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¿Quién coopera en tiempos de austeridad?

Mirra Banchón 29 de mayo de 2013

Los 1.200 millones de indigentes que sigue habiendo en el mundo dejan claro que la ayuda para el desarrollo se sigue necesitando, aún en tiempos de austeridad. Acerca de sus actores se debate en Bruselas.

Imagen: Marquez/AP/dapd

¿Cuál es el papel de los países emergentes en el futuro panorama de la cooperación internacional para el desarrollo? ¿Cómo cambiarán el rol y las prioridades de los tradicionales países donantes después del 2015? ¿Puede la cooperación Sur-Sur adoptar la función de la cooperación Norte-Sur?

Asumiendo que los presupuestos internacionales destinados a la cooperación son recortados y que los acentos globales han cambiado, en la conferencia “Development cooperation in an age of austerity”, organizada por Friends of Europe, think tank con base en Bruselas, la mira estuvo puesta en los nuevos actores de la cooperación internacional.

El papel de China

“Durante mis viajes por África, al preguntarle a la gente qué quería, nadie exigió derechos humanos o apoyo a la sociedad civil. La gente me dijo que quería industrias que dieran empleo, mercados que reciban sus productos, tecnología y asistencia para desarrollarla”, dice Zhang Xinghui, autor del libro “China´s aid to Africa: a challenge to the EU?”.

“Para entendernos es importante decir que China no habla de donantes”, decía Xinghui, “habla de socios”. Según Xinghui –director de la oficina en Bruselas del China Youth Daily– el tren que su país financió entre Dar Es Salaam en Tanzania y las cataratas Victoria (Zambia, Zimbaue) no es visto por la gente como un aporte al desarrollo de esos países, sino como “un camino a la liberación”. China no es miembro del Comité de Asistencia para el Desarrollo de la OCDE y , según las críticas, no sigue las reglas de transparencia e ignora los derechos humanos.

Donantes en América Latina

También países en América Latina, que no forman parte de los clásicos donantes, hace ya mucho tiempo que han generado propios mecanismos de cooperación para el desarrollo. Éstos son Brasil, Venezuela, México y Chile.

“También Perú y Colombia”, dice a DW Kerstin Deji, coordinadora regional para cooperación triangular de la GIZ (Agencia Alemana de Cooperación Internacional). “No es su producto interno bruto. Se basa en su propia concepción de ser un país cooperante y de querer entregar algo de sus experiencias. Y son bienvenidos a trabajar con nosotros”, explica Deji.

Así, por ejemplo, Perú coopera con Alemania en un proyecto de censos municipales en Paraguay; México coopera con la GIZ en el tratamiento de aguas residuales en Bolivia; Chile trabaja con Alemania en un programa de microcrédito rural para jóvenes en República Dominicana.

En un momento en que la Unión Europea saca de cooperación bilateral a once países de América Latina –algunos de ellos con altos índices de desigualdad a pesar de su crecimiento y su renta per cápita–, ¿enfocarse hacia la cooperación triangular podría ser un modo de operación para la UE? “Es difícil decirlo. Es otro concepto de cooperar, quizá más técnico y sin basarse en el criterio de economía emergente”, agrega Diji.

“Como la cocina, poquito a poquito”

“Triangular, bilateral, apoyo presupuestario. Todo podría funcionar, no es el actor, el problema es que a veces se pierde el fin”, responde a DW Alejandro Canto Rodríguez, delegado en Bruselas del Instituto de Cooperación Internacional y Desarrollo Nacional (INCIDEM).

En estos momentos de crisis, “se les está viendo el plumero a muchos”, afirma Canto, que resta importancia a los actores de la asistencia para el desarrollo recordando que el objetivo principal debería ser la reducción de la pobreza y capacitar a los pueblos del sur a gestionar su propio desarrollo.

Según el representante de INCIDEM –que apoya un desarrollo descentralizado–, ¿cuáles deben ser los actores del desarrollo? Las autoridades locales. ¿El instrumento? La capacitación de la ciudadanía. “La verdadera realidad es local y la verdadera problemática es humana. La política de crear riqueza para después repartirla, sabemos que no funciona cuando esa riqueza se crea en países donde no hay condiciones. “Esto se hace como la cocina, poquito a poquito; de abajo hacia arriba”.

Como fuere, claro queda que la ayuda al desarrollo, como se conoce desde hace cincuenta años, se ve bajo presión por el calendario, por su enfoque, por la efectividad y también por los nuevos actores.

Y a pesar de que los avances de las últimas tres décadas –reducción de la pobreza del 50% de la población mundial en 1980 al 21% en 2013–, los 1.200 millones de indigentes que existen en este momento dejan claro que la cooperación sigue siendo vital. A debate están los instrumentos y sus actores sobre los que pesan, dice Canto, “intereses diplomáticos, económicos, industriales, tecnológicos”. Sobre algunos pesa incluso su propia alta tasa de indigencia, como es el caso de China, que es el principal inversionista en desarrollo en el África subsahariana..

Autora: Mirra Banchón
Editor: Pablo Kummetz

Países de Sudamérica aportan sus conocimientos en Centroamérica.Imagen: AP
China es un gran aportante, pero tiene sus propios problemas.Imagen: STR/AFP/Getty Images
Plástico en México. Los países pueden aportar sus propias experiencias para colaborar con el desarrollo.Imagen: imago stock&people
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