: muchas otras murieron más tarde, cuando no pudieron soportar las duras condiciones del invierno.
Imagen: Getty Images/AFP
México, terremotos y 19 de septiembre: una increíble coincidencia
En 1985, 2017 y 2022 México ha sufrido fuertes sismos el mismo día: 19 de septiembre. Sus intensidades varían. El primero fue de 8,1 en las costas de Michoacán y afectó especialmente a Ciudad de México. 32 años más tarde, tembló en Puebla, con una magnitud de 7,1 (solo 12 días antes hubo otro sismo de 8,2 en la capital). En 2022, un 7,4 azotó la costa del Pacífico, al sur de Coalcoman.
Imagen: picture-alliance/ZumaPress/A. Salinas
Hasta 500.000 muertes en China (1976)
Este vagón de tren quedó abandonado en Tangshan, China, después de que un terremoto de magnitud 7,4 devastara esa ciudad industrial el 28 de julio de 1976. El epicentro se registró al noreste de la provincia deHebei y, según las cifras oficiales, 242 mil personas perdieron la vida, aunque se cree que la cifra en realidad fue mucho mayor. Algunos incluso estiman en 500 mil el total de fallecidos.
Imagen: Getty Images/Keystone/Hulton Archive
Haití, otra desgracia más (2010)
Al país más pobre de América no le va bien con los desastres naturales: a los huracanes se suman terremotos y epidemias. Si bien el sismo del 12 de enero de 2010 no fue tan fuerte (7 en la escala de Richter), sí fue devastador: destruyó numerosos edificios, causó pérdidas millonarias y mató a 200 mil personas. Un golpe del que Haití aún no se repone. [Publicado en 2017, actualizado el 7.02.2023)