¿Qué festeja la ALBA?
13 de diciembre de 2014 A diez años de que se firmara el acuerdo, entre el difunto presidente venezolano Hugo Chávez y el retirado líder cubano Fidel Castro, que marcó el nacimiento de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA), los países miembros de esta alianza, también llamada Tratado de Comercio de los Pueblos, destacan el casi millón trescientas mil personas con discapacidades físicas y neurológicas que –con base en la solidaridad– han sido atendidas en Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela.
También los cerca de cuatro millones de personas que en Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador han salido del analfabetismo con el programa “Yo sí puedo”. Agregan a todo ello la ayuda a las 3.455 familias haitianas que recibieron cobijo después del terremoto, las más de 50 mil atenciones médicas y las casi seis mil vacunas distribuidas en la isla caribeña.
Instrumento político, paraguas de legitimidad
“Más que un instrumento de integración comercial, de cooperación, es esencialmente un instrumento político”: así define ALBA, en la información oficial, Evo Morales, presidente de Bolivia.
Echando la vista atrás, Andrés Malamud, investigador del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad de Lisboa, explica a DW: “La ALBA fue un acuerdo entre Venezuela y Cuba que después se amplió a media docena de pequeños países. El acuerdo es un intercambio por el cual Venezuela le da a Cuba petróleo y a cambio Cuba le ofrece a Venezuela médicos, servicios de seguridad e informaciones. Los demás países que se unen, algunos muy chiquititos del Caribe, lo que hacen es ofrecer una cierta cobertura internacional y un paraguas de legitimidad al régimen de Venezuela”.
Por otro lado, en el esquema de la ALBA, “Petrocaribe aparece como un esquema innovador –en el que resultan centrales y con un potencial aún por explorar y experimentar las ideas y prácticas de un comercio justo y compensado– y que ha demostrado, además, una buena capacidad de respuesta y reacción en situaciones de emergencia, como en el caso de Petroalimentos y, más recientemente, frente a la tragedia haitiana”, afirman Daniele Benzi y Ximena Zapata en su estudio “Geopolítica, Economía y Solidaridad Internacional en la Nueva Cooperación Sur-Sur: El caso de la Venezuela bolivariana y Petrocaribe”, publicado por la Universidad de Salamanca.
Sin embargo, Malamud, politólogo del Instituto Universitario Europeo, puntualiza: “ALBA no tiene una organización, no tiene un estatuto jurídico, no tiene presupuesto, no tiene personalidad jurídica y, por lo tanto, no firma acuerdos con ninguna otra organización. Lo más interesante de la ALBA es que –siendo supuestamente una organización regional latinoamericana–, ningún país de la asociación tiene fronteras comunes con otro. Son todos países separados y lo que los une es la mutua conveniencia y cierta afinidad de los regímenes políticos. No hay organización regional, la ALBA es simplemente un club de intercambio de petróleo”.
Asimetrías y apuros
Con todo, “esta iniciativa no presenta hasta la fecha cláusulas de condicionamiento político e injerencia en las elecciones de política económica de sus gobiernos miembros, si bien es evidente que los países que luego de Petrocaribe se han sumado a ALBA han gozado de mayores beneficios. Pese a esto, la falta de condicionalidades de ninguna forma garantiza la no reproducción de mecanismos de corrupción y de dependencia material y financiera, sobre todo cuando las asimetrías con el principal socio y financiador del proyecto (Venezuela) son abismales y él mismo sufra de todos los vicios y contradicciones típicos de un Estado rentista petrolero”, afirman los analistas de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).
Para Malamud, Petrocaribe “es uno de los diversos mecanismos a los que el chavismo recurrió para suplir lo que en Venezuela falta. Siendo un país que produce muy poco de lo que consume, sólo exporta petróleo, tiene que comprar afuera desde vestidos hasta alimentos y medicamentos. Ahora que Petróleos de Venezuela (PDVSA) –que viene cayendo en declive desde 2002– se está perjudicando de la caída de los precios del petróleo, no tiene divisas, Venezuela se está convirtiendo en una economía de trueque, tiene petróleo y lo cambian por cosas que necesitan para sobrevivir”.
¿Sin ALBA?
Con todo, “muchos autores coinciden que sin la cooperación venezolana, integrada a la cubana en sectores clave como salud y educación, el aumento de los precios del crudo y de los alimentos habría significado una verdadera tragedia para muchos países del área que tienen un elevado déficit energético, niveles muy significativos de dependencia y endeudamiento del exterior y, en algunos casos, altas tasas de pobreza”, opinan Benzi y Zapata.
Como fuere, ALBA celebra sus diez años con una economía venezolana en aprietos. “Si la economía venezolana colapsa, de la ALBA no quedará nada”, afirma Malamud. En su opinión, que países como Ecuador asuman el papel de Venezuela, lo ve improbable por dos razones: “Porque no es tan rico en petróleo y porque tiene como presidente a una persona con conocimientos de Economía, que sabe que si regala productos no renovables, se le acaban. Ecuador no regala sus productos no renovables. No hace política internacional con la riqueza de su subsuelo”.
Así las cosas, en su décimo aniversario la ALBA no tiene estatuto jurídico y a sus miembros “los une la mutua conveniencia y cierta afinidad de los regímenes políticos. Y depende de ellos y de su estabilidad”, afirma Malamud, concluyendo que tienen poco más que celebrar que la supervivencia de sus regímenes. Contrariamente, los representantes de este “club fundado por Hugo Chávez” – en celebraciones como la que tuvo lugar en Bruselas este fin de semana– subrayan sus logros sociales y, sobre todo, que ha hecho las cosas de una manera diferente al consenso de Washington.